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De la huerta a la mesa: Soto del Grillo

El Soto del grillo es un vergel que florece en los límites de Rivas, a orillas del Jarama. Medio centenar de horticultores labran las 32 hectáreas de este parque agroecológico municipal que ya produce, con criterios sostenibles, frutas y verduras.

De la huerta a la mesa: Soto del Grillo

El Soto del Grillo, un paraje natural que se extiende a la sombra de los cortados del Piul y que cuenta con una extensión equivalente a 35 campos de fútbol ha dado trabajo, de momento, a medio centenar de personas gracias a la producción agrícola con criterios ecológicos.

El proyecto que ha devuelto la vida a esta zona integrada en el parque natural del Sureste ha dado sus primeros pasos, y la realidad comienza a emerger en forma de espinaca, lechuga, repollo… Tras la primera avanzadilla, los cultivos de hoja han ido dejando paso a las patatas, zanahorias, pimientos, etc. En mayo, plantas aromáticas y cultivos para el verano echan sus raíces.

A las afueras de Rivas crecen modos alternativos de vida con criterios que respetan el medio ambiente al no utilizar pesticidas ni otros productos químicos y que son beneficiosos para la salud. De lo que allí cosechen los hortelanos y hortelanas -ripenses la gran mayoría- se beneficia el municipio, ya que la producción tendrá su salida en circuitos de proximidad: mercadillo semanal, mercado agroecológico que se celebra el último domingo de cada mes, tiendas que tienen algunos hortelanos en la ciudad, adquisición de productos a pie de finca o en puntos concretos de distribución, restaurantes y centros escolares entre otros.

Medio centenar de personas, agrupadas en 15 colectivos, trabajan las tierras del Soto del Grillo

Hace justo un año, el Ayuntamiento adjudicó 16 parcelas a emprendedores que diseñaron proyectos relacionados con los cultivos ecológicos. Doce meses después, y tras salvar algunos obstáculos como los problemas con el riego [la empresa eléctrica que suministra al Ayuntamiento tardó en ampliar la potencia necesaria para que el sistema de riego llegara a las parcelas] los proyectos ya son una realidad.

Quien accede a las fincas de Soto del Grillo por los caminos de tierra que parten de Velilla de San Antonio [el parque se ubica en el término municipal de Rivas] llega a la zona agrícola que preside al fondo la ermita del Cristo de Rivas. El paisaje es apacible y el silencio envolvente. Algunos horticultores aparcan momentáneamente la tarea del campo para mostrar a ‘Rivas Al Día’ la producción que podrá estar pronto en boca de la ciudadanía ripense.

TODO EMPIEZA EN LAS SEMILLAS

Como si de una cadena de montaje se tratara, la maquinaria del parque agroecológico se pone en marcha con la compra de las semillas y plantones ecológicos. En este primer momento, Pablo García cumple una labor importante. «Vendemos semillas de huerta y plantones con certificación ecológica de la Comunidad de Madrid», explica. En el vivero de 11.000 metros cuadrados que Pablo tiene en Olmeda de las Fuentes -Hortiaroma Bio- vende también plantas aromáticas y otras auxiliares de agricultura ecológica, abonos y productos ‘bio’ de control de plagas y enfermedades. «Todo es ecológico, en el proceso no se utilizan pesticidas ni productos químicos de síntesis; lo elaboramos con abonos orgánicos para lograr más sabor y aroma», detalla.

La labor de Pablo la conocen bien los hortelanos y hortelanas de Soto del Grillo, quienes compran las semillas y plantones en su puesto del mercado agroecológico, la feria que da salida a este tipo de producción saludable en Rivas el último domingo de cada mes. Pablo participa en este espacio desde los orígenes del mismo, y allí se encuentra con el final de la cadena: hortelanos del parque agroecológico que venden en ese mercado su cosecha. Es el caso de Yago Redondo y su colectivo Con los pies en la tierra. A mediados de abril se afanaban en la plantación de la fresa, un cultivo que disfrutará la ciudadanía ripenses que se acerque al mercado agroecológico.

DEL PLANTÓN AL ALIMENTO

Celso Arenal trabaja en la parcela número ocho, una de las de mayor extensión [las fincas tienen una y dos hectáreas]. Las lluvias de finales de marzo retrasaron algunos cultivos y provocaron que otros, como las espinacas, crecieran precipitadamente. Esta circunstancia climatológica ha alterado alguno de los planes que Celso tenía a la hora de distribuir. «Tardan en nacer, pero con la lluvia se han puesto enormes y una vez que salen hay que cortarlas en los siete días siguientes», aclara. Por ello, ha distribuido esta verdura entre personas cercanas.

Con ayuda de sus hijos, Celso se dedica al cultivo de verduras, hortalizas y tubérculos ecológicos y de temporada. «Tenemos sembrados ajos, guisantes, habas, zanahorias». «Deberíamos plantearnos hacer una fiesta para celebrar la primera cosecha del parque, porque esto ya es una realidad», sugiere. Tomates, pimientos, calabacín, pepino, berenjena, puerro, lechuga y judías verdes son otras de las hortalizas que en breve teñirán de colores los bancales en los que se afana Celso cada día.

Para salvar las barreras de la comercialización, el hortelano baraja la posibilidad de convertirse el elaborador y comercializador. Mientras, otra solución más inmediata la visualiza en vender su producción a precios justos en mercados itinerantes. Los emprendedores Ignacio López y Mónica Álvaro acumulan experiencia distribuidora. Los productos que les da la parcela número 2 encuentran su punto de venta en una red comercial de la Comunidad de Madrid.

La ciudadanía ripense puede adquirir productos de temporada, ecológicos y de proximidad

Además, disponen de unas huertas familiares en Valencia con las que ensanchan la vocación de su negocio. También venden en tiendas por Madrid, grupos de consumidores y particulares. Ignacio es ingeniero forestal y Mónica ingeniera agrícola. Viven en una casa situada detrás de la vaquería, a la entrada del parque, y se les puede conocer mejor en www.vegafertil.es.

Las iniciativas que emergen en Soto del Grillo aúnan la vocación laboral con la alimentación saludable. Pero algunos proyectos también se sustentan en la integración social. Es el caso de la Huerta de la Fundación, donde tres empleados que tienen una discapacidad psíquica trabajan las tierras. Manuel de la Vega, que retira hierbas malas de entre los guisantes, es uno de ellos.

Cuando recibió la visita de ‘Rivas al Día’ en uno de esos días de abril en que apretó el calor, aseguró con orgullo que la Fundación Juan XXIII necesitaba gente «y me cogieron a mí para trabajar en el campo». «Somos los que más adelantada llevamos la huerta», subraya. Emilio Talavera es el encargado a pie de finca, y explica que el objetivo del proyecto es llegar a emplear a ocho personas con discapacidad.

«Deberíamos plantearnos hacer una fiesta para celebrar la primera cosecha del parque, porque esto ya es una realidad», sugiere un hortelano

DEL PARQUE A LA TIENDA

Semillando Sotillo es una cooperativa formada por tres jóvenes que ante la falta de empleo optaron por generar el suyo propio. Lo que empezó como un hobby y necesidad de recuperar los sabores y alimentos saludables se ha convertido en su rutina diaria. Desde que sale el sol hasta que se pone se hallan entre los surcos del parque agroecológico con su tractor, arado, palas, rastrillos…

La producción, fresca y ecológica que nace en su terreno la venden directamente a través de los grupos de consumo que tienen en el municipio, Alcobendas, Madrid y Alcalá de Henares. Quien lo desee puede contactar con ellos y solicitar una bolsa de verdura. Otros de sus lugares habituales son el mercadillo agroecológico y su tienda, ubicada en el Zoco de Rivas. Tres vías de venta en las que mantienen la misma filosofía: precios bajos para socializar el producto. «Reducimos el precio para que toda la ciudadanía pueda comer sano», explica Joaquín a pie de parcela. El tono moreno de su piel refleja muchas horas bajo el sol.

El local de Semillando, de 50 metros, se reserva para la producción de su huerta y otros productos que no son de temporada pero que sí cuentan con el certificado ecológico.

Otro ejemplo de distribución en tienda reside en Besana, cooperativa nacida hace un año erigiéndose pionera al ser la primera integral de la Comunidad de Madrid. El día que ‘Rivas Al Día’visita Soto del Grillo, María Jesús, junto a dos socios consumidores, trabaja en su parcela plantando las simientes y arreglando las plantaciones. La verdura y productos hortícolas que nazcan se distribuirán en su tienda en la avenida José Hierro y en el mercadillo agroecológico.

Eduardo, uno de los cooperativistas de Besana, apoya el consumo de proximidad, la soberanía alimentaria y la dignidad de esta profesión, por ello colabora de manera activa en la cooperativa. El mismo objetivo persigue Pepe, que se unió hace nueve meses como socio consumidor. «Quiero consumir productos de la tierra sin aditivos y recuperar los sabores de mi infancia», asegura. «Como estoy prejubilado también ayudo en las labores agrícolas», añade.

ECOLÓGICO SÍ, CARO NO

Rosa López, diplomada en turismo y madre de un niño de dos años, hunde sus motivaciones agroecológicas en la obtención de los mejores alimentos para su hijo. Bajo esa premisa impulsó con tres compañeros Ecorivas.»Me parecía muy buena idea que se normalizara el consumo de alimentos ecológicos, ya que hoy en día parece que están al alcance de unos pocos».

Y la mejor manera que Rosa encontró fue la de introducir estos productos en los comedores de los centros escolares, «para concienciar a los pequeños de la importancia de lo que comen». «Los centros tendrán que comprometerse a suministrar un menú donde al menos el 60% de los alimentos sean ecológicos», explica sobre su emergente proyecto.

El objetivo que persigue Ecorivas es el de generar un negocio rentable, «que proporcione autoempleo y desarrollo profesional y empresarial». Y más adelante, podrían extenderlo a hospitales, centros de mayores y hostelería. La distribución la plantean a domicilio o en puntos concretos de entrega y en el puesto que ya tienen en el mercado agroecológico.

Rosa y sus compañeros tienen previsto poder suministrar a centros escolares a partir del próximo año. Mientras esa iniciativa se hace realidad, llevarán la primera cosecha al restaurante que Rosa y su marido Óscar tienen en Madrid, Amor de Madre. De momento, disponen de ajos, algunos guisantes que no se han comido los conejos y jabalíes, y en marzo sembraron lechuga, cebolla, coliflor, lombarda y repollo, aunque los tres últimos han sufrido los efectos de los animales.

«Tenemos claro que no va a ser fácil», asume, «pero la naturaleza es muy agradecida y, si somos capaces de observarla con cariño y atención, fluyendo con ella en vez de ir en su contra, los resultados serán muy gratificantes», concluye la hortelana. De Madrid llegan los horticultores de Kiva: grupo que nació hace cinco años con la intención de potenciar la salud.

En sus bancales ya laten los primeros ajos, guisantes, patatas, acelgas, remolachas, puerros y cebollas que, junto a peras, manzanas, vid y albaricoques, abastecerán parte de su tienda ecológica madrileña. En ella distribuyen suplementos nutricionales, cosmética, cestas semanales y productos de India. Parte de los beneficios de la empresa se destinan al país asiático a través de la Asociación Humanitaria Kiva Mirando a India. Su cesta de productos se completa con actividades y terapias relacionadas con la salud.

En la huerta del Soto, Kiva trabaja dos veces por semana, unas tres personas, para arar, oxigenar la tierra, eliminar la cubierta verde, abonar con estiércol vacuno y cultivar el terreno. «Ahora estamos sembrando», explica José Manuel, uno de los socios. Paloma Peralta, de Tresbolillos, narra los avances de su parcela con prisa. Aún tienen que probar los riegos para terminar la faena del día y el tiempo apremia.

En Tresbolillos, el trabajo se lo reparten entre ella, Alexei y Diego que, de lunes a domingo, trabajan unas cinco horas. «Hemos plantado frutos rojos, ajos, cebolla, lechuga, espinacas, patatas…», enumera de memoria. Distribuirán su cosecha a través de su web y grupos de consumo, y esperan integrarse al mercadillo agroecológico para vender a la ciudadanía ripense. A largo plazo apuntan a la distribución en comedores escolares.

Yago, David y Beatriz son los recién llegados. Ya sembrada su primera hectárea, con la segunda planean crear huertos virtuales o cederla a colectivos sociales a precio del coste de mantenimiento.

CERTIFICADOS DE CALIDAD

A pesar de tratarse de proyectos individuales, los 15 hortelano consensúan de forma colectiva con el Ayuntamiento de Rivas un reconocimiento municipal de calidad para sus productos. «De este modo, también se generan lazos de unión entre ellos, tan importantes para simplificar acciones como la compra de semillas, por ejemplo, más económica si las adquieren entre varios», ilustra Fausto Fernández, concejal de Medio Ambiente. «Con el parque agroecológico se persigue asentar las bases de un modelo de crecimiento basado en el empleo verde que mejore la calidad de vida de la población y fortalezca la conciencia medio ambiental», añade.

Otras iniciativas municipales también conectan con la idea de ciudad que cuida los hábitos saludables, tal y como recoge el programa Rivas Viva, y el respeto al medio ambiente, visión que contemplan programas como el plan Emisiones Cero, para lograr un balance neutro de CO2 hasta 2030.

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