Entrevista: Eugenio G. Delgado
En esta entrevista, Julio Sanz , que lleva 35 años al volante, expone el punto de vista del taxi en el conflicto que colectivo mantiene con los vehículos de arrendamiento con conductor (VTC).
¿Qué piden los taxistas?
Una normativa que regule la competencia, pero la Comunidad de Madrid no ha querido negociar y solo ha marcado líneas rojas, a pesar de que hemos flexibilizado nuestras propuestas.
¿Cuáles son esas propuestas?
La regulación de la precontratación de las VTC, de la captación de clientes a mano alzada, la vuelta a la base cuando no tienen servicio, recorridos mínimos y máximos y especificaciones técnicas de los vehículos. Nos encontramos en una situación de inferioridad y de competencia desleal. Solo queremos que se cumpla la ley.
¿Por qué ha surgido ahora el conflicto?
Cuando se cumplían las reglas de proporcionalidad, no había problema. Sin embargo, han entrado exbanqueros, especuladores y fondos de inversión que quieren acabar con este servicio público. En estos momentos, en Madrid debería haber 540 VTC, y hay 6.559. La convivencia es posible si se respetan las reglas del juego. Se pretende erradicar un servicio público que tiene más de 100 años.
¿Hasta cuándo pueden aguantar la huelga indefinida?
Seguiremos hasta el final. Vamos a estar en la calle hasta las últimas consecuencias. Si no, es el fin del taxi. En los últimos tres años, hemos perdido el 20% de nuestros ingresos y está en al aire el futuro de 22.000 familias madrileñas que viven del taxi y de 100.000 en España.
¿Qué le diría a las personas usuarias afectadas?
Lo primero de todo, queremos pedirles perdón, y también a la ciudadanía, por las molestias, pero deben entender que nuestra lucha va más allá de nuestro sector. Quieren cambiar un servicio público por uno privado. Madrid no sería la primera ciudad en la que se eliminan los taxis y luego estas plataformas especuladoras se quedan solas y marcan unos precios prohibitivos para las personas más desfavorecidas, como ancianos o con movilidad reducida.
Los actos violentos no han contribuido a que reciban el apoyo ciudadano.
Rechazamos cualquier acto vandálico. Nos han querido vender como un colectivo violento pero, en todo momento, nos hemos ajustado a lo que marca la ley en cuanto al derecho de manifestación y huelga. Somos los mismos que ayudamos a las víctimas del 11-M y prestamos servicio gratuito durante una semana a sus familiares.
¿Debería modernizarse el sector del taxi?
Desde hace años, el taxi convive con el transporte público, bicis eléctricas, coche eléctricos compartidos e, incluso, VTC. También se nos puede contratar por aplicaciones, así que yo creo que estamos al día. Los que controlan las VTC no tienen coches, ni conductores y tributan en paraísos fiscales de Holanda o Irlanda, y nosotros en España. Cuando una persona coge uno de esos coches negros debe saber que eso afectará al futuro de sus hijos en educación, sanidad o pensiones.
Se les acusa de tener un monopolio. ¿Es así?
Rotundamente, no. Nosotros debemos ajustarnos a unas tarifas marcadas legalmente y cualquiera puede acceder al trabajo de taxista. El monopolio lo quieren establecer esos fondos especuladores. De las 13.000 licencias que hay en España de VTC, 10.000 están en manos de ocho o diez empresas de exbanqueros, especuladores, oportunistas o fondos buitres.
Tanto su Federación como el Ayuntamiento de Rivas han sido multados por la Comunidad por la iniciativa del ‘Taxi compartido’. ¿Por qué?
Es una muestra más de que no se quiere negociar y llegar a un acuerdo. Nos pareció una iniciativa interesante para diversificar las opciones de transporte en una ciudad que no tiene salida directa a la M-50 o en la que el metro no funciona todo lo bien que debería. La idea era que varias personas usuarias que realizan el mismo trayecto pudieran contratar nuestro servicio por una aplicación de móvil y compartir gastos. La propuesta nos ilusionó, pero la Comunidad nos ha dado un buen hachazo.
¿Desde cuándo es taxista?
Llevo 35 años como taxista. Es un profesión muy digna y entrañable en un entorno tan hostil como Madrid, donde no sabes quién se va a montar. A mí me gusta ser taxista. Quiero seguir siéndolo.
¿Alguna historia que se le haya quedado grabada?
Muchas. Desde los viajes a toda prisa para llevar a la maternidad a parturientas al traslado de heridos de consideración cuando las ambulancias tardan en llegar.
