Más información
- Texto: J.L Corretjé, I.Piedrabuena, P. Campelo. Publicado en el número de noviembre de la revista Rivas Al Día /Foto: Chus Pérez.
Cada jornada, los centros municipales para personas mayores bullen de energía. A Elena Cámara, activa usuaria de El Parque, no le cambia el semblante risueño mientras está dentro de esas cuatro paredes. «Si nos quitaran esto te morirías de asco en casa», sentencia con rotundidad.
Elena imparte uno de los talleres de lectoescritura, asiste como alumna a clases de corte y confección y manualidades, y participa en el grupo de mayores que prepara el carnaval. Durante una década, acudió a los colegios dentro del programa de intercambio generacional, para enseñar las costumbres de su infancia a niñas y niños ripenses. Sólo una recomendación médica frenó un poco su actividad. «Al narrar cuentos hay que poner voces diferentes, y llegó un momento que mi problema de bronquios hizo que me quedara sin voz», detalla.
«Estos centros nos aportan mucho. Hay que disfrutar de la vida; el que se queda en su casa no vive»
Esta ripense de 76 años trabajó hasta la jubilación de jefa de restauración en un hotel. Se aplicó de manera intensa 32 años de su vida y, al alcanzar el retiro, sólo pensaba en descansar. «Tenía ganas de perder el tiempo, no madrugar», confiesa. Pero aquel anhelo de quietud le duró exactamente un mes. «Me apunté al centro de mayores de Embajadores, aunque no me gustó nada», asegura. Desde el 2000, cuando llegó a Rivas, participa en El Parque, donde también va a peluquería y podólogo. «Estos centros nos aportan mucho. Hay que disfrutar de la vida; el que se queda en su casa no vive».