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Felipe López: al trabajo en bicicleta

Ese vecino acude cada día a su puesto en el centro de Madrid con su bicicleta eléctrica. Pedalea durante una hora a lo largo de 25 kilómetros.

Felipe López: al trabajo en bicicleta

Reportaje incluido en la revista municipal ‘Rivas al Día’ de enero.

Texto: Patricia Campelo. Fotografía: Luis García Craus.

Cualquiera que tome la carretera en dirección Madrid cada mañana entre las seis y las siete se lo puede haber encontrado en el camino. Con su chaleco reflectante, casco y demás equipación, Felipe López (40 años) acude cada día a su puesto de trabajo, en la madrileña plaza de la Villa, a bordo de su bicicleta.

Realiza un trayecto de 25 kilómetros que da comienzo a la altura del número 92 de la avenida de José Hierro. Allí se sube al biciclo y comienza a pedalear a eso de las 6 y cuarto de la mañana. Alcanza Covibar y encara la carretera de Valencia desde la salida del municipio más cercana a la capital, la del kilómetro 12. De la vía de servicio de la A-3 pasa sorteando la incipiente congestión a bordear la M-50, «el tramo más complicado», asegura, para después emprender la marcha por la vía de servicio de Los Berrocales.

«Me meto por ahí porque hay poco tráfico», concreta Felipe. «Sigo hasta la primera rotonda, que es la de la entrada a la Gavia, bordeo el centro comercial, llego al ensanche de Vallecas y ahí me meto por el otro lado de la M-45», detalla. La última parte de su recorrido es la más amable. Comprende el Anillo Verde Ciclista de Madrid ¿la senda que conecta algunos barrios y distritos de la capital- y la ribera del Manzanares a través del Madrid Río. «Después ya subo por la calle Segovia y llego a la plaza de la Villa», concluye.

En ese momento ya son las 7.15 de la mañana, y Felipe cuenta con el tiempo justo para darse una ducha y comenzar su jornada laboral «con otro aire». «No tiene nada que ver con el coche, donde vas medio dormido. Con la bici te das un paseo, es agradable, y llegas despejado. Lo recomiendo a todo el mundo», defiende sobre su itinerario que, según explica, no entraña un gran nivel de dificultad. «Hasta Vallecas el camino es de subida ¿desde Rivas-, y luego todo bajada hasta la Puerta del Sol; menos la calle Segovia, claro», clarifica. «Además el paisaje es bonito, es como una recompensa antes de llegar al trabajo».

Pero en una región no caracterizada por el uso generalizado de la bicicleta entre la ciudadanía, las precauciones deben estar muy presentes. «Llevo el kit completo: el casco, el chaleco reflectante, luces. A la vuelta hay algo más de peligro porque la vía de servicio apenas tiene arcén, y no es que sea peligroso pero siempre pasa alguno que no guarda tanto la distancia de seguridad», explica.

«Ya he intentado reivindicar la construcción de un carril bici desde Rivas hasta el ensanche de Vallecas, que son dos kilómetros», rememora.

El camino de regreso lo emprende a las tres y media de la tarde, ya sin la ayuda eléctrica «la desconecto y voy dando pedales como si fuera una bici normal», confiesa. Cuando regresa, dispone de tiempo para estar con su hija, de 4 años. «Con esto ya hago mi deporte diario».

PASO A PASO

Felipe lleva un año y medio realizando este ejercicio sobre ruedas con el objetivo práctico de transportarse hasta su trabajo, «aunque monto en bici desde los 15 años», aclara. «Se ha dado un auge de la bicicleta en Madrid últimamente. Se ve a mucha gente yendo en bici, yo lo veía y pensaba, ¿por qué yo no? La diferencia es que a mí no me separan cinco kilómetros de casa, sino 25», asegura satisfecho.

Cuando empezó este hábito, no llevaba a cabo el trayecto del tirón. «Empecé yendo hasta La Gavia en coche para salvar la M-50, y desde allí me iba con la bici. Pero me fue gustando, así que me compré una bici de carretera antigua y la convertí en eléctrica. A veces, a las seis de la mañana no apetece mucho, y eso es una ayuda para vencer el desánimo. Con la eléctrica haces esfuerzo, tienes que dar pedales igual, sino no funciona, y haces ejercicio con el pedaleo pero cuesta menos», asegura este funcionario del Ayuntamiento de Madrid.

En época de frío intenso, Felipe recurre más al transporte público para desplazarse hasta la capital. «Sobre todo si llueve o hace muchísimo frío», especifica. «Como soy un adicto de la bicicleta, también tengo el carnet de las bicis de Madrid, BiciMad, y cuando voy en transporte público, lo que hago es bajarme del bus en Conde de Casal y coger una de esas bicis eléctricas hasta la plaza de la Villa», explica sobre su método con el que afronta casi la mitad del camino.

SIN PERCANCES

Felipe experimenta su camino diario con tranquilidad. «De momento no he tenido ningún percance importante, sólo un día pinché, y me vi a las 6.45 de la mañana en Vallecas parando para arreglarlo. Pero es lo único», relata. También le toca lidiar con algún que otro conductor que, carente de comprensión, utiliza el claxon contra el ciclista. «Algunos no tienen cuidado de respetar el metro y medio, y hay quien va a lo suyo y pita, con el peligro que eso conlleva ya que te dan un buen susto mientras vas concentrado en la bici», denuncia. Los fines de semana es el momento de aparcar la bici. «Ahora salgo menos porque ya me quito el ‘mono’ entre semana», reconoce.

En cambio, los trayectos por la vía verde de Tajuña, por el camino que parte de la escuela de Protección Civil y llega hasta el parque lineal del Manzanares o los itinerarios desde Rivas hasta Camporeal los conoce bien. A su familia también le ha contagiado la afición. «Mi mujer la va cogiendo más, y mi hija monta desde los dos años. Espero que me siga», anhela.

SUGERENCIAS

Las sendas ciclables de Rivas son bien conocidas por Felipe, de cuyo estudio ha extraído algunas conclusiones. «Aquí, los carriles bicis buscan el refugio, no están pegados a la calzada por lo que los peatones, que también buscan ese refugio, invaden el carril. La gente tiende a ir lo más alejada de la calzada posible», interpreta Felipe sobre un tema que «siempre genera trifulca». Además, este vecino ciclista sugiere también un aumento de las paradas del BicinRivas. «A veces veo a chavales aquí al lado de Rivas Futura esperando el bus a las once de la noche para un trayecto que podrían hacer en bici».

Felipe encuentra satisfactorio, por otro lado, el sistema de alquiler público de bicicletas. «Está muy bien planteado porque te compras el bono y no tienes que pagar más. En Madrid en cambio sí se paga la primera media hora», apunta. «Ya sé que es idílico, pero yo suprimiría más aparcamientos de vehículos a motor para dar más espacio a la bici», concluye Felipe.

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