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Julia Gutiérrez Caba: «Es inaceptable que un móvil suene en una obra de teatro»

Una de las grandes actrices de la escena española protagoniza 'Cartas de amor'. Comparte tablas con Miguel Rellán. Este sábado, en Rivas (20.00).

Julia Gutiérrez Caba:

Entrevista: Nacho Abad Andújar.

Que Rivas se ponga en pie para recibir, por primera vez en su historia, a una de las grandes actrices de este país: Julia Gutiérrez Caba, madrileña nacida en la calle Mayor e integrante de una saga familiar que tanto ha dado al teatro español.

A sus sus 84 años, esta mujer de verbo reposado sigue en el oficio de las tablas. Desde verano de 2016, comparte escena con otro ilustre, Miguel Rellán. Ambos protagonizan ‘Cartas de amor’, obra de Albert Ramsdell Gurney (1989), adaptada y diriga ahora por David Serrano (‘Días de fútbol’ en cine o ‘Buena gente’ o ‘Lluvia constante’ en teatro) y que llega al auditorio Pilar Bardem de Rivas el sábado 3 de junio (20.00, entradas agotadas).

No subía a las tablas desde que en 2001 estrenó una versión de ‘Madame Raquin’, de Émile Zola.

Desde 2001 he hecho televisión y algo de cine. Antes de ‘Cartas de amor’, pisé el escenario hace dos años: unas lecturas de textos clásicos con José Luis Gómez. Por tanto, no es la primera vez desde 2001 que subo a un escenario. Si nos referimos a una obra de teatro al uso, se puede decir que sí he vuelto con ‘Cartas de amor’. Pero siento que el teatro no lo he dejado nunca. Por circunstancias personales, estos últimos años me convenía más la televisión, no moverme de Madrid y no hacer gira.

¿Por qué dijo que sí a esta función, qué le animó?

A estas alturas de mi vida aguanto poco los ensayos prolongados: estar mucho tiempo de pie, memorizar textos largos… Esta obra tiene unas condiciones especiales: estamos sentados leyendo, aunque también interpretamos. Me gustó el proyecto, trabajar con Miguel Rellán, con quien solo había coincidido brevemente en televisión, y con un director joven como David Serrano. Se trataba de una propuesta bonita y cómoda.

La obra tiene una ventaja: el texto lo tiene entre las manos, las cartas que leen usted y Miguel Rellán.

Cada uno tiene su texto en las manos. Pero no solo leemos. Estamos interpretando unos personajes. Eso se percibe perfectamente cuando se asiste a la función. Por cierto, muy atractiva. El público está respondiendo muy bien.

Pactó con el director no hacer giras. Pero aquí la tenemos, en Rivas, tras haber pasado por muchos lugares.

Es verdad. Le dije al director que sin giras. He hecho viajes por España desde la infancia, al principio acompañando a mis padres actores. A estas alturas de vida, me resiento de los viajes y los cambios de hotel y teatro. Todo me va pesando con los años. Pero, por otra parte, tras el éxito en Madrid, y ahora que el teatro no pasa por los mejores momentos, me parecía injusto no seguir con el proyecto y desatender las ofertas de representación que nos iban saliendo.

¿Qué hace que el teatro no pase por sus mejores momentos?

El teatro no ha sido nunca la joya de la corona en este país. Ha tenido etapas buenas y malas. Ahora nos encontramos con muchas dificultades. Se ha dicho mil veces: con un gravamen de impuestos que hacen daño. Siendo un espectáculo público, falta apoyo de las administraciones. En este país, que no en otros, si de algo se prescinde en una crisis es de comprar libros e ir al cine o al teatro.

¿Echaba de menos el teatro?

Es curioso, a ratos sí echaba de menos los horarios. A las cinco de la tarde, cuando empiezas a moverte y te diriges al teatro, tenía momentos de inquietud. Mi cuerpo y mi mente estaban acostumbrados al trabajo. En ese sentido, sí lo echaba de menos. Pero hacía otros trabajos interpretativos, porque la profesión no la he abandonado nunca.

Sigue en el oficio a sus 84 años. Mientras cuerpo y cabeza lo permitan, ¿las gentes del teatro no se retiran nunca?

Es cierto. Mientras puedas y te resulte más o menos cómodo, sigues haciendo teatro, porque es tu vida. Al menos para quien, como yo, lo ha conocido desde la infancia.

Pasado el tiempo, ¿nota al público cambiado?

En algunos aspectos, sí. Ahora atiende y escucha más. Los textos son más interesantes y exigen más atención. En ese sentido, el teatro ha evolucionado favorablemente. Sin embargo, hay otros inconvenientes, como los dichosos teléfonos móviles, tan útiles para que hablemos en cualquier circunstancia. Pero que suenen en una obra es inaceptable. Y es algo que en España el público aún no ha asimilado: móviles que suenan o pantallas que se encienden.

Y en esta era tecnológica, retoman una obra donde se leen cartas y cartas: papel y palabras.

Lo explica el personaje de Miguel Rellán durante la representación, para quien es fundamental escribir desde pequeño. La escritura queda. Una conversación telefónica, no. La escritura la puedes guardar, volver a leer. Ahí van tus sentimientos con letra. Las bondades de la escritura en papel son mayores como recordatorio, como parte sentimental de la vida.

En escena ha protagonizado mucha comedia. Alguna vez ha dicho que le hubiera gustado hacer más drama.

Me hubiera gustado hacer varias cosas en su momento: una comedia musical y algún clásico más. Trabajar con música debe de ser el colmo de la maravilla. Me encanta la música. Es algo pendiente, para cuando vuelva en la otra vida.

¿Qué música le gusta?

Sobre todo, la clásica. También el jazz. La música me ha salvado de momentos difíciles, especialmente la clásica.

¿Ha estado alguna vez en Rivas?

No, aunque soy madrileña, de la calle Mayor, y me queda cerca. Pero es una ciudad de la que oímos hablar.

¿Le gusta el Madrid de ahora?

Nací en la calle Mayor, así que soy muy madrileña en ese sentido. Quiero a mi ciudad con todos los defectos que tiene, como quieres a las personas aunque tengan defectos. Madrid los tiene. Hay un exceso de coches, que nos invaden y ensucian. No digo que sea la mejor ciudad del mundo, pero sí la que más quiero.

Y ahora, ¿qué espera de la vida?

Si echamos cuentas, no me queda mucho. No se sabe cuánto. Pero no podemos olvidar que estoy en el tramo final. Espero que la vida me siga dando esta etapa de trabajo ilusionante. El público ha recibido muy bien ‘Cartas de amor’. Estoy contenta de trabajar, me proporciona alegría. ¿Qué puedo pedir? Que esto siga un poco más, unos años más.

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Los personajes que recuerda con más emoción

«Después de más de 60 años trabajando, son tantos los personajes que recuerdo con intensidad. Ha habido obras fundamentales en mi vida como ‘A Electra le sienta bien el luto’, de O’Neill, montaje dirigido por José Luis Alonso que hicimos en el María Guerrero (1965) y en el que tuve la suerte de compartir reparto con Nuria Espert, Alfredo Alcón y otros muchísimos intérpretes.

También ‘Petra regalada’ (1980), de Antonio Gala, durante dos años, con mil representaciones, porque entonces se hacían dos funciones al día. Otra obra, que estrenamos con la compañía que tuvimos mi marido y yo durante diez años: ‘Las tres gracias de la casa de enfrente’ (1975).

Sin olvidar ‘La procesión de la señora Warren’ (1973), de Bernard Shaw, o la comedia ‘Flor de cactus’ (1966), con Alberto Closas.

Y recuerdo mi primera etapa, cuando se fijan en ti, con muchas obras de Miguel Mihura. Estrené seis comedias de él en un momento en el que entró en el teatro con un humor distinto, revolucionando la comedia. Y no me olvido del teatro en televisión, con Estudio 1, con autores muy interesantes como Pinter o Shaw».

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‘CARTAS DE AMOR’. SÁBADO 3 JUNIO / 20.00. Auditorio Pilar Bardem. Entradas agotadas.

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