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Cinco kilómetros que se tardan en recorrer 50 minutos a pie, 45 en autobús y 9 en coche es la distancia que separa el barrio de la familia Galán del nuevo centro escolar de la hermana mayor, Leire, el CEIPSO La Luna. Tiene 12 años, le toca dar el paso de primaria a secundaria y, por tanto, despedirse de su cole, el José Hierro, al lado de casa. Pero este momento de nerviosismo aderezado con ilusión se vive con incertidumbre. La madre, Ana Galán, aún estudia cómo impactarán esas distancias en la organización familiar diaria. Debe encajar dos entradas a centros escolares en distinto horario y ubicación. La hermana pequeña, Laia , de 9 años, continúa en el José Hierro, a escasos metros a pie del domicilio. Y con la mayor, peregrinaje hasta La Luna. “Hay mucha gente en mi situación y mucho peor, así que dentro de todo me considero una afortunada porque al menos estoy dentro del municipio”, explicaba Ana al otro lado del teléfono a mediados del pasado mes.
A la hora de elegir, esta familia se decantó por los centros de secundaria de los barrios Este y Centro, como el Antares, el Europa o el Profesor Julio Pérez, primando siempre la proximidad. Sin suerte. En la Comunidad de Madrid existe el criterio de área única de escolarización, que permite escoger cualquier instalación educativa de la localidad, situación que amenaza la obtención de plaza en el centro más próximo al domicilio. “Me gustaría que fueran andando, pero nos dieron [el CEIPSO] La Luna, que es un centro que no está terminado, van por tercero de primaria y no sabíamos ni que ofertaban primero de la ESO”, explica Ana, docente en una escuela infantil de la capital.
Se refiere a una instalación, el centro de educación infantil, primaria y secundaria obligatoria (CEIPSO), que abrió sus puertas en 2017 en una primera fase. Las obras de la segunda, que construirán un edificio con nuevas aulas y espacios, fueron licitadas por la Comunidad de Madrid el pasado 16 de junio por un valor de 6.671.133,79 euros (IVA incluido). Tras la adjudicación, el plazo para la edificación será de doce meses, según el pliego, y una vez finalizada el centro contará con tres nuevas aulas de infantil en la planta baja, ampliando así el actual centro para este rango de edad; un edificio con tres plantas y nueve aulas de primaria, dos de desdoble y dos de apoyo; una nueva planta baja con 12 aulas de ESO; una pista deportiva, terrazas con lugares para el juego y zonas verdes.
CRECIMIENTO DEMOGRÁFICO
Rivas solo ha visto la construcción de un colegio nuevo en los últimos seis años. Precisamente, el centro La Luna, una instalación factible gracias al dinero adelantado por el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid para su construcción, siendo así la ciudad la única de la región en levantar con medios propios una infraestructura educativa en 2017. Tal y como ocurrió entre 1990 y 2010 con otros diez colegios ripenses, volvió a ser el Consistorio, pese a carecer de esta competencia, quien avanzó la financiación para cubrir un servicio público de primera necesidad.
Todo ello, en paralelo al crecimiento poblacional. En 2021, la ciudad supera los 97.200 habitantes, 2.000 más que hace un año, más del triple que hace dos décadas y con un aumento de más de 10.000 personas cada cinco años desde 2010, cuando la cifra de residentes era de 70.840 (y 81.473 en 2015).
Este crecimiento demográfico se traduce en mayores necesidades de servicios públicos. Por ello, miembros de la comunidad educativa ripense volvieron a salir a la calle para pedir la construcción de nuevos centros educativos, en concreto, los dos comprometidos por la Comunidad de Madrid y cuyas parcelas han sido cedidas por el Ayuntamiento: el instituto Margarita Salas y el colegio Mercedes Vera. Frente la parcela aún baldía que acogerá a este último, decenas de familias se reunieron en un acto informativo, apoyado por la Plataforma Emergencia Educativa de Rivas y FAPA Rivas, y leyeron un manifiesto en contra de la masificación y del aumento de ratios.
“Hay familias, sobre todo del barrio Este, a las que les están dando plaza en centros alejados de sus domicilios. Y esto sucede porque no están construidas estas dotaciones que el Ayuntamiento demanda desde hace tiempo en la zona centro. Ni el nuevo colegio ni el nuevo instituto. Pusimos la parcela a disposición, en 2018, y nos hemos ofrecido a acondicionarla para albergar de manera temporal aulas modulares”, aclara José Alfaro, concejal de Educación del Consistorio ripense. “Al final, con la zona única de escolarización hay libertad de petición para las familias, pero no libertad de elección”, apostilla.
Como sucedió con el CEIPSO La Luna, el Ayuntamiento apuesta por asumir la edificación del Mercedes Vera [cuyo nombre corresponde a la primera maestra que tuvo la ciudad, en el Casco Antiguo, y fue elegido en un proceso de participación ciudadana, al igual que el IES Margarita Salas], adelantando los recursos. Para ello, el pasado diciembre de 2020, la Junta de Gobierno Local aprobó el convenio con la Comunidad de Madrid para la construcción del futuro colegio público, el número 16 en la localidad. Debido a la urgente necesidad, el Consistorio decidió correr con las licitaciones necesarias, e incluso previó una partida presupuestaria municipal, “pero es necesaria la aprobación previa del Consejo de Gobierno de la Comunidad de Madrid para poder iniciar cualquier trámite”, aclara Alfaro sobre este acuerdo al que aún le falta la rúbrica de la administración regional. El texto aprobado el año pasado regula la colaboración entre las administraciones para llevar a cabo todas las actuaciones con un gasto máximo de 3.154.188 euros.
Ahora, Ana Galán espera que terminen el centro escolar en el que comienza su hija mayor el curso 2021-2022. Su paciencia organizativa dispone de dos años: los que faltan para que, por cuestiones de edad, se pueda producir la reunificación escolar de las dos hermanas y puedan ir a clase, lejos pero juntas, en La Luna.
