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- Entrevista: Irene Piedrabuena. Publicado en el número de noviembre de la revista ‘Rivas Cultural’.
La economía feminista se remonta al siglo XIX, cuando las mujeres ya discutían temas laborales con los grandes clásicos económicos». Quien habla es Cristina Carrasco, economista que participa, con una charla, en los actos que organiza Rivas para conmemorar el Día Internacional contra la violencia hacia las mujeres.
La profesora universitaria hablará sobre los fundamentos de la economía feminista, argumentando la necesidad de una reorganización social que apunte a la calidad de vida y no al beneficio individual.
¿Qué es la economía feminista? Se fundamenta en una crítica muy fuerte a la teoría neoclásica, dominante en todas las facultades y políticas económicas. Primero, porque ésta no tiene en cuenta el trabajo que la mujer realiza fuera del mercado. Y segundo, porque se centra en la obtención del beneficio individual. La economía feminista sostiene que las condiciones de vida de las personas, el llamado ‘buen vivir’, deberían ser el principal objetivo.
¿Qué lugar ocupa la mujer en el sistema actual? Tradicionalmente, a los hombres se les ha asignado el mundo público y a las mujeres el doméstico. Y a partir de aquí, todo el trabajo que se realiza desde los hogares sin remuneración económica no se tiene en cuenta en la economía. Cuando la mujer se incorpora al mundo laboral, no se realiza una reorganización de los horarios y tiempos. Por lo tanto, hoy estamos asumiéndolo todo: el mercado laboral y el trabajo del hogar o, al menos, la organización del mismo.
La mujer ingresa en el mercado pero parece que el hombre no lo hace en el mundo doméstico. No, no lo ha hecho o lo ha hecho muy poco. Cuando se hablaba de políticas de igualdad, aunque no se mencionó de manera explícita, se estaba diciendo que la política iba dirigida a que las mujeres se igualaran a los hombres siguiendo el modelo de participación masculina en la esfera pública. Pero si esto pasa, ¿quién se hace cargo de la vida en los hogares?
«Cuando la mujer se incorpora al mundo laboral, no se realiza una reorganización de horarios y tiempos»
¿Al reconocer el trabajo doméstico se corre el riesgo de que este se delegue de manera perpetua en la mujer? Si la sociedad y todas las instituciones y organizaciones que se consideran emancipadoras reconocieran este trabajo, significaría una reorganización social muy importante. Cuando el trabajo doméstico se externaliza se mercantiliza.
¿De qué manera se podría cuantificar el del hogar? Una cosa es cuantificar en tiempo y otra en valor monetario. Ya se han realizado encuestas que reflejan que el trabajo doméstico, al menos en este país, ocupa más tiempo que el trabajo de mercado. Es decir, la mitad del trabajo que hace la población es trabajo doméstico, y esto es muy importante mostrarlo en datos. Otra cosa que me cuesta aceptar es la valoración monetaria, ya que el trabajo doméstico tendría que pasar por una opción política para ver el salario que se le atribuye y, en ese caso, también habría que cuidar que la mercantilización de este trabajo no implicara su devaluación.
¿Qué pasos se están dando para lograr esta reorganización? Hablamos de una revolución, de un cambio absoluto de sistema, y esto hoy es muy difícil porque no tenemos fuerza para realizarlo. Pero, a corto plazo, todas las políticas que mejoren la vida de las personas son bienvenidas. Por ejemplo, el hecho de que haya más guarderías no cambia la estructura, pero es un elemento más. Lo mismo ocurre con los permisos paternales intransferibles entre madre y padre, el cambio de jornadas laborales Pequeñas medidas que colaboran a que vayamos avanzando hacia un objetivo.
¿Qué temas tratará en la ponencia de Rivas? Voy a hablar de cuáles son las ideas fundamentales de la economía feminista y cómo se incrustan en una sociedad más global. Contaré también alguna propuesta que estamos haciendo.
- ‘ECONOMÍA FEMINISTA’ MIÉRCOLES 27 / 19.00. Salón de actos del CERPA.
