Texto: Lucía Olivera y Cristina Pérez.
Poco después de que las clases empezaran en el colegio público Victoria Kent, un padre llama apurado a la puerta exterior. Lleva un casco rosa y blanco en la mano. Después de cruzar la plaza a la que dan las puertas de los módulos que componen el colegio, da por fin con el patio trasero, donde 20 niños y niñas montados en sus bicis esperan en fila impacientes a comenzar la siguiente actividad del día. La cara de una de las niñas se ilumina al verle. El padre entrega el casco a una profesora y sale corriendo.
Mientras tanto, dos policías locales acaban de preparar un circuito que emula, con todo tipo de detalle, las vías de una ciudad. Hay semáforos con luz, pasos de cebra, señales de tráfico… Hasta una glorieta al fondo de la avenida central, con seto y flores incluidos. Así, con mucha emoción y algunos despistes de última hora comienza la jornada de seguridad vial en el Victoria Kent. El policía local José Antonio López Gómez comienza la clase explicando al alumnado que, en esa actividad, la idea es aprender: “Cometeréis algún fallo, os lo diremos y así aprenderéis”.
Con ganas viene Lucas, uno de los alumnos dispuesto a circular, confirmando la teoría del agente: “Aquí aprendemos a conducir para cuando seamos mayores”. Su compañero Pablo tiene también clara la importancia de esta actividad: “Claro, si no aprendemos bien las señales, no las respetaremos de mayores, y eso está mal, nos pueden denunciar y todo”.
“Se lo han currado mucho con el circuito, y eso me da más ganas de trabajar en él”, dice Yurena, otra alumna que se confiesa ciclista, sale con su padre por las calles de Rivas y lleva a la práctica lo que aprende en este circuito: “Antes no prestaba mucha atención a algunas señales y ahora sí”. Quizás tenga influencia en su gusto por la actividad que, a veces, puede ver a su tío: “Es policía y me encanta estar con él. Esta vez no ha venido, pero suele estar en los circuitos de seguridad vial de los coles”.
“Tienen una imagen nuestra bastante cercana durante su etapa escolar. Yo mismo vivo aquí y muchas veces veo a algún niño dándole un codazo a su madre diciendo: mira, mamá, ahí está el policía”, relata el agente José Antonio López. La actividad del circuito de educación vial se enmarca dentro del Programa de Apoyo Municipal a los Centros Educativos (PAMCE), donde también está implicada la Policía Local.
9.000 alumnos y alumnas pasan por estas clases cada año, que se ofrece a toda la etapa de infantil y a 4º, 5º y 6º de primaria. En el caso de los dos últimos cursos, no solo se trabaja en el circuito, sino que cuentan con otra hora de teoría. Un tiempo en el que no solo se trabajan señales y movilidad, sino también valores: “Somos educadores sociales y en estos cursos se trabajan aspectos de prevención de problemas futuros, no ya solo de seguridad vial, sino de relaciones con los iguales. No somos docentes, pero ejercemos de ello, y según las opiniones del profesorado, no lo hacemos mal”, dice José Antonio López.
ENRIQUECEDORA
“Es una iniciativa muy interesante y útil, enriquecedora para el alumnado, para su desarrollo y educación, porque no solo se trabaja educación vial, sino valores como el respeto, el cumplimiento de normas, estar pendiente de otros”, explica Yolanda Fernández, profesora de toda el área de bilingüismo del colegio Victoria Kent. Este año se encarga del grupo de 5º de primaria e imparte clases de inglés, natural science y social science, donde se enmarca esta actividad. “Este curso, por protocolo Covid no hemos podido realizar tantas actividades como en ediciones anteriores, pero intentamos participar en todas las posibles porque creemos que la educación no es solo lengua o mates, tenemos que trabajar de manera integral el desarrollo de la persona”.
Atendiendo las necesidades del alumnado se encuentran la asistente de conversación en inglés Esther Llanes, vecina de Rivas y estudiante de magisterio, y la estadounidense Alexis Marshalec. “Hay que aprovechar que a estas edades todavía son esponjas. Todo lo que les enseñemos, en inglés o en su lengua materna, se les queda mejor y les ayuda a abrir la mente y comprender el mundo”, exponen ambas.