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Igor Jiménez: corazón de hierro en la montaña

Este ripense lleva una válvula mecánica que no le ha impedido ascender a cumbres de más de 4.000 metros. Una cadena de televisión se ha hecho eco de su hazaña.

Igor Jiménez: corazón de hierro en la montaña

Texto: Patricia Campelo

Igor Jiménez contaba con 27 años cuando empezó a notar un cansancio poco habitual mientras practicaba deporte, aunque le restó importancia. Acostumbrado al ejercicio, y en plena forma, se percató que incluso subiendo las escaleras sentía fatiga. Pero no fue hasta una revisión médica de la empresa para la que iba a comenzar a trabajar cuando le detectaron una cardiopatía.

Desde entonces se ha empeñado en identificar los límites a los que puede someter su cuerpo, y su último hito ha sido la escalada de seis montañas volcánicas en Ecuador, una experiencia con la que Igor busca arrojar algo más de información sobre la problemática de las personas portadoras de válvulas mecánicas, una afección que tiene que ver mayoritariamente con gente mayor pero que no deja exentos a jóvenes.

En el caso de Igor, hace una década que le diagnosticaron la dolencia. «Me hicieron un chequeo, y el doctor me dijo que tenía un soplo en el corazón; que me lo mirara. Fui al cardiólogo y no le dio mucha importancia pero me mandó un electrograma donde se vio que tenía una malformación congénita, desde que nací, y eso me provocaba una insuficiencia respiratoria», explica Igor, de 38 años. «Tenía un poco de reflujo de la sangre bombeada; parte de la misma volvía al corazón nada más salir», añade.

Ha ascendido la cordillera del Guangua, en los Andes peruanos, el Monte Rosa (Alpes), zonas del Himalaya o el monte Toubkal (Marruecos)

Hasta el momento, el descubrimiento de esta patología le conllevaba cada año la realización de cardiogramas, «y en un futuro, cambiar la válvula»: una operación invasiva que Igor asumía que debería afrontar al cabo de los años. Lo que no imaginó este ripense vecino de la plaza Pirineos, en Covibar, fue que ese futuro llegaría tan pronto. A la tercera revisión, su insuficiencia moderada se había convertido en severa, y debía pasar por quirófano para que le instalaran una prótesis aórtica.

«Me lo tomé mal. Te haces muchas preguntas: si podría hacer deporte, llevar una vida normal, seguir con las actividades que hacía hasta ese momento», recuerda. De eso ya hace una década y, desde entonces, Igor es portador de una válvula mecánica, toma cada día sintrón y acude al centro de salud Santa Mónica para el chequeo mensual de la coagulación.

«Me implantaron la válvula mecánica porque es de por vida, no hay que cambiarla, y a la gente joven le suelen poner de ese tipo. Si me hubieran puesto la orgánica no tendría que tomar sintrón, para la coagulación de la sangre, pero me la tendría que cambiar cada 10 o 15 años. Y es una operación muy invasiva», puntualiza.

Es portador de una válvula mecánica, toma cada día sintrón y acude al centro de salud Santa Mónica para un chequeo mensual

«El único problema asociado es el tener que tomar anticoagulante para que no se formen trombos en la válvula. Y, por ejemplo, debo tener mucho cuidado con los golpes para no tener un derrame ante una contusión fuerte», concreta.

Es por eso que Igor extrema las precauciones en cada actividad de alta montaña que lleva a cabo, una afición que no ha abandonado y que le ha llevado, en los últimos tiempos, al ascenso de la cordillera del Guangua, en los Andes peruanos, del Monte Rosa, en los Alpes, a 4.600, a zonas del Himalaya, al monte Toubkal, de Marruecos y, este último año, a las volcánicas de Ecuador.

Para el verano Igor piensa, de momento, en un reto más sencillo: un trekking por Islandia. La primera vez que afrontó el desafío de la escalada en altura ¿se considera así a la de más de 3.000 – 4.000 metros-, Igor se informó y recabó diferentes opiniones médicas.

Dio con una profesora de la Universidad de Zúrich, portadora de una válvula mecánica a la que habían patrocinado una escalada al Everest

En ese periplo investigador dio con el caso de una profesora de Química de la Universidad de Zúrich, alpinista aficionada y portadora también de una válvula mecánica en el corazón, a la que habían patrocinado unos laboratorios durante una escalada al Everest. «Intercambiamos varios mails. Ella me decía que llevase un coagulómetro y que tuviera los mismos cuidados que una persona sana», relata Igor.

IGOR EN TELEVISIÓN

De su última escalada, en las volcánicas de Ecuador, este intrépido ripense, licenciado en Económicas y trabajador de Publiespaña, quiso dejar plasmada su experiencia para que pudiera servir a otros jóvenes portadores de válvulas en el corazón.

Para ello, buscó patrocinadores y plataformas para la difusión. «Pensé que no habría mucha gente con mi problema y haciendo estas cosas. Expliqué a varias empresas mi caso y mis retos, por si querían asociarse con mi imagen. Me contestaron unos laboratorios que hacen coagulómetros con mucho interés. Querían sacar del ámbito sanitario el tema de la coagulación de la sangre», detalla Igor.

De esta forma, ambas partes idearon formas para divulgar el tema, y dieron con la posibilidad de hacer un vídeo sobre la última escalada y colgarlo en la web de Deportes de la cadena de televisión Cuatro. Y así hizo Igor junto con los cinco amigos que le acompañaron en su última aventura, en octubre del pasado año. El vídeo se publicó a principios de marzo en la web de la cadena, y se puede localizar escribiendo en el buscador el nombre del protagonista: Igor Jiménez, y las palabras ‘volcánicas’ y ‘Ecuador’.

La cadena de televisión Cuatro ha emitido un vídeo sobre la escalada de Igor a las cumbres de Ecuador el pasado otoño

«El vídeo lo hemos montado nosotros con las imágenes que recogimos en Ecuador. A los responsables de la web les gustó la idea. También me puse en contacto con la asociación de portadores de válvulas cardíacas para contarles todo lo que íbamos a hacer y ahora les voy a mandar el vídeo», avanza Igor. «Sobre todo se trata de dar respuestas a jóvenes que pasan por esta situación», apostilla.

BUCEO, POR AMOR

El siguiente reto que Igor quiere abordar tiene que ver con el submarinismo, una actividad que desea poner en práctica junto a su pareja. «Un cardiólogo me dijo directamente que no me lo planteara. Seguí buscando respuestas y acudí a un médico hiperbárico, que son los que te evalúan para poder bucear o no. Me mandó hacer unas pruebas por las que nunca antes había pasado, y las he superado, así que podré bucear», asegura satisfecho Igor ante la nueva aventura con la que quiere demostrar una vez, con su práctica, que es posible.

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