Mientras la ciudad disfruta, Prote trabaja. Prote es la abreviatura informal con la que sus integrantes llaman a Protección Civil. Personas voluntarias, pero profesionales, que sin cobrar un euro realizan una labor imprescindible en la vida de cualquier ciudad: ya sea ofreciendo asistencia sanitaria en un accidente o emergencia, dando cobertura a un evento multitudinario o apoyando en la extinción de un fuego. Prevención y atención, desde el altruismo.
Reconocibles por sus uniformes azules y naranjas, en Rivas Vaciamadrid son 89 integrantes, el 42% mujeres. Y su jefa, desde noviembre de 2022, es María Rodríguez Yago, una ferrolana de 58 años, amante de la natación y la esgrima que se ha convertido en la primera mujer en dirigir la agrupación ripense, creada en un lejano 1991, cuando la ciudad apenas contaba con 30.000 habitantes (hoy ya alcanza los 100.000).
Técnica en emergencia sanitaria, esta vecina de Mejorada del Campo entró en la agrupación ripense en 2012. Tras un bagaje profesional de diez años en nuestra ciudad, la alcaldesa Aída Castillejo la nombró jefa hace dos otoños, a propuesta del anterior responsable, Sergio Fuentes.
«Suena a tópico, pero lo mejor de ser de Prote es la sonrisa. La que se me pone a mí por el hecho de trabajar. Pero especialmente las de las personas a quienes ayudas. Y la sonrisa de los compañeros por el trabajo bien hecho»
Es una tarde de miércoles. Seis de la tarde. María llega al edificio de Protección Civil, estrenado en 2007, procedente de su trabajo. Se cambia de ropa y se viste el uniforme. Y mientras posa para la fotografía que ilustra este perfil, responde a la primera pregunta.
– ¿Qué es para usted Protección Civil?
– Una forma de vida. Puedo dar algo y lo doy. Sin pensar cómo ni por qué. Me gusta ayudar. Y me genera un crecimiento personal importante. A veces, incluso, pienso que es un poco egoísta. La compensación afectiva y emocional que recibes merece la pena.
Criada en una ciudad con mar, acostumbrada a las mareas y los oleajes, María ya ejercía como socorrista con 16 años, aunque lejos de su Ferrol natal, en la hermosa playa de Area, a cuatro kilómetros del pueblo lucense de Vivero. Y como “culo inquieto” que es, según se autorretrata, de vigilante en el arenal pasó a la DYA (Asociación de Ayuda en Carretera).
Tras mudarse con apenas 21 años a Madrid, decidió seguir vinculada al ámbito del voluntariado, donde ya acumula 37 años. 18 de ellos en Protección Civil, cuerpo al que hoy, como jefa de agrupación, dedica 20 horas semanales solo en tareas administrativas, a las que se suman las guardias: en 2023 acumuló, por ejemplo, 1.500 horas (el equivalente anual a una jornada laboral semanal de 35 horas).
«Rivas es una ciudad joven y dinámica, que genera mucho movimiento de calle. Y muy deportista. Se programan muchos eventos. Como intentamos cubrirlos casi todos, exige personal cualificado y disponible»
Para valorar tantas horas de servicio conviene recordar que María tiene un empleo como administrativa, que es su sustento económico, y que el tiempo que dedica a Prote –donde no cobra nada- lo extrae fuera de su jornada laboral: “Cuando accedí al puesto me sorprendió la carga administrativa que acarrea. Vengo de ese mundo laboral, y no me supone un problema. Pero hay mucha carga”.
– ¿Lo mejor de formar parte de Protección Civil?
– Suena a tópico, pero la sonrisa. La que se me pone a mí por el hecho de trabajar. Pero especialmente las de las personas a quienes ayudas. Y la sonrisa de los compañeros por el trabajo bien hecho. No hay que olvidar que todo el cuerpo, aún siendo voluntarios, es profesional.
– ¿Y lo más duro?
– Ciertas situaciones que se dan por las condiciones del servicio. Dura fue la época de la pandemia. Duros son los finales que no esperas o no quieres. Y desde mi posición actual, decir no a gente con la que antes trabajabas mano a mano, ese cambio en el momento que pasas a ser jefa: la visión que tienen de ti es distinta.
Con sus 100.00 habitantes, Rivas ya es la undécima localidad madrileña en población. “Es una ciudad cuya característica principal es la extensión en superficie. Se nota, por ejemplo, cuando estás en el Casco Antiguo y te sale un aviso en Covibar o el barrio de La Luna. Es una ciudad joven y dinámica, que genera mucho movimiento de calle. Y muy deportista. Se programan muchos eventos. Como intentamos cubrirlos casi todos, exige personal cualificado y disponible. Y una alta capacidad de organización”. Y añade: “Tenemos muy buena relación con el Ayuntamiento, se valora mucho nuestro trabajo, y eso no siempre pasa”.
EL PERSONAL
Si hay algo que María repite en la conversación es el agradecimiento a las mujeres y hombres que integran la agrupación: “El orgullo se siente cuando se tiene y se trabaja con un equipo tan profesional y generoso como el que conforma la plantilla de Rivas”. Tantas horas de guardia entre sus integrantes generan complicidades. A veces, amistades. Y hace años, hasta una boda.
Entre el personal figura una de sus dos hijas, la pequeña de 27 años. “Ella viene del orden militar, y entiende muy bien la jerarquía. Si hay que dar una orden, se da”, bromea la madre.
“El orgullo se siente cuando se tiene y se trabaja con un equipo tan profesional y generoso como el que conforma la plantilla de Rivas”
Si hay un evento que exige a Protección Civil son las fiestas. En mayo, Rivas celebra las suyas. “En 2023 movilizamos un equipo de 100 personas por cada turno de cada día, sumando las otras Protes que nos apoyaron con efectivos. Y teníamos disponibles diez ambulancias”.
Cuando este mayo disfruten de las fiestas y bailen, coman o briden en grata compañía en el recinto ferial o en el Casco Antiguo, las mujeres y hombres de Protección Civil estarán velando ahí fuera. Trabajando sin cobrar. Ejemplo de generosidad social.