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Resolución de conflictos: del barrio al instituto

¿Quiénes hacen Rivas más amable? Jóvenes que mejoran el ambiente en sus centros, vecinas que median en litigios, agentes enlace de Policía...

Resolución de conflictos: del barrio al instituto

Texto: Patricia Campelo

Explicaba hace justo ocho años en estas mismas páginas una alumna del instituto público Europa que el vandalismo «te integra en tu grupo» y que estaba de moda «ir de malote». La joven describía así el contexto en el que se enmarcaba una iniciativa que aún se mantiene arrojando resultados positivos: los equipos de convivencia.

Ese mismo centro, durante este curso académico, cuenta con 65 estudiantes ayudantes y mediadores en todos los cursos, de 1º de la ESO a bachillerato. Y, a juicio del profesorado, el clima ha mejorado en los últimos tiempos.

«Aquí llevan muchos años los equipos de convivencia. Hubo un parón y, ahora, llevamos dos años impulsándolo. Nos reunimos, realizamos excursiones, formaciones y actividades en equipo. A principio de curso, un sábado por la mañana, vienen a hacer la formación y luego comemos todos juntos. Se nota la mejoría. Hay muy pocas mediaciones», sostiene Chus Jiménez (52 años), jefa de estudios y miembro del grupo de seis docentes que, de forma voluntaria, coordina esta iniciativa que trabaja la resolución de conflictos entre iguales mediante el diálogo.

Todos los institutos de secundaria de Rivas disponen de equipos de convivencia. En el Europa distribuyen al alumnado participante en dos fases: ayudante, 1º y 2º de la ESO, y mediación, 3º y 4º de la ESO y bachillerato.

«Los ayudantes están en todos los grupos y se encargan de estar atentos en sus clases para detectar conflictos, analizarlos, buscar intervenciones, ayudar a compañeros que estén solos o si se mete alguien con ellos, e integrar a un niño nuevo o a aquellos con necesidades especiales», enumera.

Cuando cumplen años, pasan a la siguiente fase: la mediación. Según explica Chus, de profesión orientadora, tras la detección de un conflicto se pone en marcha el equipo: «Se hace una petición de mediación entre dos profesores y dos alumnos que han recibido la formación».

El perfil de quienes median, esclarece la jefa de estudios, es el de jóvenes que «inspiran confianza»; «son capaces de liderar actividades»; «saben relacionarse con los demás» o «están dispuestos y motivados a ayudar». Sus propios compañeros y compañeras de clases les eligen, con el consenso del profesorado.

IDEAS Y TRABAJO COMÚN

Actividades por el Día del Libro, navidad o dentro del programa municipal Marzo Mujer. Elección colectiva del disfraz de carnaval [este año, Peter Pan]; recogidas de alimentos o jornadas de información a padres y madres del nuevo alumnado para resolver preocupaciones.

En este último tipo de acción, el grupo de convivencia prepara una presentación con fotos en la que narran a los progenitores cómo se sentían cuando recalaron en el instituto o qué miedos les invadían. «Esta actividad gusta mucho», enfatiza Chus.

Lucía Rodríguez, de 14 años y en 3º de la ESO, es alumna ayudante en fase de pasar a mediadora. «Dinamizamos muchas actividades y ayudamos en las mediaciones de los mayores», concreta. «Puedes participar [en el equipo de convivencia] hasta que te vayas del instituto. Yo empecé en 1º, y quiero continuar. Me gustan las personas, puedo confiar en todas y siempre te van a ayudar cuando necesites algo y a dar consejo. Y como organizamos todos juntos las actividades hay muy buen ambiente», relata la joven al tiempo que anima a integrarse en estos grupos. «Te sientes muy bien porque estás contribuyendo a hacer algo bueno en el ambiente en el que te estás relacionando», defiende.

Lucía de Molina, de 1º de Bachillerato, es ya una de las veteranas del equipo, y conjuga ayuda con mediación. «Ahora tengo más formación. Hicimos un cursillo en Cercedilla donde nos explicaron los pasos a la hora de mediar, el rol que hay que tomar, que hay que ser una persona objetiva y que lo importante es ayudar, buscar soluciones», detalla.

Las reuniones de grupo suelen convocarse «en los recreos», aclara Lucía, y sirven para «hablar de los temas en cuestión con los profesores o para que los alumnos ayudantes expongan problemas que están viendo en sus aulas». «El ambiente del equipo de convivencia es muy sano y ayuda a muchas personas que a lo mejor no han encontrado su sitio en el instituto. El día a día es complicado y si no te sientes cómodo en un lugar como éste no puedes ser feliz. Al final lo que hacemos es ayudar a las personas a ser felices», resume Lucía.

Otro miembro del equipo de convivencia es Rubén Ortuño, de 1º de la ESO y, por tanto, nuevo alumno ayudante. «Espero poder formarme para poder solucionar problemas y que todos estemos bien», aguarda.

UNA DÉCADA DE MEDIACIÓN

En los barrios de Rivas, un grupo de once mujeres y un hombre dedica su tiempo libre de manera voluntaria a tratar de resolver con diálogo los conflictos que surgen en el vecindario. Se trata del Servicio de Mediación Vecinal, enmarcado dentro de la Concejalía de Participación del Ayuntamiento de Rivas, y con sede en la Casa de Asociaciones, donde se reúnen cada mes y realizan guardias lunes y miércoles.

Este grupo voluntario, heterogéneo en profesiones y edades, arrancó en 2006 impulsado por 18 vecinos y vecinas, que obtuvieron después formación del Colegio de Politólogos de Madrid. En 2012, la mayoría se había marchado, y el servicio se mantenía con tres mediadoras que solicitaron al Consistorio un curso de Técnicas de Mediación para poder integrar a gente nueva. Así, este grupo de resolución de conflictos aumentó hasta en doce personas, y comenzó una segunda etapa.

«Ahora queremos solicitar al Ayuntamiento más formación. Queremos saber más», confiesa María Jesús Sánchez, actual coordinadora de este servicio, un cargo que renuevan cada año.

En plena fase de confección de la memoria de 2016, los datos correspondientes a 2015 informan de 34 casos atendidos de los que 19 fueron mediables; diez solicitaron información y uno fue reabierto tras recibir mediación el año anterior. 15 conflictos fueron planteados por gente del Casco Antiguo; 12 de la zona de Covibar-La Partija y siete de las urbanizaciones. 18 solicitudes las presentaron hombres y 16 mujeres.

Diez respondieron a problemas de medianerías; siete por convivencia; seis por ruidos; seis por cuestiones de salubridad y las cinco restantes por árboles, animales y obras. «Tras contactar, explicamos en qué consiste la mediación, que es un sistema para arreglar conflictos a través del diálogo con una persona que es neutral y que está aquí para equilibrar la conversación entre ambas partes. Después mandamos una carta al invitado [la otra parte del problema] y si no contesta en diez días, le mandamos una segunda», cuenta María Jesús.

«Si no contesta, le decimos a la persona que nos ha pedido la mediación que no se puede hacer, ya que es totalmente voluntaria», añade sobre la parte más difícil del proceso. «Si contesta le invitamos a venir, le explicamos qué es la mediación y si la acepta firman un documento de confidencialidad las dos partes, con las que hablamos primero por separado y luego nos juntamos. Pero son ellos quienes tienen que llegar a acuerdos».

En 2015, fruto de la difusión que de este servicio hacen sus miembros, 15 de los casos atendidos fueron derivados por el Ayuntamiento, cuatro por la Policía Municipal, dos por la Guardia Civil y el resto conocieron este recurso por la revista municipal, folletos o el boca a boca de usuarios o amistades. Cada año, según informan en su última memoria, llegan «menos consultas de casos donde no es posible mediar».

El éxito de la mediación vecinal y comunitaria que se practica en Rivas ha rebasado la frontera del término municipal, y otras urbes se interesan por conocer estos métodos. Así, en marzo dos mediadoras ripenses participaron en unas jornadas del Ayuntamiento de Gijón (Asturias) y un grupo de estudiantes de mediación de Zamora visitó Rivas. Los consistorios de Madrid, Torrelodones y Alcalá de Henares también se han fijado en este servicio.

«Tenemos mucha actividad», resuelve María Jesús. Alumnado de la carrera de Educación Social realiza prácticas anuales en este equipo. El objetivo último: contribuir a extender la cultura de la mediación. «Hacemos todo lo que está en nuestras manos para que no haya necesidad de llegar al juzgado porque ahí no se dialoga. Hay que hablar antes para alcanzar acuerdos, ésa es la mejor forma de arreglar conflictos».

JUEZ DE PAZ QUE EVITA LA GUERRA

Aún recuerda Antonio Martínez Vera, ex alcalde de Rivas, al ‘tío’ Rogelio, que no era familia pero estaba relacionado con toda la población ripense, por entonces, disgregada en fincas al otro lado de la carretera de Valencia. Eran los años 50, y Rogelio Díaz era el juez de paz, un cargo que hoy ostenta el propio Antonio, tras haber sido nombrado por el Pleno municipal en 2016.

«Le recuerdo sentado en su silla, cuando el Ayuntamiento estaba en la Casa del Árbol, en la finca de El Porcal. Me parecía muy mayor, pero no debía tener mucho más de 60 años», esboza Antonio sentado en su despacho, en la antigua Casa Consistorial, en la plaza 19 de Abril, flanqueado por estanterías que conservan los libros del registro de mediados del siglo pasado, con páginas amarillentas, algunas, estampadas con la firma de Rogelio, y tapas raídas. El juzgado de paz ripense depende del de primera instancia, ubicado en Arganda del Rey. Antonio lamenta que Rivas (85.000 habitantes) continúe con un mecanismo judicial tan propio de las pequeñas localidades.

«Aquí damos mucho trabajo a Arganda, juzgado que ya está masificado y donde enviamos muchos asuntos porque no tenemos potestad para resolverlos», deplora. Desde la planta baja de la vieja Casa Consistorial, Antonio despacha tareas relacionadas con el registro civil y los exhortos [comunicaciones o peticiones] entre juzgados. «Estamos cuatro oficiales, un secretario y yo. No tengo horario pero como vivo cerca vengo cada mañana, y estoy siempre conectado para firmar los exhortos», explica este jubilado de 81 años, primer alcalde de Rivas en democracia con una agrupación independiente.

Otro ex alcalde ripense, Francisco de Pablos, es el juez de paz suplente. Hace «no tantos años», según refiere Antonio, el titular de este organismo judicial local dirimía de forma directa en conflictos vecinales, e imponía condenas sencillas. «Se hacían juicios orales a los que acudía el fiscal de Arganda, y las penas podían consistir en limpiar las calles o pagar una multa. De forma obligada».

Discusiones por ruidos, dinero o lindes nutrían la problemática habitual. Hoy en día, poca gente busca el amparo del juez de paz, aunque Antonio informa que su pequeño juzgado mantiene esa esencia, y le pueden requerir para mediar y aconsejar en conflictos. Pero nada más, ya que estas instancias judiciales han quedado relegadas a meras correas de transmisión de los juzgados de primera instancia, es decir, no resuelven procedimientos ni dictan sanciones. Inscripciones de nacimientos, defunciones y matrimonios copan el día a día del juzgado de paz ripense.

«El expediente de bodas, por ejemplo, lo mandamos a la fiscalía de Arganda. Allí se estudia, se verifica que no estén ya casados y lo remiten de nuevo a Rivas para admitirlo», ilustra.

El pesado elefante burocrático ha ido desplazando la cotidianidad del juzgado de paz y dejando para la memoria histórica las intervenciones del ‘tío’ Rogelio o las el propio alcalde Santero, a quien recuerda Antonio con una vara en la mano saliendo de la casa que hacía las veces de Ayuntamiento para tratar de resolver alguna bronca entre vecinos.

Otros recursos para la resolución de conflictos

AGENTES ENLACE

Un grupo de agentes de la Policía Municipal integra la Unidad Operativa de Seguridad Integral de Intervención Inmediata que actúa en el ámbito de la seguridad integrad, con miembros especializados en la prevención y seguimiento de problemas relacionados con jóvenes. Se trata de policías enlace por su carácter colaborador y por la coordinación que establecen con otras instituciones implicadas.

Bajo este marco de actuación, la unidad trabaja con la población joven en actividades relacionadas con la educación vial y, también, en acciones para detectar y prevenir situaciones de malos tratos, agresiones sexuales, conflictos familiares, vandalismo y grafitis, desamparo y abandono, fugas del domicilio o de centros tutelados, alcoholismo y drogas, absentismo escolar, mendicidad infantil, explotación laboral, delincuencia, violencia escolar y otras situaciones atípicas.

MEDIAR EN ZONAS VULNERABLES

Desde 2006, y dependiente de los servicios sociales municipales, el Servicio de Mediación Vecinal en el barrio de Los Ámbitos trabaja con personas que reúnen distintos factores de riesgo de exclusión social, residentes en 250 viviendas del municipio adjudicadas por el cupo especial de necesidad. Personal técnico cualificado interviene desde la mediación en estos domicilios, algunos de los cuales «son recursos residenciales de asociaciones u ONG», apuntan desde el equipo de mediación.

«Nuestra intervención se dirige a apoyar las juntas de comunidades en la gestión adecuada de las mismas, ligada a servicios básicos como limpieza, seguridad, iluminación, agua, televisión o ascensor», describen.

El equipo profesional aborda de manera comunitaria conflictos como dejación de funciones, gestión opaca, ineficacia, ocupación de espacios comunes o vandalismo; e individual: planes de pago, mal uso de zonas comunes, goteras o ruidos. «Se establecen reuniones con las partes por separado y en común, objetivando la información, resaltando los objetivos comunes y favoreciendo el acuerdo», explican.

«La mediación es voluntaria y confidencial, y se basa en el empoderamiento de las partes. En el caso de que el conflicto no sea mediable o no haya deseo de abordarlo, se orienta desde otra perspectiva apoyándonos en Servicios Sociales, oficina de Derechos Civiles o Servicio de Psicología», resumen. Según relata el equipo de Mediación, se resuelven el 80% de los casos atendidos.

«La mitad de los mismos exige después seguimiento y revisión de los acuerdos». Asimismo, se evitan denuncias en Policía Municipal, «y la detención de muchas de las interpuestas, logrando que no se judicialice el conflicto».

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