Texto: Irene Chaparro
Tras seis años instalados en la nave que el Ayuntamiento de Rivas les cedió en la calle del Crisol, la Red de Recuperación de Alimentos de Rivas (RRAR) realiza una labor esencial para la ciudadanía con menos recursos. Debido a la pandemia, el número de familias que recurre a su ayuda, más de 220, ha crecido hasta doblar sus cifras.
Las personas beneficiarias acuden, en una inmensa mayoría, derivadas por los servicios sociales municipales. Una condición fundamental solicitada por el Banco de Alimentos de Madrid, principal donante de la RRAR, es que cada red atienda a población de su localidad. Para las personas voluntarias y colaboradoras, la labor que realizan no solo consiste en procurar alimentos a quienes lo solicitan, sino darles un trato personalizado, respetuoso y, sobre todo, digno.
Jorge López: presidente de la RRAR
“Aquí el único interés que tenemos es el humano, por eso es tan satisfactorio lo que hacemos”
Entre cajas, paquetes con verduras y palés de conservas, Jorge López, presidente de la Red de Recuperación de Alimentos de Rivas, se mueve con energía yendo de un lado para otro, organizando al personal voluntario y recitando los envíos de memoria. Este antiguo trabajador del ferrocarril, actualmente jubilado, conoció hace ocho años el germen del proyecto que actualmente preside, el Banco del Tiempo, una iniciativa con la que vecinas y vecinos intercambian favores sin transacción económica de por medio: trueque en lugar de dinero. “Me pidieron ayuda y yo accedí”, dice con sencillez, comentando en todo momento que él es un voluntario más, aunque sus compañeros “se han vuelto locos” y le “han dicho que sea el presidente.”
Según Jorge, su trabajo es fácil porque el cuerpo de voluntarios dispone de lo fundamental para que todo funcione: “Tener la voluntad de ayudar a los demás”. La recogida de alimentos se realiza tres miércoles de cada mes, organizados según los tipos de alimentos: secos (legumbres) o frescos (frutas y verduras). El 50% de las donaciones privadas recibidas son de carácter monetario, lo que les permite llegar donde el Banco de Alimentos no llega, comprando todo lo necesario en Mercamadrid. Para Jorge, el espíritu solidario que tanto caracteriza a Rivas se debe a que, hace casi 40 años, la ciudadanía ripense llegó con la oportunidad de crear una ciudad nueva de la nada, buscando siempre lo mejor para la localidad. Ese reto hizo que la gente se volcara con la vida vecinal, algo que hoy perdura y explica la ilusión y dedicación con la que se trabaja en la RRAR.
Javier García: voluntario y miembro de la junta de la RRAR
“Uno de nuestros lemas era: ojalá tengamos que cerrar porque nadie más nos necesite”
Javier, al igual que Jorge, también formaba parte del Banco del Tiempo. Sin embargo, durante la anterior crisis se dieron cuenta de que muchas familias necesitaban ayuda para lo fundamental: comer. Poco a poco, la deriva condujo a la creación de la RRAR, que ha contado siempre con la ayuda del Consistorio. El siguiente paso fue dirigirse al Banco de Alimentos de Madrid para hacer que el proyecto creciera y se pudiera ayudar a más familias.
Hoy, a todas las familias que acuden derivadas de servicios sociales se les intenta ofrecer el trato más personalizado posible. Javier se encarga de entrevistarlas para conocerlas y ver cómo y cuánto se puede ayudar. “Aquí nadie cobra nada”, dice y añade: “Supongo que lo hacemos porque queremos hacer del mundo un lugar mejor”.
No solo recogen comida, también, ropa, juguetes o libros. Actualmente, su prioridad fundamental, además del abastecimiento de alimentos, es la obtención de tabletas y ordenadores que la gente no usa, para que la infancia de las familias beneficiarias pueda seguir las clases desde casa.
Durante la pandemia, trabajaron todos los días. Hoy efectúan repartos a domicilio para la gente que no dispone de medio de transporte privado. “Queremos que nuestra ayuda sea lo más útil posible a quienes vienen, por eso también aceptamos el apoyo de la iniciativa de menús caseros del chef José Andrés, de la que nos beneficiamos durante un mes en lo peor de la pandemia [el célebre cocinero donó miles de comidas calientes a través de su ONG]”, explica Javier, que también define a la RRAR como una “máquina de reciclar” para obtener lo máximo a la hora ayudar a los demás.
Fabio Correa: beneficiario y voluntario de la RRAR
“Cuando vemos la alegría de la gente, trabajamos más y mejor”
Fabio ya fue golpeado por la anterior crisis económica de 2008, cuando después de ocho años como autónomo con su propia empresa de reparto, se vio sin empleo. Aquel aprieto le convirtió en uno de los beneficiarios de la Red de Recuperación de Alimentos. Actualmente, pone su experiencia profesional como transportista, además de su trabajo voluntario, para recoger en Mercamadrid las cajas de frutas y hortalizas, que después la RRAR distribuye entre las distintas familias. Cuenta que un día pasó por la nave, le contaron lo que hacían y se quedó. De eso ya hace cuatro años. Actualmente declara que piensa seguir “hasta que el cuerpo aguante”. Destaca el maravilloso ambiente de trabajo. Y comenta que no hay un perfil concreto de persona beneficiaria, pero siempre se procura dar un trato personalizado y los productos más adecuados a cada familia.
Voluntaria y beneficiaria
“Quienes nos beneficiamos de la RRAR también podemos colaborar”
En la cola de las personas que acuden a solicitar ayuda se pueden encontrar distintas realidades. Gente que ya acudía antes de la pandemia y gente a quien esta crisis sanitaria ha afectado directamente y ha tenido que empezar a recurrir a la ayuda que allí se facilita. Una de las usuarias ha sido víctima de violencia de género, y comenta que sus circunstancias “no son mejores o peores que las demás”, pero que es fundamental saber cuál es la situación de cada cual para poder ayudar mejor.
Ella, que se hace cargo de su familia, también ha ofrecido su ayuda como voluntaria: “Los primeros que tenemos que colaborar somos los que nos estamos beneficiando de ello”. Asegura que le gustaría poder prescindir de esta ayuda, pero lo más importante es sacar adelante a su familia. “No solo es la comida, en la RRAR son muy atentos, se interesan por saber cómo estás, aunque seamos muchos los que venimos, y eso hay que reconocérselo”.
Un matrimonio con un hijo
“Se preocupan por ti como si fueran tu familia”
La crisis derivada de la Covid-19 ha llevado a un joven matrimonio a solicitar la ayuda de la RRAR. Ella se encuentra en ERTE. Él ha perdido su empleo como camarero en un local de ocio nocturno, uno de los sectores más golpeados por la pandemia. Conocieron la labor de la red por el gran movimiento vecinal que hay en Rivas, donde conviven distintas iniciativas para mejorar la vida de la ciudadanía. Actualmente reciben, como el resto de los usuarios, una caja personalizada que también incluye productos de alimentación y cuidado para su hijo. Destacan el trato recibido: “Se preocupan por ti como si fueran tu familia”. También recalcan la importancia de labor del personal de la RRAR: “Por una parte piensas: ojalá no existieran este tipo de iniciativas, porque significa que todo va bien. Pero lo que hace gente tan maravillosa como esta es de auténtico reconocimiento”.