Texto: Eugenio G. Delgado Fotos: Luis García Craus
La biblioteca Gloria Fuertes es el escenario ideal para que cuatro mujeres dedicadas a la literatura se encuentren para debatir sobre el papel del género en las letras a lo largo de la historia, el estado actual de las cosas y si el futuro será mejor o peor para ellas.
Todo ello, en este abril en el que Rivas celebra su Mes del Libro bajo el lema ‘Mujeres y letras’. La primera cuestión que brota de forma natural es por qué las escritoras han sido olvidadas o silenciadas. Sirva como ejemplo que sólo hay 14 mujeres premiadas con el Nobel de Literatura en comparación con 100 hombres.
«La única razón es que la literatura no ha sido ajena a la discriminación que han sufrido durante años las mujeres en los ámbitos político, social y cultural», afirma Elena Muñoz, gestora cultural desde hace más de 30 años y que ha desarrollado principalmente su carrera profesional en Rivas.
Citando a Virginia Woolf y su libro ‘Una habitación propia’, la poeta ripense Naila Gómez añade: «Actualmente, hemos conseguido tener un espacio para nosotras para escribir, como reclamaba Woolf, y eso nos da independencia. La escritora británica plantea qué hubiera pasado si artistas como Miguel Ángel hubieran nacido mujer. ¿Hubieran podido desarrollarse igual? Creo que estamos empezando a construir un espacio más igualitario, que no igualitario del todo».
La impresión general es que el feminismo está avanzando y las cosas cambiando, pero Rocío Prieto, divulgadora de escritoras olvidadas de la Guerra Civil Española y posguerra, no lo tiene tan claro.
«La historia está escrita, fundamentalmente por hombres y ellos destacan lo que quieren. El feminismo está muy bien y conseguir cada vez más visibilidad es muy importante, pero tienes que cambiar una rueda que ya está hecha y que es mucho más fácil continuarla que volver a empezar. Es necesario un proceso de deconstrucción y volver a construir. Y eso es muy peligroso porque todos los cimientos se pueden caer. Ojalá todo cambie, pero ¿cómo lo haces?», se pregunta.
Andrea Sayago, joven escritora de 18 años y vecina de Rivas, acaba de publicar su primera novela, ‘Zach Wood’, en la que trata el problema del acoso escolar, que sufrió y ha superado. «Personalmente, no me ha costado obtener más visibilidad por ser mujer. Creo que se ha dejado un poco de lado ese aspecto y las redes sociales te permiten llegar a mucha más gente sin discriminación. Mi esfuerzo se está viendo recompensado», comenta.
En este punto, Naila desea destacar que «el feminismo está viviendo un reverdecimiento, ha vuelto a brotar con fuerza otra vez. Estuve en la manifestación del 8 de marzo y fue realmente histórica, pero continúa habiendo falta de visibilidad».
Elena lanza, entonces, una afirmación global: «En la base de la educación está la cultura y no al revés, porque si educas pero luego no tienes ámbitos donde esa educación se asiente, que son los culturales, no hay forma humana de que un país prospere, sino todo lo contrario. A veces creo que hay gente que prefiere que ni pensemos, ni nos cuestionemos, ni le demos vueltas a la cabeza. En la raíz del problema está que España tiene un déficit muy importante a nivel cultural».
«DEPENDE DE NOSOTRAS»
Andrea insiste en que internet te ofrece, «en estos momentos, un anonimato en el que no importa si escribe una mujer o un hombre». La presentación de su primer libro, ‘Zach Wood’, se realiza el sábado 21 de abril (14.00), en la carpa montada en el exterior de la biblioteca Gloria Fuertes.
Naila, quien participa ese mismo día (19.00) en el recital poético del Colectivo Vitalismo, señala que «el primer paso para ganar presencia debe partir de nosotras. No debemos esperar a que los hombres nos los faciliten. Depende de nosotras. Tenemos que autoformarnos, ser autoconscientes y, partiendo de esa base, es cuando va a empezar a crecer una conciencia social».
Un día antes, el viernes 20 de abril (18.00), en el centro cultural García Lorca, Rocío presenta su ponencia sobre escritoras olvidadas de la posguerra, centrándose en tres autoras: María de la O Lejárraga, Mercedes Salisachs y Dolores Medio.
«Lo primero de todo es saber ver. Llega un momento en el que ves de otra manera. Cuando sabes ver y eres consciente de todas las discriminaciones que ha sufrido la mujer desde siempre, es cuando actúas», subraya.
Junto a otras cinco creadoras, Elena será una de las protagonistas del encuentro ‘Escritoras, mujeres y musas: mujeres en la literatura’ y está de acuerdo en que el camino que plantea Naila es el adecuado: «Hago un llamamiento a las mujeres: cuanto más sepamos, cuanto más nos valoremos, cuanto más conscientes seamos de nuestro papel en la sociedad, menos nos van a poder discriminar».
Sin embargo, casi todas han sufrido o visto esas desventajas. «Si una mujer tiene que ocuparse de un doble trabajo, que es la casa y la familia, y además escribir, tenemos muchas más desventajas respecto a los hombres», destaca Naila, y Rocío le responde yendo a la raíz: «El problema es que el hombre no tiene que elegir porque su trabajo siempre es lo más importante y nosotras, sí. La presión social para ser una buena madre es muy grande».
Elena reconoce que ella nunca lo ha padecido directamente, pero sí ha encontrando «micromachismos, es decir, detalles, que te hacen notar una diferencia por ser mujer. Es algo arraigado, como inconsciente».
LOS HOMBRES DEBEN SER ALIADOS
En cuanto al papel que deben jugar los hombres en este proceso igualitario, Andrea Sayago dice que ve a la juventud «más concienciada». «Cuanto más joven eres, pienso que está más interiorizado», explica.
La experiencia de Rocío Prieto plantea otro punto de vista: «A nadie le gusta perder sus privilegios y los hombres tienen muchos. Es difícil modificar esto porque ellos no van a renunciar a esos beneficios tan fácilmente. Si esto ha traspasado tantos siglos es porque muchas mujeres también son machistas».
Elena Muñoz expone que «durante mucho tiempo, las mujeres no hemos tenido lo que nos hace libres, la independencia, y hemos tenido que aguantar todo lo que nos venía. La clave está en hacer suma de individualidades para que los colectivos funcionen, pero muchas veces pedimos a la colectividad que nos solucione nuestros problemas. Tenemos que empezar nosotras o no vamos a ningún lado. Yo no considero a los hombres enemigos».
«Progresivamente, va habiendo más hombres que se consideran aliados, pero también tenemos que tener claro que ésta es nuestra lucha y ellos lo que deben es acompañar nuestras reivindicaciones porque somos nosotras las que tenemos que luchar. Que nos veamos obligadas a elegir en muchos aspectos es algo cultural, no biológico», asegura Naila Gómez.
A pesar de los esfuerzos de muchas mujeres, lo que desde luego no ayuda es que, por ejemplo, un Premio Nobel como Mario Vargas Llosa afirme que «el feminismo es el más resuelto enemigo de la literatura». «Efectivamente, el feminismo es el enemigo de la literatura de Vargas Llosa, tal y como él la entiende. Desde su punto de vista, sólo contempla su literatura y la de hombres», lamenta la poeta ripense.
«A mí me da pena que una persona de la inteligencia de Vargas Llosa, y que ha escrito libros maravillosos, se venda a los medios por titulares, sólo para hacer negocio, y que le den cobertura», rechaza Elena. No obstante, Rocío propone que «hay que separar al autor de su obra».
Y Andrea responde: «Un autor no se puede separar del todo de su obra porque en ella, te des cuenta o no, siempre estás volcando algo importante de ti. Realmente, no creo que se pueden separar. Se puede intentar, pero no sé si conseguir». Naila reconoce que este tema siempre ha generado «controversia»: «No sé hasta qué punto podemos separarlo; las personas somos contradictorias». «Yo voy a criticar a Vargas Llosa por lo que dice, desde luego, pero no voy a pedir que le quiten el Premio Nobel», añade a la conversación Elena.
NO EXISTE LA LITERATURA DE MUJERES O PARA MUJERES
Las cuatro quieren desterrar la idea de que existe una literatura de mujeres o escrita para mujeres. «No escribo pensando en si me van a leer mujeres u hombres. Yo escribo porque me gusta escribir y me lo paso bomba escribiendo. En todas mis novelas la protagonista es femenina, excepto en la última, que está sin publicar, y en la que es un hombre. Fue divertido escribir desde esa perspectiva. Yo sólo creo en la buena o mala literatura», sentencia Elena.
Naila opina igual: «Escribo desde mi punto de vista y da la casualidad que soy mujer, aunque no voy a escribir únicamente sobre mi cuerpo o sobre mi percepción del mundo como mujer, pero también sobre ello. Hablo sobre lo que creo, más allá de ser mujer. El problema es que el genérico es masculino y, por eso, cuando habla un escritor en primera persona parece que habla para todo el mundo y cuando lo hace una mujer se piensa que es sólo para mujeres».
«Mi público es mayoritariamente femenino, pero yo escribo y que me lea quien quiera, y punto. Pero sí que es verdad que, en este aspecto, mis protagonistas son siempre hombres. Me resulta más sencillo ponerme en el lugar de un hombre y cómo afrontaría él las situaciones, que en el de una mujer», indica Andrea.
Rocío sí que apunta una sensibilidad femenina especial. «Puedo disfrutar con ‘La Montaña Mágica’, de Thomas Mann, o leyendo a Borges, lo que hace con la sintaxis y cómo juega con las palabras, pero luego si leo ‘Circe y los Cerdos’, de Carlota O’Neill, siento que la literatura escrita por una mujer conecta más conmigo, que me ayuda a ver y que lo puedo aplicar mejor a mi vida».
Para concluir, estas cuatro mujeres que trabajan en el ámbito de la literatura expresan un deseo común proponiendo un símil: «Que este impulso no sean sólo bengalas. Mientras duran, todo es bonito y está perfectamente iluminado, pero, cuando se apagan, nos damos cuenta de que el camino es todavía larguísimo y que va a costar muchísimo».·
ENTREVISTAS
Rocío Prieto. Divulgadora
«Las escritoras olvidadas me han enseñado el tesón y la constancia»
Residente en Villanueva de la Cañada, y de 52 años, ha desarrollado su vida profesional como diseñadora industrial hasta que hace diez -«cuando mi trabajo decidió que era demasiado mayor», señala-, apostó por sus dos grandes intereses: la mujer y la literatura. Desde entonces, investiga y realiza ponencias sobre escritoras de la Guerra Civil y posguerra.
¿Qué hay que aprender de las escritoras olvidadas?
A mí lo que me han enseñado y demostrado es muchísimo tesón y constancia. Muchas de ellas mantuvieron durante años litigios con la censura para poder publicar y se mantuvieron firmes hasta conseguirlo.
¿Es difícil hallar la obra de estas creadoras?
Es muy, muy difícil encontrar sus libros. Hay fragmentos, PDFs, textos en tesis, cartas¿, pero encontrar libros completos es complicadísimo. No se ha reeditado casi nunca a muchas escritoras y cuando se hace es con su obra mutilada o, todavía, bajo el nombre de sus maridos o amigos, como tenían que hacer para publicar.
Andrea Sayago. Escritora
«Escribir algo que no sientes no tiene sentido»
Con la mayoría de edad cumplida, acumula más de 3.120.000 lecturas de 10 novelas en la aplicación Wattpad y acaba de publicar su primer libro ‘Zach Wood’, que trata sobre el acoso escolar y la ayuda que necesitan los adolescentes cuando sufren este problema.
¿Escribir le ha servido como catarsis?
La verdad es que no tanto para liberar miedos, frustraciones o experiencias pasadas como para liberar las ganas de contar y conseguir que se note un cambio en el problema del acoso escolar. Pienso que se ha visibilizado muchísimo, y que el primer paso se ha dado, pero que ahora falta que los profesores se conciencien y que los compañeros y compañeras no miren para otro lado cuando ocurre. Lo sufrí ocho años, en el colegio y el instituto, y me decían que eran exageraciones mías.
¿Es más fácil para usted escribir sobre experiencias personales que ficción?
En el libro no vuelco experiencias concretas personales mías. Hablo del ‘bullying’ como problema actual y real. Supongo que es más fácil escribir de lo que conoces y de lo que sientes que de cualquier cosa que se te pueda ocurrir. Pero eso me pasa a mí. Escribir algo que no sientes no tiene sentido.
Elena Muñoz. Gestora cultural
«Las mujeres sufrimos una doble discriminación»
Licenciada en Historia del Arte y responsable de Ediciones Ondina, esta vecina de Rivas de 58 años tiene ocho libros publicados de novela, poesía y relato corto. Durante tres décadas se ha dedicado a la enseñanza, a la comunicación y al marketing de contenido en redes.
¿Qué papel juega la mujer en la literatura, no sólo como escritora?
Faltan mujeres editoras, que participen en los jurados, que estén premiadas. En este campo, las mujeres sufrimos una doble discriminación: la que ya de por sí padece la cultura y la de ser mujeres.
¿El dinero es un factor determinante?
Si hablo de mi experiencia me he podido encontrar con dificultades, pero no por ser mujer, sino porque el proyecto no convencía. En el mundo de la empresa, el mecenazgo y los patrocinios manda la economía. Si les interesa, te lo aceptan, y si no, no. Animo a las escritoras a que pasen la barrera de la publicación. En nuestra editorial las ayudaremos.
Naila Gómez. Poeta
«La poesía le interesa a más gente de lo esperado»
A sus 24 años, Naila vive en el municipio desde que tenía 12. También es Licenciada del Arte y va a empezar un máster de Educación artística en instituciones culturales y sociales. Forma parte del Colectivo Vitalismo y de Hijas del Incendio, compuesto exclusivamente por mujeres. Tiene dos poemarios inéditos, ‘Blancas noches eléctricas’ y ‘Ácido’, y está trabajando en un diario poético que se llama ‘Genealogías’.
En estos tiempos de internet, ¿a quién le interesa la poesía?
Es curioso porque ahora la poesía más comercial está pegando un acelerón muy grande con autores como Marwan o Irene X. Le interesa a más gente de lo esperado, incluso, a los sectores jóvenes les atrae cada vez más. Está ganando muchos adeptos y es una evolución muy interesante.
¿Se ha tenido que abrir la poesía a otras disciplinas para llegar a más gente?
Cada vez se hacen más ‘jam sessions’ y se combina la música con la poesía, pero yo no la entiendo así. Para mí, se trata de escribir, de mover conciencias y de llevar la poesía y su capacidad de transformación a lugares donde se supone que no se lee.
