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Leopoldo Alas: «No creo en el pecado»

Entrevista con el escritor, sobrino bisnieto de Leopoldo Alas Clarín, tras visitar en 2007 el instituto público Duque de Rivas para hablar con su alumnado de literatura y homosexualidad.

Leopoldo Alas:

«La homosexualidad masculina está lastrada por el machismo»

Texto: Nacho Abad Andújar (publicado en la revista ‘Rivas al Día’ de junio de 2007)

De aires frágiles, que le confieren cierto aspecto de dulce enfant terrible o amable Truman Capote, Leopoldo Alas (Arnedo, La Rioja, 1962) es uno de los escritores surgidos al calor de la efervescente década de los ochenta cuya obra poética, ensayística y narrativa no esconde su condición homosexual, pero la trasciende para convertirse en buena literatura de interés general.

Este hombre menudo, de gran lucidez verbal y sobrino-bisnieto de Leopoldo Alas Clarín, leyó poemas suyos a un centenar de estudiantes del instituto público Duque de Rivas el pasado 17 de mayo. El bardo fue uno de los protagonistas de las segundas jornadas de cultura gay y lésbica que organiza este centro educativo, pionero en España al haber creado la primera tutoría para alumnos gays y alumnas lesbianas.

Dice Leopoldo Alas que no se lo pensó dos veces cuando el profesor Joaquín Álvarez, precursor de la tutoría, le llamó para sumar su nombre al de Pedro Zerolo, Antoni Ruiz y Nathan Baidez en las jornadas.

«Dije sí, porque me parece una iniciativa ejemplar, y eso que mi militancia o mi activismo gay no tienen nada que ver con los colectivos. Siempre lo he hecho desde mi soberanía individual, desde mi libertad, por mi dignidad. Y ha coincido que esa lucha personal se unía a otras luchas personales», explica sentado a la vera de un pupitre en un aula vacía del centro escolar.

El autor de poemarios como ‘Los palcos’, ‘La condición y el tiempo’ o ‘La posesión del miedo’ (y a punto de editarse ‘Concierto del desorden’), acaba de leer a alumnado y profesorado algunos de sus versos. Y les ha hablado con franqueza. Les ha dicho, por ejemplo: «No creo en el pecado. Suponer que nacemos con pecado es falso, es un disparate cruel. No os dejéis asustar por el miedo y sus fuerzas oscuras. El miedo es nuestro gran enemigo: nos hace dóciles, cobardes y sumisos». Leopoldo Alas también cultiva el ensayo (‘De la acera de enfrente’, ‘Hablar desde el trapecio’ o ‘La orgía de los cultos’), los relatos, la novela y el teatro.

La madrugada de los sábados se cuela en los estudios de Radio 5 para presentar su programa ‘Entiendas o no entiendas’, el primer espacio de temática gay que emite la radio pública estatal. Es, además, precursor de nuevas formas de relación afectiva, como el «sexoamiguismo».

P. ¿Qué le parece que institutos como éste pongan en marcha tutorías para alumnado LGTBI: debería cundir el ejemplo?

R. Habría que extender esta iniciativa, y con la participación del Ministerio de Educación, para que no fuera una cosa residual y anecdótica, para que se elaborara un proyecto serio en este sentido. Es en la escuela donde se marcan las conductas, los caminos que luego van a seguir los ciudadanos. Me parece básica la educación. La tendencia de los homosexuales a invisibilizarse es atroz, y en los colegios más, porque siempre existe el miedo a que se burlen de ti los compañeros. Es una vieja historia que para nada se ha resuelto. Y la iniciativa de Rivas me parece importantísima.

P. ¿Cómo vivió su condición homosexual y cómo cree que la viven ahora los adolescentes?

R. Cuando yo la viví, no tenía modelos. Recuerdo que mis referentes homosexuales mayores se comportaban de una manera muy distinta, tenían interiorizada, sino la represión, al menos sí la invisibilidad. Quizá se apoyaban más en la cultura que ahora. La vieja guardia de los homosexuales eran más cultos, buscaban un refugio en la cultura que ahora quizá se ha perdido porque los homosexuales no toman la cultura como una bandera. Vivimos en una sociedad más inculta pero más informada. Pero ahora estamos mejor.

P. A pesar de los avances legislativos, ¿los españoles hemos asumido la diversidad sexual como una característica más de nuestra realidad social?

R. No, en absoluto, queda mucho por hacer. Vamos camino de hacerlo. El hecho de que se celebren bodas en los ayuntamientos y acudan familiares como si tal cosa es síntoma de normalización. Que se celebren bodas entre homosexuales en pueblos y ciudades de España con la misma naturalidad con las que se han venido celebrando las heterosexuales, me parece ya un avance descomunal. La sociedad es receptiva y permeable a estos avances. Siempre he pensado que la mayoría social en España es progresista. Pero también hay una gran fuerza de lo contrario, de la intolerancia, de la gente que quiere sólo un modelo único. No creo que logremos convencer a la gente intolerante que sólo quiere un modelo de familia, pero, al menos, hay que contrarrestar su fuerza, y la contrarrestaremos no sólo nosotros, sino la historia, porque es evidente que ya no hay un modelo único familiar, sino que hay muchos, y es una realidad imparable. Hay mucho que andar, pero vamos avanzando.

P. ¿La invisibilidad social afecta más a las lesbianas que a los gays?

R. Manifiestamente no, pero invisiblemente sí. Es cierto que las mujeres se han enfrentado a una doble represión, como mujeres y como homosexuales. Pero además hay un motivo añadido, cierta acomodación de las lesbianas. La invisibilidad de ellas ha sido menos alevosa. Dos mujeres viviendo juntas no suponía ningún escándalo para nadie, eran dos amigas. Dos mujeres dándose un beso parecía una cosa afectuosa. Estaban protegidas en su invisibilidad, mientras que a los homosexuales nos apedreaban, nos insultaban. La invisibilidad ha sido más cómoda para ellas y ese reflejo les lleva a prolongar esa situación porque les resulta más cómoda. Hay mucho trabajo por hacer, hay un déficit de visibilidad. Ellas deben romper ese cerco que aparentemente las ha protegido en otra época, pero que, en ésta, ya no las protege y las condena a ser menos de lo que son.

P. Dirige un programa radiofónico en Radio 5, ‘Entiendas o no entiendas’. ¿No echa en falta espacios con esta orientación en la parrilla de los medios públicos?

R. Ha habido tentativas, pero es un tema pendiente de la radiotelevisión pública, abrirse a las minorías sexuales, y a otras minorías. Es muy importante que la gente se familiarice con la homosexualidad. Igual que hay programas de motor, cómo no va a haber programas sobre homosexualidad, cuando es una realidad que afecta a aspectos fundamentales en la vida de una persona. Tú puedes correr en coche o no, pero si eres homosexual, lo eres y punto. Mi programa de radio es pionero, es la primera vez que se ha hecho en la radio pública algo así. Llegó en un momento en que estábamos camino de aprobar la ley de matrimonios homosexuales, y había una oportunidad política, pero una oportunidad política que se ciñó al espacio radiofónico, y de Radio 5, que está muy bien, pero no deja de ser minoritario, ni siquiera es Radio 1. La temporada pasada tuvimos 100.000 oyentes.

P. ¿Sigue avalando el «sexoamiguismo»?

R. Es una utopía. Recuerdo que con Boris Izaguirre hacíamos siempre bromas sobre eso, que era impensable, impensable que ocurriera porque impensable no lo es porque, de hecho, lo pensé, lo pensamos, y lo hablamos a menudo.

P. ¿Y lo practica?

R. Lo intento, pero suele fracasar. Los amigos, aunque haya un momento sexual, terminan siendo amigos. En el amor y en el sexo, que van directamente encauzados, curiosamente la amistad sólo existe cuando existe el amor. Cuando rompen las parejas es como si nunca se hubieran conocido, y eso ocurre porque no hay sexoamiguismo, porque sólo hay sexo o amiguismo. Si uniéramos las dos cosas, cuando una pareja rompe, me da igual que sea heterosexual u homosexual, quedaría la amistad, la intimidad que ha habido, cuando normalmente desaparece como si no hubiera existido nada eso. A mí eso me preocupa. Me gustaría un mundo en el que verdaderamente los amigos tuvieran sexo entre sí, de una manera lúdica y festiva. Yo creo que estamos atados a la vieja idea de la pareja y del amor, que la heredamos de los cátaros, esa idea de la sumisión al amado o la amada. Deberíamos liberarnos e ir hacia una idea más moderna del amor y el sexo. Y creo que vamos hacia ella, queramos o no, aunque yo desde luego sí quiero. Creo que la idea misma de la pareja es alevosa, ha sustituido a la familia como instrumento de consumo. Todo lo venden a la pareja: los coches, los electrodomésticos, los viajes. La publicidad está impregnada de pareja. Enseguida tienes que tener pareja. La pareja es el instrumento de dominación actual. Yo creo que hay que romper con esa idea. Tú puedes tener pareja, pero verdaderamente hay que darse cuenta que tiene un lado bonito, pero tiene un lado también terrible. A través de ella nos tienen cogidos por los huevos.

P. En 2002, Luis Antonio de Villena publica su ‘Antología de la poesía gay y lésbica’, en la que usted aparece. ¿Se puede hablar de una poesía homosexual o son calificativos reduccionistas?

R. Sí se puede porque, de hecho, se habla. A lo mejor no es del todo preciso el calificativo en el sentido de que un homosexual o lesbiana puedan escribir poesía que sólo calificaríamos de gay o lésbica, o no. Si el escritor es homosexual, de alguna manera eso va estar ahí, pero no necesariamente, porque pueden ser poemas sociales, políticos o líricos donde lo homosexual o gay no aparece. La propia antología de Luis Antonio de Villena, que es magnífica y muy completa, escoge determinados poemas de temática gay, pero en otros casos no se podría hablar de poesía gay. Vicente Aleixandre es un ejemplo. Era homosexual, pero su poesía no es gay, es una poesía surrealista, donde el principio de realidad está bastante desdibujado por su poética. ¿Podemos decir que la poesía de Alexander es gay? No. Pero sí existe una poesía gay, matizando que está relacionada con una sensibilidad, pero también con un sentido poético.

P. ¿Y es buena esa poesía?

R. La que se hace desde la militancia, que yo sepa, no ha dado grandes frutos. Pero están ‘Los sonetos del amor oscuro’, de Lorca, que son monumentales, o algunos poemas de ‘Poeta en Nueva York’. Poesía gay se ha hecho maravillosa. Pero no conozco que se hayan hecho grandes cosas desde la conciencia del activismo gay. Sí hay poetas que son homosexuales, grandes poetas, como es el caso de José Infante o el propio Luis Antonio de Villena. Pero no sólo hacen poesía que se pueda calificar gay, aunque ellos son gays. ¿Se está haciendo una poesía gay? Sí y no.

¿Pasa lo mismo en la narrativa?

Las novelas que se publican en ciertas editoriales militantes son muchas veces novelas no muy buenas. Pero habitúan a la gente con una temática, y, en ese sentido, cumplen una función social más que literaria. Pero esto también nos ha perjudicado a ciertos escritores previos al boom gay, porque se nos confunde y parece que publicamos sólo para una minoría, y no es cierto. Igual que yo leo novelas en las que los protagonistas son un hombre y una mujer, ¿por qué no han de leer los heterosexuales novelas protagonizadas por hombres o por mujeres que se aman entre sí? El heterosexual, hombre o mujer, ha de acostumbrarse a identificarse con historias de amor que son de homosexuales, con la misma normalidad con que nosotros nos identificamos al leer ‘Romeo y Julieta’.

P. En uno de los poemas de su libro ‘Concierto del desorden’ dice que los hombres son «brutales». ¿Desde dónde está escrita esa idea?

R. Bueno, ese poema es una exageración emocional. Ya está escrita la incidencia del machismo en lo homosexual. El problema de la homosexualidad masculina es que está lastrada por el machismo, incluso el lesbianismo está lastrado por el machismo. Llegué a ese poema al descubrir que, por un lado, la homosexualidad y el feminismo están muy unidos, pero que a la vez hay mucha misoginia, mucho machismo y mucha homofobia dentro de la propia homosexualidad. Obvio que no considero que todos los hombres sean brutales y necios. Pero ante el horror de los asesinatos de mujeres, ante el horror del machismo que impregna incluso la propia homosexualidad, yo me decidí a escribir el poema para defender los valores que se han llamado femeninos, que son más amables. Cuando la gente misógina dice que vamos hacia una ginecracia, y que van a gobernar las mujeres, yo digo ‘ojalá’. Ojalá el poder pase de manos de los hombres a las de las mujeres, porque creo que lo administrarán de otra manera. Cuando digo que los hombres son brutales y necios, me estoy refiriendo al machismo de una cultura que ha machacado a las mujeres y a los homosexuales, un machismo que está dentro de los propios homosexuales, una conducta interiorizada, porque hemos interiorizado la moral de nuestros verdugos, y eso me parece atroz.

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