Entrevista: Irene Chaparro
Marta Torres, de 55 años, dice que su casa la tiene en Albacete y en una maleta. Durante su infancia, estuvo muchos meses enferma y su madre le enseñó a leer y escribir mientras ella permanecía en la cama, gracias a los cuentos y los poemas de Gloria Fuertes. Por eso se confiesa enamorada de la escritora de la que ha realizado dos trabajos y planea llevar a cabo un tercero. Después, le regalaron un libro ilustrado con los cuentos de Walt Disney. Recuerda que era como entrar en un mundo diferente, y sigue evocando la emoción al abrirlo y disfrutar de toda su magia. Durante su carrera ha creado obras para público adulto, como ‘Los hilos de Vulcano’, estrenada en 2016 en el festival de teatro de Mérida, y otras de teatro infantil, como su ‘Cenicienta del siglo XXI’, producción de la compañía Teatro de Malta que ahora llega al auditorio Pilar Bardem el domingo 29 de noviembre gracias al programa cultural estatal Platea.
La obra comienza con una canción que dice: “Un cuento clásico para el futuro”. ¿Cómo se actualiza un relato que se lleva contando desde hace siglos?
Más que actualizar el cuento, lo que he hecho es coger un material de un cuento preexistente y crear otro. Es muy complicado saber qué hacemos con los cuentos clásicos, porque realmente son un material cultural de primer orden. No podemos renegar de nuestro pasado cultural y artístico. Por eso, a la hora de contárselos a los niños y niñas, hay que explicar, contextualizar y completar hablándoles de la evolución que ha tenido la sociedad. Transformar un cuento como ‘Cenicienta’ es un ejercicio muy bueno para quien lo hace. A mí personalmente me hizo mucho bien, aunque me costó. He estado mucho años trabajando en este proyecto con idas y venidas, hasta que empezó a fluir y pude terminar la dramaturgia en 2017, y después la producción, que arrancó en 2018.
Unicef dice que “los cuentos, por su valor didáctico, deberían mostrar a hombres y mujeres sin privilegios de un sexo sobre otro”. ¿Qué reflexión hace sobre esta idea?
Esa frase la tengo recogida en el dosier que hemos hecho de la función. Me parece imprescindible en los cuentos, pero también en la vida. Deberíamos llegar directamente al punto en el que ningún ser humano tuviera privilegios sobre otro ser humano, ahí es donde tenemos que ir. Mientras haya un ser humano que no sea libre, la humanidad carecerá de libertad.
Desde hace algunos años, los gigantes de la ficción infantil optan por acabar con los roles de género. ¿Cuánto hemos progresado y cuánto nos queda por avanzar?
En el tema de igualdad, queda todo por hacer, algo que reconozco en mí misma. Cuando me preguntan si soy feminista, digo que muchísimo menos de lo que me gustaría, porque arrastro una educación lejana a esto. Por eso considero que es tan importante ofrecer modelos en la infancia que enseñen otras realidades. Mi labor no es educar en valores, sino dar mi punto de vista y crear universos a través de la ficción con los que divertir al público.
La troupe de clowns es fundamental para la reinterpretación que ha hecho del cuento. También emplea la música.
Esto viene de mi estilo de trabajo. He trabajado mucho el clown. A mí me gusta abordar el teatro con el objetivo de que el público se vaya más contento de lo que entró, sobre todo cuando trabajo para niños. Me gusta hacer un teatro positivo y alegre, en el que se hable de los temas más profundos pero desde un punto de vista optimista. Esto me encanta hacerlo desde el payaso, porque es muy expresivo. En cuanto a la música, esta es una obra infantil, por lo tanto tiene que ser dinámica, y no hay herramienta más directa en la transmisión de emociones que la música.
Es realmente interesante la reinterpretación que ha hecho de personajes tan conocidos y consolidados como Cenicienta y el príncipe, rompiendo los roles de género.
Todos somos víctimas de los estereotipos. Yo creo que hay que soñar con una sociedad en la que tu personalidad no venga determinada desde tu nacimiento, ni por raza, clase social, sexo o cualquier otra cosa. Eso es lo que he hecho precisamente con el príncipe, darle un carácter sensible y soñador, porque hay muchos chicos que lo tienen. ¿Por qué no iba a tenerlo mi personaje? Además, he querido mantener la historia de amor romántica porque me parece muy bonita, aunque haya modificado el carácter de los dos personajes principales. En cuanto a Cenicienta, cuando empieza la función, a pesar de ser una chica resuelta, acepta su destino: ser maltratada y esclavizada, hasta que se da cuenta de que no hay nada escrito, de que no tiene por qué asumir eso, y entonces se marcha de la casa para buscar al príncipe, rompiendo con todo.
¿Cuál es la respuesta que le ha transmitido el público tras ver su obra?
Las redes sociales han cambiado mucho la manera de conocer la opinión del público. Antes, hacías la función y la gente se acercaba a ti en la puerta para contarte, pero ahora hay mucha gente que nos escribe mostrando su verdadera opinión. Los comentarios que tenemos son muy positivos. Además, cuando hacemos funciones para actividad escolar, mandamos una encuesta al profesorado con preguntas sencillas, orientada siempre desde el conocimiento de los profesores sobre su propio alumnado. El público infantil es muy heterogéneo, empezando desde si viven en el medio rural o, por ejemplo, en un cinturón industrial. Esto hace que la espontaneidad en el patio de butacas sea diferente, ya que cambia radicalmente y es genial poder conservar esta diversidad.
