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Pilates o cómo trabajar el bienestar corporal

750 personas practican este método de entrenamiento en los polideportivos municipales. Tras musculación, es la escuela deportiva más demandada.

Pilates o cómo trabajar el bienestar corporal

Reportaje: Nacho Abad Andújar

Pilateras. Así se autodenominan las personas aficionadas a uno de los métodos de entrenamiento más populares en la actualidad: pilates. En Rivas, 751 vecinas y vecinos lo practican en los dos polideportivos municipales dos veces a la semana. La mayoría, mujeres (la relación es de doce a uno).

Se trata de la escuela deportiva más numerosa en modalidad individual, tras musculación (2.954 inscritos) y por delante de natación (489), combifitness (383) y ciclo indoor (216). Concha García Calvo, de 59 años, los últimos 24 con residencia ripense, se apuntó hace cuatro temporadas: «Estaba mal de la espalda. Tengo espondilitis [inflamación de una o varias vértebras].

Hacía fitness, pero me desaconsejaron ejercicios con impactos en el suelo. Y lo he notado. Desde entonces, no he sentido ningún dolor. Me encuentro más ágil». Junto a ella, y tras levantarse de la colchoneta y aplicarse durante una clase de lunes por la mañana, su compañera Pilar García Gómez, de 51 años.

Ripense desde 1990, comparte una empresa de formación continua con su marido. Se foguea entre pelotas, bandas elásticas, rodillos y aros desde 2010.»Me inscribí para corregir la postura corporal de la espalda, padecía dolores lumbares. Molestias que persisten, pero de manera más liviana y llevadera».

Las virtudes de este método las resume la profesora Inmaculada Pérez Mateo, 14 campañas de docencia en Rivas: «Trabajas todos los grupos musculares del cuerpo, incluida la musculatura profunda. En la mayoría de los deportes ejercitas un aspecto corporal u otro; a veces, varios. En pilates, todo. Partiendo del centro abdominal y de la colocación escapular, movilizas grupos musculares que ni siquiera sabes que existían».

Un fundamento básico es la respiración: «Respirar bien requiere mucho control. Ayuda a concentrarte. Al interiorizar el trabajo, te oxigenas y potencias tu desarrollo cardiovascular. Al exhalar, por ejemplo, activamos la musculatura profunda del abdomen, lo que se llama el transverso, la faja abdominal. Sólo eso te permite colocar la columna y estirar la musculatura alrededor de ella». La clase concluye. Las doce alumnas que han acudido hoy se calzan [la primera obligación al entrar en un aula de pilates es quedarse en calcetines].

El único hombre apuntado a este grupo no se ha presentado esta mañana. Dice la profesora que a los hombres, normalmente de constitución más rígida y menos flexible, les cuesta animarse. «Pero cuando vienen, ya no se van. Tengo alumnos de hace muchos años que dicen no poder creerse lo logrado con pilates».

INTENSIDAD MUSCULAR

Que nadie imagine esta especialidad como un adiestramiento en relajación y confort: «Independientemente de que las posturas sean estéticamente agradables, pilates sólo es relajación los últimos cinco minutos de clase, cuando después del ejercicio físico volvemos a la calma antes de proseguir con nuestra actividad normal. En ningún momento se puede confundir pilates con estiramientos, un prejuicio más extendido entre los hombres, que por tener esa falsa imagen piensan que es cosa de chicas». Para nada. Se trata de un trabajo muscular intenso con el que se evitan lesiones y donde se calman las tensiones de la vida cotidiana.

«Es un entrenamiento muy funcional», precisa Inmaculada Pérez, en referencia a su practicidad. «Al centrarse en el desarrollo de los músculos internos para mantener el equilibrio corporal y dar estabilidad y firmeza a la columna vertebral, es muy usado como terapia», rezan los manuales. De las dos modalidades principales que existen, la Concejalía de Deportes brinda la de pilates en suelo (con colchoneta).

La otra, pilates con máquinas, requiere grupos más pequeños y una inversión costosa en aparatos. «El trabajo en suelo cumple con los objetivos que queremos alcanzar con la gente: el bienestar corporal», sostiene la profesora.

PRIMERA GUERRA MUNDIAL

A pesar de que el médico alemán Joseph Hubertus Pilates lo ideó como pauta rehabilitadora para los heridos durante la Primera Guerra Mundial, no es necesario sufrir una dolencia para disfrutar de este método, basta con querer experimentar una mayor felicidad física. La disciplina se adapta a cada condición humana: desde quien apenas posee capacidad de flexión hasta deportistas de élite o embarazadas. «Nadadores, patinadores o atletas adquieren vicios posturales. Pilates les ayuda a equilibrar su cuerpo. Un atleta, por ejemplo, puede desarrollar mucha tensión en la zona pélvica por las zancadas. Esa tirantez se puede corregir haciendo pilates», dice Inmaculada Pérez.

Olga Navas Marín (52 años) no se gana la vida como atleta, sino como crupier. Y reparte bien las explicaciones a un lado y otro de la mesa al relatar los beneficios que le reporta: «Me inscribí hace cuatro meses. Me lo recomendó el médico. Y ahora estoy muy contenta. Noto que tengo más elasticidad. Las molestias lumbares amainan. Aprendes a respirar al practicar ejercicio. Cuando haces un esfuerzo en la vida normal ya sabes que tienes que apretar las abdominales, meter el ombligo para adentro y, si vas a coger peso, doblar un poco la rodilla».

Ella y sus compañeras pagan 34,50 euros al mes; 22 euros en el caso de poseer el abono deporte (para las personas mayores de 65 años se reduce a 28,50 y 15 euros, respectivamente). Para quienes dudan si apuntarse o no, la monitora argumenta: «No hay por qué tener una buena condición física. Si la tienes, podrás hacer más cosas. Pero si tu cuerpo padece restricciones, pilates se adapta a tus capacidades».

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