Reportaje: Patricia Campelo
El 29 de septiembre de 2011, como cada día desde que firmó el compromiso para el pago de su vivienda, Emilia López esperaba que llegara la misiva que le confirmara el calendario de pagos acordado, y hacer frente como pudiera al alquiler del piso del Instituto de la Vivienda de la Comunidad de Madrid (IVIMA) en el que residía en Rivas.
En paro, sin ingresos ¿hasta 2014 no empezó a cobrar la Renta Mínima de Inserción-, sola y con dos hijos a su cargo, esta vecina hacía tiempo que arrastraba serias dificultades para resolver su deuda. Pero ese día tampoco llegó la esperada notificación, sino la comitiva desahuciadora.
«Llamaron al timbre, abrí, y ahí estaba la Guardia Civil, el secretario judicial y un camión de mudanzas», repasa con ojos vidriosos. En sus manos, el funcionario portaba la resolución que resolvía el lanzamiento [término jurídico que expresa la expulsión de la persona de su vivienda], sin más oportunidades, zanjando de un portazo la espera de Emilia.
«Me sacaron de casa y no me dejaron volver a entrar. Se lo llevaron todo. No he recuperado nada», rememora entre suspiros, agotada de aquel ciclón que arrasó su vida pero aún con fuerzas para luchar, ahora, por la gente que pueda atravesar una situación similar. Junto a esta vecina de 54 años, que radiografía con su ejemplo una problemática intensificada con la crisis económica, Conchi Leganés, de 51, Noelia Lara, de 28, y Mari Carmen Mateos, de 40, constituyen la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) en Rivas, y se reúnen en asambleas con víctimas de estafas bancarias cada lunes por la tarde en la Casa de Asociaciones, desde marzo del pasado año.
«Asesoramos, pero no somos una asesoría. Nos reunimos en asamblea para empoderarnos y acompañarnos. Informamos de los pasos que hay que dar y vamos a negociar con bancos o entidades», aclara Conchi, cuyo caso lo recordará quien viva en el municipio. En 2012, esta vecina residía con su marido en un piso propiedad del IVIMA.
En paro desde hacía tiempo, su subsidio no llegaba para afrontar el alquiler. «Lo primero es poder comer», apostilla. «Me puse en contacto con el 15M de Rivas, y de ahí con la PAH de Madrid. También me apoyaron asociaciones locales e intervino el Ayuntamiento. Se interesaron los medios de comunicación. Y la unión de todo eso presionó para evitar el desahucio. El día anterior se paralizó», detalla. Superada la batalla, el matrimonio logró quedarse en el piso, en el que reside hoy en día.
A partir de este episodio, Conchi pasó de víctima a activista, devolviendo a la sociedad todo lo aprendido. Contactó con Emilia en un curso de Cruz Roja, y ambas mujeres, junto con otra compañera ahora alejada de la actividad por problemas de salud, decidieron que Rivas debía contar con una PAH.
«Aquí también hubo un boom inmobiliario y sabemos que hay gente afectada, aunque no tenemos los datos», afirma Conchi, cuyo proceso fue de los primeros que abordó la PAH de Madrid por intento de desahucio en un piso protegido. «Con nosotros empezaron a ver que cada vez se daban más desahucios en hogares del IVIMA», apunta.
Ahora ponen su experiencia al servicio de víctimas de estafas o de gente con dudas a la hora de suscribir hipotecas con bancos. «De tanto acudir a asambleas y de escuchar a otras personas aprendes», añade.
Su asignatura pendiente, sin embargo, sigue siendo llegar a vecinos afectados. «Aún se desconoce la labor del día a día de la PAH. Se nos puede ver como una organización que va a montar jaleo en la calle, en los bancos y a paralizar desahucios, pero eso sólo es el final de un proceso. Antes de llegar a ese extremo hay un acompañamiento, negociaciones, escritos de abogados. La calle es el último recurso», aclara Mari Carmen, ahora en desempleo.
PERFIL DE LA VÍCTIMA
A lo largo del periplo activista vinculado a temas de vivienda, estas mujeres han constatado que cualquier tipo de persona puede ser víctima de un fraude hipotecario. «Han engañado a mucha gente, de cualquier tipo de edad y formación. Incluso a personas que parecían estar bien situadas», apunta Noelia, auxiliar de geriatría e hija de Conchi.
El perfil del voluntariado en la PAH sí reúne unos rasgos concretos, resumidos por Mari Carmen: «Cualquiera que sienta que es injusto todo lo que lleva pasando estos años, con una ley hipotecaria que no cumple el derecho constitucional, o que tenga ganas de luchar por cambiar las cosas. Ése es el frente común».
Asimismo, el principal mensaje que estas mujeres transmiten es el del acompañamiento y la lucha colectiva: «Una vez vengan a la asamblea y expliquen sus casos no volverán a esta solos, habrá gente apoyando. Las cosas pueden cambiar, que no sientan vergüenza por lo que les está pasando porque no tienen la culpa. Es una estafa hipotecaria». Y alientan sobre la consecución de logros: «Se van consiguiendo cosas. Al principio se ejecutaban todos los desahucios. Y las víctimas eran invisibles. Queda mucho camino por recorrer, pero no estamos como al principio. Y seguiremos luchando contra los bancos y contra los fondos buitres que se quedan con nuestras viviendas y nos dejan en la calle. Ahí nos van a tener mientras esto no se arregle», resumen.
PAH RIVAS
Casa de Asociaciones (avenida del Deporte, s/n).
Lunes, de 19.00 a 21.00. Móvil: 610 258 750.
Correo: pahrivas@gmail.com