Texto: Patricia Campelo.
Sin saberlo, Baloo había llegado a este mundo con una misión, pero tardó en revelarse su valía. Este pastor alemán sufría un problema de mal comportamiento: se mostraba agresivo con otros canes, era «dominante» y su dueña «no se hacía con él».
Después de pasar por las manos de David Carazo, instructor canino, Baloo se transformó. Canalizó su anterior belicosidad en juego. Ahora se divierte, es feliz y, sin saberlo, realiza una función de vital importancia: ha aprendido a salvar vidas, conocimientos que entrena en la Unidad Canina de Rescate de Rivas.
«Este perro es la causa principal por la que nos metimos en esto. Estuve un tiempo adiestrándolo y fue increíble. Derivó toda su energía a la búsqueda. Resultó ser un perro espectacular», se enorgullece David sobre su pupilo.
A partir de este entrenamiento y después de intentar, sin éxito, sumarse a alguna de las unidades caninas de la región, este licenciado en Educación Física, instructor de salvamento, profesor de baile y trabajador de la cooperativa Covibar decidió organizar su propia agrupación junto a su colega Rubén Martínez, grado superior en Actividades Físicas y Deportivas, coordinador de la piscina de Covibar y de la escuela multideporte de la fundación de discapacidad FUNDAR y empleado de la sección deportiva de la Universidad Carlos III.
Hoy, David y Rubén junto a Baloo, Talco, un pastor blanco suizo, y Kronos, un cruce de pastor alemán, forman un equipo preparado para la búsqueda y rescate de personas desaparecidas. Bajo la fórmula de la asociación, estos dos vecinos emprendedores desempeñan la tarea de manera no lucrativa. Según aseguran, es su pasión, alimentada por el amor que sienten hacia los animales sumado a un acrecentado rasgo solidario.
El resultado es esta unidad, creada el pasado marzo, con la que de momento han entrenado en simulaciones. Aún no han probado su capacidad ante un caso real. «Hemos realizado actividades para que nos vayan conociendo, como simulacros con agrupaciones de Protección Civil de toda la Comunidad de Madrid. Y las distintas policías y la Guardia Civil tienen nuestros contactos. Siempre que necesiten un apoyo más en la búsqueda de personas nos pueden llamar. Es mejor si en un rastreo puede haber el mayor número posible de perros», explica Rubén.
En las pasadas fiestas del barrio de Covibar realizaron una exhibición. «También vamos a colegios para explicar lo que hacen los perros y hacer demostraciones. A los niños les encanta y aprenden que, además de ser animales de compañía, también desempeñan una labor importante».
BÚSQUEDA POR PREMIOS
El método que siguen los instructores para motivar a los canes es, en apariencia, sencillo. «No hay trucos, sólo paciencia y horas de repetición», sintetiza Rubén. «Ellos buscan su premio, que es jugar. Y asocian el premio al momento de encontrar al desaparecido. No hay más. Igual que en los perros detectores de drogas o explosivos», apostilla David.
En la búsqueda, los canes siguen el «olor a personas» a través de los «rastros más recientes», y cuando advierten a alguien en una posición, para ellos, anómala, es decir, sobre el suelo, comienzan a ladrar para avisar del hallazgo. «En catástrofes, ellos van los primeros ya que en las zonas peligrosas detectan los temblores. Una vez localizada a la persona, intervienen las unidades de rescate», concretan.
Los mejores canes para estas labores, según reconocen David y Rubén, son aquellos provistos de un «buen hocico» para rastrear mejor. «Tienen más receptores olfativos», puntualizan. La vitalidad es otro factor esencial. «Necesitan tener mucha energía y ansia por jugar porque están muchas horas buscando, y no pueden desesperarse y aburrirse si no encuentran y dejar de buscar».
HALLAR Y SALVAR
Además de la búsqueda de personas desaparecidas, la Unidad Canina ripense se ha preparado para la segunda parte del operativo: ofrecer socorro a la víctima.
En una fase embrionaria del proyecto, la idea de estos ripenses residía en un tándem en el que uno protagonizase el rescate con el perro, en primer término, y otro detrás para practicar los ejercicios de salvamento y auxiliar a la persona hallada hasta la llegada de los equipos de emergencia. Finalmente, ambos obtuvieron las titulaciones oficiales de Instructor y Educador canino y de Salvamento y Soporte Vital Básico, formando una unidad de rescate más completa.
«También nos hemos formado en salvamento acuático, otro proyecto que queremos unir con los perros de rescate», avanzan. A la hora de buscar financiación con la que sufragar los costes que acarrean los equipos que utilizan, la Unidad imparten cursos, conferencias o adiestramientos.
«Lo que obtenemos va para material o juegos para los perros», aclaran. Como expertos en la materia, Rubén y David ofrecen algunas recomendaciones en la educación de estas mascotas.
«El error más común es tratarles como a un hijo. Se les puede mimar, pero con unos límites. El perro no puede subir al sofá o comer de nuestra comida», aconsejan. «No podemos cambiar su estatus. Ellos se mueven en manada, donde hay una jerarquía que nosotros no entendemos y, cuando llega a la familia, sin darnos cuenta, le ponemos por encima de nosotros. Eso le trastoca», aseguran.
Por ello, insisten ambos instructores en no perder de vista la esencia animal. «Si no olvidas que es un perro será más estable y feliz, disfrutará más, y tú también», resumen.
Unidad Canina de Rescate de Rivas