Texto: Patricia Campelo
Todo comenzó con el objetivo de perpetuar las cálidas relaciones vecinales de los pueblos y de los antiguos barrios de las grandes ciudades, cuando los miembros de estas comunidades se conocían y tiraban de favores para encarar el día a día.
La asociación Intertiempo, ubicada en uno de los despachos de la Casa de Asociaciones, surgió hace nueve años de la preocupación de un grupo de amigas, ripenses pioneras del oeste de la ciudad, por estrechar lazos que contribuyeran a seguir «creando barrio».
«Nos preguntamos qué podríamos hacer que fuera algo social, donde no interviniera el dinero y sólo la buena fe, porque a veces necesitas un favor y el vecino ni te conoce», aclara Margarita Barnese, una de las fundadoras de Intertiempo, el banco del tiempo de Rivas.
La idea la vieron en un programa de televisión que hablaba del banco del tiempo de Barcelona, el primero de España. Las ripenses contactaron con las responsables de la iniciativa barcelonesa e importaron la fórmula. El resultado fue el banco del tiempo que continua con éxito en Rivas y en el que participan 320 vecinos y vecinas intercambiándose favores cotidianos.
Desde pequeñas reparaciones domésticas a masajes o consultas jurídicas: la gama de favores es variada como lo es la ciudadanía ripense que participa en Intertiempo, y cualquiera puede integrar esta asociación que pone en contacto ofertas con demandas concretas. Tan solo se debe poseer algo para ofrecer y tener en cuenta que las peticiones se realizan para favores delimitados y puntuales. «Tenemos claro que no se quita trabajo a nadie. Son favores, no trabajos», clarifica Margarita, ripense desde hace 32 años.
«Además, no se trata solo de llamar a alguien de un listado, sino de conocerse Salimos también a la sierra, hacemos excursiones. Me gusta decir que hacemos barrio, esa es nuestra filosofía», apostilla. De esa esencia, precisamente, ha surgido el proyecto innovador que, después de tres cursos experimentándolo en un colegio, el José Hierro, y en un instituto, el Duque de Rivas, saltará el curso que viene al otros centros: el banco del tiempo escolar y familiar. Después de Barcelona, Rivas ha sido el primer sitio en desarrollarlo.
EN EL AULA
Los docentes Juan Luis del Barco, del José Hierro, y Mayte Girón, del Duque de Rivas, llevaron a las aulas la iniciativa que tanto éxito estaba cosechando fuera, entre vecinos y vecinas. En este caso, se trataba de reforzar la autoestima, la cohesión y la cooperación del menor a través del intercambio de habilidades y conocimientos.
De este modo, el Banco del Tiempo escolar iguala destrezas, otorgando el mismo valor a quien ofrece reforzar matemáticas, enseñar grafitis o mejorar en un deporte. No solo se intercambian los conocimientos en las asignaturas, sino cualquier cosa que un alumno puede enseñar a otro, todo siempre dinamizado por el profesor, que orienta la clase y promueve la participación de todos, según ha identificado Vicky Peña, usuaria de Intertiempo que ha profundizado en el Banco del Tiempo escolar.
En el caso del docente Juan Luis del Barco, ha ido introduciendo variantes y ha probado el intercambio de estudiantes de diferentes edades. También, se ha realizado este curso una experiencia piloto con estudiantes universitarios de Pedagogía, que acudieron al centro durante dos sesiones para visitar las aulas de 6º de Primaria (11 y 12 años) y detectar inquietudes que resolvieron después diseñando unos talleres.
En el caso del Duque de Rivas, además, la experiencia del Banco del Tiempo escolar fue presentada el pasado año en el marco del programa europeo Comenius.
«Gracias a estas experiencias, los chavales aprenden que no todo en la vida pasa por el dinero, sino que la persona es el valor fundamental, la auténtica riqueza del sistema», apunta Margarita.
Asimismo, los docentes han señalado algunas de las bondades de esta iniciativa, como la pérdida del miedo escénico, la mejora de las relaciones personales y la convivencia en la clase y el incremento de los valores de respeto, tolerancia, empatía, solidaridad, multiculturalidad y trabajo en equipo. También se ejercita el compañerismo, se trabaja de manera lúdica, permite que los niños, niñas y adolescentes creen su propio proyecto y, en general, se mejoran los vínculos de toda la comunidad educativa, incluidas las familias.
FAMILIAS
Precisamente, de la vinculación de las familias en el ámbito educativo ha surgido también otra variante del intercambio de favores: el Banco del Tiempo familiar. «Las familias tienen mucho que dar, por ejemplo, un padre o una madre que hable bien inglés y que se ofrezca a dar clases de repaso antes de un examen; o un tío o una tía que trabaje en una fábrica y organice una visita guiada para la clase; u otro familiar que practique un deporte e invite a otro familiar», ejemplifica Margarita.
«Se trata de reafirmar las relaciones no solo del alumnado y familia, sino de las diferentes familias entre sí», aclara. Este tipo de banco del tiempo se puso en marcha a finales del curso pasado a través de las AMPAS, que ahora lo han vuelto a retomar promoviendo jornadas de lecturas dialógicas para incorporar en el centro escolar a diferentes miembros de las familias.