Los cultivos de temporada respetan el ciclo natural de las plantas, permitiéndolas crecer al aire libre, con un ritmo de crecimiento no forzado, por lo que mantienen sus cualidades nutritivas, su sabor y olor originales intactos. Al no tener que cultivarse en invernaderos, respetan el medio ambiente, ya que no necesitan la utilización de plásticos y reducen el uso de fertilizantes y plaguicidas. Al crecer en una época del año a la que estos cultivos se han adaptado, son más saludables, por mantener sus nutrientes y no necesitar tantos insecticidas ni fungicidas como los cultivos de invernadero. Una vez que hemos probado un tomate recién cosechado de una huerta ecológica y, si encima es de una variedad autóctona mucho más sabrosa que las variedades híbridas, va a ser muy difícil seguir comprando tomates convencionales. Por último, al consumir productos de temporada, estamos comprando verduras en la época del año en la que más cantidad hay, por lo que sus precios son más asequibles.
Cuando elegimos comprar un pimiento en diciembre, no sólo estamos dejando de comprar verduras de temporada, sino que además estamos comprando verduras cuyo origen es muy lejano. Cuanto menos de temporada sea un alimento, es más probable que venga de lejos, siendo menos fresco, teniendo mayor incidencia en el cambio climático, y siendo producido con peores condiciones de trabajo para los agricultores.
En cambio, si compramos alimentos locales, estamos fomentando la economía local, favoreciéndonos de sus múltiples beneficios:
– Respetamos el medio ambiente al reducir el cambio climático, ya que la huella de carbono de los alimentos locales es menor.
– Fomentamos un sistema agroalimentario local sostenible que apoya la soberanía alimentaria, frente a un modelo de agricultura industrial poco sostenible no solo medioambientalmente sino también socialmente.
Por suerte, nuestra dieta mediterránea ha coevolucionado con los productos del campo, permitiéndonos cocinar los alimentos en función de las épocas del año en la que se cosechan. En invierno tradicionalmente se han cocinado coles, como las lombardas en navidades; en primavera cocinamos alcachofas y ajetes; en verano disfrutamos de las ensaladas y salmorejos y en otoño comemos espinacas, puerros y calabazas.
Consumir productos locales y de temporada es ahora muy fácil gracias a los agricultores y ganaderos del Parque Agroecológico Soto del Grillo. A través de ellos no sólo es posible conocer el origen de los alimentos que consumimos, sino que además podemos conocer de primera mano a sus productores y sus técnicas de cultivo respetuosas con el medio ambiente. Comprando alimentos locales y de temporada estamos ayudando a mantener el campo vivo, promoviendo el asentamiento de agricultores y ganaderos sostenibles en Rivas, que cuidan el paisaje de los cantiles yesíferos del río Jarama, un entorno digno de visitar para disfrutar de su flora y fauna.
A través del consumo tenemos al alcance de la mano el poder apoyar un sistema alimentario local y sostenible o un modelo económico injusto con el medio ambiente, la salud de los consumidores y el bienestar de los agricultores. Recuerda que un euro gastado en productos locales genera el doble en la economía local.