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Una Olimpiada para 4.000 escolares

Desde hace 12 años, la Concejalía de Deportes y los colegios organizan una macro cita deportivo-educativa que reúne a todo el alumnado de 3º, 4º, 5º y 6º de primaria

Una Olimpiada para 4.000 escolares

Texto: Nacho Abad Andújar / Fotos: Jesús Pérez

Una de las citas del año más esperadas por el alumnado ripense de 3º, 4º, 5º y 6º de Primaria es la Olimpiada Escolar. Durante cuatro mañanas, una por curso, 4.000 estudiantes inundan las instalaciones del polideportivo municipal Cerro del Telégrafo para practicar por equipos –siempre del mismo centro- cuantas modalidades deportivas puedan.

Los de 3º y 4º se reparten en grupos de cinco a siete menores y eligen entre 28 posibilidades: desde los bolos humanos o los relevos de sacos hasta el béisbol pie o la pelota voladora, pasando por el balonmano, el fútbol adaptado (con balón de rugby) o el baloncesto.

Para los de 5º y 6º el repertorio alcanza ocho deportes, todos tradicionales menos el balón tiro: atletismo, voleibol, fútbol 7, natación, tenis, baloncesto y balonmano. No hay clasificaciones. Lo importante es compartir con el resto de colegios una de las jornadas más especiales del calendario escolar.

«Los chavales ya están nerviosos desde las semanas previas. Vienen aquí con mucha motivación y entusiasmo. Este día les encanta», explica sobre el tartán de la pista de atletismo Laura Teresa, profesora de Educación Física del colegio La Escuela y con ocho olimpiadas a sus espaldas.

«Una jornada como ésta les permite relacionarse con las chicas y chicos de otros coles, competir sanamente y ejercitarse en deportes que no pueden practicar en sus centros», comenta mientras a su alrededor se arremolinan varios de sus escolares, a los que este año toca lucir camiseta rosa: cada centro se distingue por una tonalidad.

Ricardo Rodríguez también enseña Educación Física: en el Hans C. Andersen y con seis años de experiencia. Residente en Madrid, ha participado en todas las ediciones desde que trabaja en Rivas. «Para los estudiantes éste es el gran día de la actividad física. Y para nosotros», advierte sobre la hierba artificial del campo de fútbol mientras dos equipos de 4º juegan patean y corren tras un balón de rugby.

FÚTBOL CON BALÓN DE RUGBY

«Un partido de fútbol con un balón de rugby, sí. Con esa adaptación», describe Ricardo, «se quita la carga competitiva» que puede tener el balompié reglado «para que los chicos y chicas con más experiencia no capitalicen la mayor parte del juego. De esta manera [combinando ambas modalidades], se abre la posibilidad a que niños sin tanto hábito puedan participar en similares condiciones».

Porque lo importante, insiste una y otra vez el profesorado, es que el alumnado aprecie la importancia de trabajar en equipo. «En 3º y 4º el objetivo es jugar por jugar y disfrutar de las actividades. Aprender a cooperar. Los juegos programados –herradura, tesoro, unihockey, paracaídas, freesbee golf, pañuelo doble o sogatira- profundizan en valores como la colaboración y la ayuda entre los componentes del equipo», resume Ricardo Rodríguez. En 5º y 6º, ya con deportes puros, aflora cierta competitividad, aunque para no fomentarla se decidió hace dos años eliminar las clasificaciones.

ESPACIO DE ENCUENTRO

Este año la Olimpiada se ha celebrado del martes 16 al viernes 19 de abril. La primera jornada acudieron los de 3º. El miércoles, los de 4º. Jueves y viernes fueron para los de 5º y 6º, respectivamente. Aunque la fecha estelar llega cuando los escolares pisan el polideportivo, el evento se prepara durante todo el año. Hay un trabajo previo de reuniones entre la Concejalía de Deportes y los responsables educativos de los centros. En ellas se decide democráticamente la organización de un acontecimiento no exento de complejidad: hay que movilizar a 4.000 estudiantes [mil por día aproximadamente], que luego se dividen en grupos, y conseguir que practiquen un mínimo de modalidades.

«Esas reuniones suponen un espacio de encuentro para el profesorado del municipio», comenta la concejala de Deportes, Yaiza García. «Nos facilita el contacto con el resto de centros de la ciudad. Y, en cierta manera, promueve la regularización y homogeneización del currículo de la Educación Física de Primaria», señala Ricardo Rodríguez.

Los colegios elaboran unidades didácticas relacionadas con las pruebas olímpicas. «En clase trabajamos las distintas modalidades que luego pueden encontrarse aquí. Es como aprender temas de Matemáticas o Lengua pero aplicados al ámbito deportivo [balonmano, baloncesto o hockey] y desde una perspectiva práctica», comenta Laura Teresa.

«En las aulas les mostramos los juegos programados para que, cuando vengan, sepan practicarlos. Les animamos a que, además de elegir aquellos que les gustan, opten también por otros más desconocidos para que amplíen su campo experimental», resume Nuria Ariza, del colegio Los Almendros, y ocho citas olímpicas.

Nuria reseña otra virtud de la Olimpiada: el alumnado puede foguearse en deportes improbables de encontrar en un colegio, por la ausencia de material o de instalaciones: escalar en el rocódromo, correr sobre una pista de atletismo, batear en un campo de sófbol o béisbol, coger un balón gigante o practicar esgrima, salto de longitud o hockey.

Todos los profesores entrevistados valoran ese contacto que el alumno tiene con la ciudad deportiva de su localidad. Cierto que muchos son usuarios fuera del horario escolar. Pero la Olimpiada ofrece un cuadro de posibilidades tan amplio que hasta el más polifacético se topa con alguna novedad.

Otra muestra del esfuerzo colectivo que supone estructurar este macro evento se revela a través de la participación de madres y padres como agentes colaboradores. Su misión: acompañar a los grupos de 3º y 4º, a los que se asigna un adulto guía: bien un profesor del colegio –que no suele ser de Educación Física- o el progenitor de un escolar, como Raquel Pérez, madre de un chico de 4º del Hans C. Andersen.

Su cometido: «Acompañarles si quieren agua, atenderles si existe algún percance o controlar que estén en la zona correspondiente para que hagan el máximo número de juego posibles [para los estudiantes de 3º y 4º, el polideportivo se divide en tres grandes aéreas temáticas con nueve o diez juegos cada una. Los grupos deben practicar un mínimo de tres deportes por sector. Cada vez que finalizan uno, el monitor les sella la casilla correspondiente en el certificado que portan y que acredita su participación]».

«El año pasado vine», prosigue Raquel Pérez, «como espectadora y me encantó ver a los chavales interactuando con otros compañeros. Este curso pidieron colaboradores en el cole. Tengo la mañana libre y no me lo pensé dos veces. Es una cita muy sana. Y les encanta. Ayer por la noche, mi hijo estaba muy nervioso en casa». Tras pasar toda la mañana al sol, ¿repetirá el próximo año? «Si vuelven a pedir voluntarios y las circunstancias me lo permiten, por su puesto», responde.

MONITORES DE TAFAD

Otro colectivo cuya presencia facilita organizar el encuentro es el de los estudiantes que cursan el ciclo superior de Técnico en Actividades Físicas y Animación Deportiva (TAFAD). Cada año, varias decenas se desplazan a Rivas desde su centro formativo en Coslada (50 esta vez). «Se les encomienda colaborar en el desarrollo de las actividades, tanto de las recreativas, donde ejercen labores de animación y asesoramiento [3º y 4º], como de las competitivas, donde hacen funciones de arbitraje [5º y 6º]», describe Carmen Torés, profesora responsable de los TAFAD desde hace diez temporadas.

«Para nuestro alumnado es fundamental el contacto directo con futuros usuarios de su trabajo [los escolares] y con situaciones reales de organización y animación», prosigue mientras, al fondo, dos colegios dirimen en una tanda de penaltis el resultado de un partido de fútbol.

ALUMNADO CON DISCAPACIDAD

Ya se ha dicho que en la Olimpiada participan todos los colegios de la ciudad: los 13 públicos [el José Iturzaeta aún no cuenta con alumnado en esta franja de edad], el privado, el de la ciudad educativa municipal y el de educación especial, el María Zulueta [abierto hace tres cursos], que acoge a alumnado con discapacidad. «Este año hemos ampliado nuestra participación. La pasada temporada vinimos con una pequeña delegación. Ahora hemos traído tres clases: dos de 3º y una de 4º», explica Hugo Álvarez, profesor de Educación Física, que se estrena en la cita olímpica.

«La próxima campaña queremos concurrir en las sesiones competitivas [5º y 6º], no sabemos si formando equipos propios o integrándonos en los de otros colegios. Ya lo abordaremos en las reuniones futuras de profesorado». Hugo reconoce que, para sus estudiantes, esta cita supone «una alegría y una ilusión. Como a cualquier escolar, les encanta salir del aula un día entero y jugar con otros escolares».

Lo de cambiar el aula por una mañana en el polideportivo es algo que, efectivamente, seduce mucho a los jóvenes olímpicos. «Preferimos estar aquí. No tenemos que estudiar ni hacer deberes. Te lo pasas mejor», confiesa una niña de 4º del colegio Rafael Alberti. Es casi la una de la tarde y la jornada para ella toca a su fin. «No estamos cansadas, podríamos estar otras dos horas jugando», añade una compañera.

«Me gusta porque nos divertimos y podemos conocer a otros niños de otros colegios», comenta un chico de La Escuela. Una alumna de Las Cigüeñas remacha: «Me encanta la Olimpiada. Además, las amigas que antes tenías y que se fueron a otro cole las puedes volver a ver aquí».

CAMISETAS FIRMADAS

Una de las estampas más clásicas es la de la camiseta firmada. En la marea multicolor que invade el recinto habitan colegiales especialistas en la colección de rúbricas: los autógrafos de los compañeros apenas dejan hueco libre en la tela. «Nos firmamos las camisetas para recordar el año que estuvimos en 6º y jugamos nuestra última Olimpiada», se despide una alumna del Luyfe antes de abandonar el polideportivo por el que han pasado 4.000 escolares en sólo cuatro días.

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