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José Luis de la Osa: historias del deporte

Periodista deportivo y ripense desde hace casi tres décadas, José Luis de la Osa rescata la memoria del desporte en el programa 'Informe Robinson'.

José Luis de la Osa: historias del deporte

Reportaje incluido en la revista municipal ‘Rivas al Día’ de abril de 2014.

Texto: Patricia Campelo. Fotografía: Luis García Craus.

Pese al contexto desfavorable y a los pronósticos aún peores, todavía quedan periodistas televisivos que disponen de los dos elementos clave para realizar productos de calidad: tiempo y recursos. Es el caso del periodista y vecino de Rivas José Luis de la Osa (1969), redactor en el programa ‘Informe Robinson’.

Natural de Cuenca pero ripense desde sus años de estudiante, ha vivido la transformación de la ciudad casi a la par que los cambios sufridos en su propia profesión. A Rivas llegó en 1986 para alojarse en casa de su hermana, en Covibar, mientras estudiaba la carrera de Ciencias de la Información en la Universidad Complutense. «Casi soy un colono», asegura.

Por aquellos años fue testigo de las protestas vecinales que pedían una mayor accesibilidad al municipio, así como un incremento en la dotación de los servicios municipales.

«Recuerdo que era todo campo, los autobuses pasaban uno cada hora para ir a la facultad. La transformación ha sido tremenda», rememora. Mientras, la vertiente profesional de su vida empezaba a girar en torno al oficio de contar historias. «Después de terminar la carrera no sabía qué hacer.

Mandé el currículo a medios de provincias, y nadie me respondía», explica. En esa búsqueda se topó con la posibilidad de hacer el costoso máster de un diario nacional. «Mis padres me animaron y me ayudaron a hacerlo. Al acabar, hice prácticas durante el verano y después te concedían una beca de unos siete meses. A mí me la dieron en Canal Plus, en deportes», detalla.

«Yo casi soy un colono de Rivas», asegura José Luis, que llegó al municipio a mediados de los 80.

Con el tiempo, la cadena privada se convirtió en su casa. «Empecé a trabajar de reportero en los campos de fútbol y, tras un tiempo, caí en la edición de programas deportivos, en el control manejando escaletas, etc», relata.

Su gran oportunidad, en cambio, estaba por llegar. En 2010 le ofrecieron la posibilidad de formar parte de la plantilla que, cada mes desde hace siete años, narra con intimismo, delicadeza y estética las historias del deporte desde la mirada de sus protagonistas: ‘Informe Robinson’. A partir de ese momento en que dejó el control técnico de los programas, José Luis volvió a la «pureza del periodismo», como él mismo define: el reporterismo.

Acompañado de un cámara y un realizador, este ripense lleva casi cuatro años recorriendo el mundo congelando relatos para la posteridad. El nexo común es el deporte y, bajo ese pretexto, el equipo del que forma parte José Luis ha contado algunas de las historias más bellas, más trágicas y más olvidadas de deportistas de todo el mundo.

En el momento de la entrevista [mediados de marzo], José Luis había regresado recientemente de Bélgica, Luxemburgo y Francia, lugares donde había recogido testimonios del entorno cercano al ciclista Luis Ocaña -ganador del Tour en 1973- para su último reportaje. Y a los pocos días, su maleta volvía a llenarse para viajar, esta vez, a Buenos Aires. Allí le esperaba otra historia: la del atleta, futbolista y poeta de Tucumán Miguel Benancio Sánchez, desaparecido durante la última dictadura militar argentina.

«Invadimos el habitat de una persona; durante seis o siete días vivimos con ellos en sus casas, con sus familias»

Para trazar el relato trágico de este deportista ha recabado los testimonios de su hermana y círculo cercano. Una vez en el lugar, el equipo del programa se sumerge en el ambiente del protagonista, percibiendo así las distintas sensibilidades con las que traza después el hilo argumental del reportaje. «Siempre que llevo un guión acabo tirándolo porque cuando estás con la gente descubres cosas nuevas que eran imprevisibles», explica José Luis.

Este es uno de sus secretos y la explicación de cómo el periodista transmite emociones con su trabajo: la convivencia cercana con la fuente. Como ejemplo, José Luis cita una de las historias que le marcó, la del atleta de Togo que quedó en sillas de ruedas tras sufrir un atentado, Kodjoví Obilalé. «Nos dijo que sólo quería una entrevista y nada más. Y así nos fuimos para allá. Pero después de tres días en su entorno te lo vas ganando, y logras que no sea sólo una entrevista. Obilalé nos llevó en su coche, hablamos con antiguos compañeros de trabajo, estábamos en su casa…», enumera José Luis. «Invadimos el hábitat de una persona; durante seis o siete días vivimos con ellos en sus casas, con sus familias».

Los viajes que José Luis ha realizado son también recorridos interiores por historias que dejan huella. Es el caso del relato que narró en el programa ‘Fútbol en el infierno’, con testimonios de españoles presos en el campo de concentración nazi de Mauthausen.

«Me sorprendió la cantidad de jóvenes que van a Mauthausen a conocer la historia», confiesa José Luis, que visitó el campo de concentración nazi para su reportaje ‘Fútbol en el infierno’

«La excusa de ese reportaje fue un jugador español de fútbol que al estallar la guerra se alistó en el ejército republicano para combatir el avance franquista en Madrid. Después cruzó a Francia y allí acabó en uno de los campos de refugiados españoles», concreta.

«Iban huyendo de una guerra y se dieron de bruces con la invasión nazi de Francia. Serrano Súñer [ministro franquista] dijo a las autoridades francesas que aquellos no eran españoles, sino apátridas, y que los dejaran en mano de los alemanes. Los metieron en vagones de tren, y aparecieron en Mauthausen».

Los españoles fueron los primeros en llegar a este campo de concentración nazi. Entre ellos, Saturnino Navazo Tapias, el protagonista de este relato, que esquivó la muerte organizando partidos de fútbol que entretenían a los militares alemanes. «Gracias a eso tuvo mejor vida, ya que pasó a la cantina del campo a pelar patatas y eso le permitía de vez en cuando guardar comida y repartirla entre sus compañeros de barracones».

Para montar este reportaje, José Luis viajó a Mauthausen, al centro de memoria construido en el mismo lugar que albergó el campo de concentración. «Me sorprendió la cantidad de jóvenes que van allí a conocer la historia», confiesa.

También habló con personas cercanas a la vida de Navazo, como su hijo adoptado: un niño judío que llegó a Mauthausen desde el campo de Auschwitz. «La Cruz Roja solía quedarse con los niños huérfanos, pero Nazavo se hizo cargo de él en el campo y, después, el niño quiso quedarse con él».

Cuando no está inmerso en alguna de sus historias del deporte, José Luis participa de forma activa en iniciativas de la ciudad con su familia. «Sobre todo cuando tienes niños, las posibilidades que te da Rivas son infinitas», concluye.

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