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Tolerancia cero con la violencia de género

Octubre comenzó en España con cuatro asesinatos machistas en menos de 36 horas. En Rivas funciona el Punto Municipal de Violencia de Género.

Tolerancia cero con la violencia de género

Reportaje incluido en la revista municipal ‘Rivas al Día’ de noviembre.

Textos: José Luis Corretjé y Patricia Campelo / Fotos: Luis García Craus y Jesús Pérez

«Soy una niña de seis años», dice C.R, de 46 años. Cuando afirma que sólo tiene seis, se refiere al tiempo que ha transcurrido desde que tomó la decisión de pedir ayuda. «Se lo debo a una amiga. Ella se dio cuenta de lo que pasaba y me trajo a la Concejalía de la Mujer», recuerda C., para quien no resulta sencillo volver a bucear en un pasado que preferiría dejar en paz.

«Había tocado fondo y aún así prefería negar que me pasara nada. Fui maltratada durante 25 años y, sabes…, te cuesta venir aquí. Sobre todo porque es muy duro reconocer que te has pasado más de media vida consistiendo, en silencio, que te vejen y que te humillen», resume C.R. que se gana la vida trabajando como vigilante de seguridad. Ella es una de las tres usuarias del Punto Municipal de Violencia de Género que se han prestado a contar su historia a ‘Rivas Al Día’.

Las tres residen en esta ciudad. Las tres vinieron a este centro para tratar de rehacer su vida. Las tres lo están consiguiendo gracias a la decisión que un día tomaron de acabar con años de sufrimiento y con el apoyo del equipo de profesionales de un dispositivo público financiado por la Comunidad de Madrid y que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento ripense. M.J.L. sufrió tres intentos de suicidio antes de darse cuenta de que lo que le pasaba ‘no era normal’.

«Un día [llevaba 21 años sufriendo maltrato] mi abogada me plantó en el cuartelillo de la Guardia Civil. Allí me recomendaron que viniera a la Concejalía de la Mujer», relatamientras hace memoria del momento en que, ocho años atrás, su vida dio un giro de 360 grados. «Cuando empecé a hablar con la trabajadora social y con la psicóloga pensé que habían metido cámaras en mi casa. ¡No me podía creer que supieran, antes de que yo les contara, lo que me pasaba a diario!», rememora sin ocultar aquella sensación de incredulidad.

V.M. se decidió a llamar al 016 después de la enésima discusión con amenazas mantenida con el que entonces era su marido. Sólo han pasado dos meses de aquel ‘paso de gigante’ y, sin embargo, le parece que haya transcurrido un siglo.

«Me trataron muy bien y me pusieron enseguida en contacto con este centro», evoca y pasa a explicarse: «Lo peor de todo es la culpa que arrastras por ser una mujer profesional, con amistades y con cierta cultura a la que machaca su pareja. Crees que la culpable eres tú porque le haces perder los papeles», añade conteniendo la emoción y la rabia.

VIVA DE MILAGRO

A V. su pareja intentó ahogarla hace siete años. «Me pegó e intentó estrangularme. Y no lo hizo porque le di la razón con gestos sobre lo que me reprochaba», reconoce. «Creo que él es víctima porque no le han educado en el respeto a los demás. No me da pena, pero reconozco que él lo tiene más difícil que yo».

Montse Vega, coordinadora del Punto de Violencia de Rivas, se resiste a calificar a los maltratadores como víctimas. «En la desigualdad todos perdemos, hombres y mujeres, pero en la violencia de género sólo hay una víctima y esa es la mujer», defiende. Habitualmente el entorno social, laboral y familiar anima a a las víctimas de maltrato a ‘dejar correr el agua’ y a callar. «Los trapos sucios se lavan en casa», le decía el agresor a M.J.L.

«Mi madre solía decirme que ‘la cuchara que has escogido es con la que tienes que comer aunque te haga llagas en la boca», añade C.R. En todos los casos las entrevistadas reconocen que sus parejas proyectaban la imagen del perfecto marido, padre y amigo. M.J pasó años de baja laboral porque pensaba que la depresión y las crisis de ansiedad que sufría se la producía el trabajo. Tras reconocerse como víctima de maltrato supo que no era así y ya ha vuelto a su antiguo empleo.

ACEPTARLO CUESTA

Visibilizar el maltrato, reconocerlo, es un proceso arduo que no se da el primer día que una mujer sometida a violencia de género acude al Punto Municipal. «Suelen llegar por estar inmersas en un proceso de divorcio o porque alguna amiga les ha animado a acudir a algún taller de los que hacemos», explica la coordinadora de este centro que lleva funcionando desde 2005 y que forma parte de la red regional que se creó tras la aprobación de la Ley Integral contra la Violencia de Género.

«Lo primero que te dicen es que se sienten mal, que tienen mucho miedo a dar el paso, que les invade la culpa», señala Montse Vega, la primera persona que las atiende al llegar. En la mayoría de los casos, a estas trabas se les une el miedo que les han metido en el cuerpo respecto a que si denuncian les van a quitar la casa, a sus hijos e hijas y que las van a dejar tiradas en la calle.

Tras la entrevista con la trabajadora social se inicia una serie de consultas con la psicóloga del centro, así como con la abogada que apoyará en todo momento la decisión que adopte libremente la mujer. «A menudo se dice por ahí que en lugares como éste ‘comemos el coco’ a las mujeres para que se divorcien y para que denuncien a sus parejas. Y eso no es verdad», reclama Susana Mampel, abogada, que recuerda cómo en un juicio el letrado que defendía al agresor llegó a decir: «Fueron ustedes las que le dijeron a ella que había sido maltratada», señalando a las profesionales del Punto de Violencia.

«En éste y en el resto de los centros de la red regional respetamos la decisión de la mujer, sea la que sea. Y la mayoría no denuncia», concluye. La tarea de la psicóloga consiste en facilitar un proceso terapéutico de apoyo, escucha y aceptación de la mujer. «Este es un lugar protegido para que ellas se sientan capaces de reconocer y ponerle nombre a los que les pasa, al tiempo que se les da herramientas para que recuperen su autoestima», resume Ángeles Arrechederra, terapeuta del centro.

Muchas de las usuarias de este servicio participan después, y sin diferenciarse, con otras mujeres de Rivas en los talleres de relajación y crecimiento personal que organiza el Ayuntamiento para las ripenses. Gran parte de ellas mantienen un vínculo longevo con el centro.

NO SÓLO DENUNCIAR

En contra de los mensajes que suelen encabezar gran parte de las campañas dirigidas a las víctimas de violencia machista, el equipo de profesionales del Punto Municipal de Rivas se muestra contrario a poner el acento en la denuncia.

«Deberíamos hacer entender a quienes nos leen que la violencia de género es una realidad que no sólo tiene que ver con las mujeres, sino que afecta a toda la sociedad», reclama Montse Vega. «Estamos hablando de un tema que tiene que ver fundamentalmente con las relaciones afectivas. Cuanto más controlador es el hombre, más sumisa se vuelve la mujer «, completa Ángeles Arrechederra. Una de las cuestiones que más interés demuestran las entrevistadas por denunciar es ‘el espejismo de la falsa igualdad’.

«Vienen chicas jóvenes aquí para decirnos: ‘si él me chilla, yo le chillo. Si él me pega, yo le pego», denuncian desde el Punto Municipal. Y completan: «Asumir el mismo rol no asegura la igualdad». Otro de los falsos mitos a los que aluden es que la violencia de género no se da exclusivamente en la pareja. También se da cuando hay acoso sexual, laboral, o en las violaciones. La violencia como arma contra la no obediencia de las mujeres hacia los hombres se les enseña desde muy pequeños: en la familia, en la escuela, en los medios de comunicación.

CONTAR O NO CONTAR

«Yo ya se lo he contando a mis hijos», reconoce V.M. «Ellos han escuchado durante años los gritos y las discusiones. Pero todavía no hemos metido el dedo en la llaga. Tenemos una conversación pendiente pero me da cosa porque ellos también son víctimas».

M.J. tiene otra forma de pensar: «Mis hijos nunca se enteraron de lo que pasó en nuestro matrimonio. Aunque ellos también fueron maltratados, prefiero no contarles para no ponerles en contra de su padre». C.R. tiene otras preocupaciones: «Si me preguntas a qué tengo miedo…, pues a que mi hijo de 17 años no sepa relacionarse en igualdad con sus parejas».

El trabajo de profesionales comprometidas, como el que se hace desde el Punto Municipal de Violencia de Género de Rivas ayuda a salir a muchas mujeres del pozo oscuro y doloroso en el que se convierte el maltrato. «Con el tiempo y la ayuda que he recibido aquí he logrado sacar la persona que tenía dentro: una mujer libre, segura e independiente», exclama C.R. «Cuándo te das cuenta de que no estás sola, abres los ojos a otras realidades y eso te hace crecer. Tuve que empezar de cero con 40 años. Y esa suerte que tuve. Aquí he hecho muy buenas amigas que me he llevado fuera», cuenta M.J.L.

«El futuro es una puerta abierta a la libertad y quiero empezar ese camino sola. Pero también me pregunto cómo ayudar a otras mujeres que están en esta misma situación. Sobre todo porque veo que otras amigas mías también viven esto», añade V.M.

Teléfonos de interés

016: gratuito, no deja rastro en la factura.

Punto Municipal de Violencia de Género: 91 666 68 66

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