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Breaking Rivas: baile y respeto

Este club ofrece un espacio para desarrollar una práctica que comenzó como danza callejera y hoy es disciplina olímpica: el breakdance.

Breaking Rivas: baile y respeto
El grupo de breakin en Rivas, delante de La Casa+Grande, el pasado julio. PACO MARISCAL

Reportaje: Irene Chaparro

A mediados de los años 70, en los barrios neoyorkinos de Harlem y el Bronx, la comunidad afroamericana encabezó un movimiento llamado hip hop, una respuesta artística que se levantaba contra lo establecido y en la que nació un baile llamado breaking. Más conocido como breakdance, será deporte olímpico en los Juegos de París 2024.

En Rivas Vaciamadrid ha nacido un organismo deportivo que lleva por nombre Club Breaking Rivas y que, con ayuda de la Concejalía de Juventud del Ayuntamiento (que facilita el espacio), busca dar un lugar a jóvenes ripenses que quiera dedicarse a aprender y practicar breaking, y así tener la oportunidad de ser la futura cantera que represente al municipio, tanto nacional como internacionalmente, en esta nueva modalidad olímpica.

Fernando Parralejo (37 años) es el mentor de los chavales que forman parte del Club Breaking de Rivas, y declara que para que este deporte siga profesionalizándose es fundamental contar con el apoyo de las instituciones. “Antes, al breaking solo se tenía acceso a través de las escuelas privadas y el Ayuntamiento de Rivas comenzó ayudándonos, cediéndonos espacios como el Parque Asturias, lo que nos ha hecho crecer y obtener muy buenos resultados en las competiciones en las que nos presentamos”.

Fernando señala que para ser bueno “hay que practicar mucho, como en cualquier deporte”. Destaca que los chavales de su grupo de Rivas (compuesto por 20 chicos de entre 4 y 18 años) “trabajan duro y se lo toman muy en serio”, por eso agradece al Ayuntamiento la oportunidad de poner a su disposición un espacio en el que poder entrenar y profesionalizarse.

Según explica, el breakin cuenta con cuatro pilares fundamentales en sus rutinas: los top rocks (pasos de baile que se hacen de pie), los foot works (movimientos en los que se utilizan manos y pies en el suelo), los freezes (pasos “congelados” como hacer el pino) y los power moves (movimientos más acrobáticos, propios de la gimnasia deportiva).

Fernando dice que el nivel atlético y deportivo es alto porque conlleva mucho esfuerzo físico y disciplina, además de cuidar la alimentación.

“Les enseño a un nivel que es el que les podrían exigir en unos Juegos Olímpicos, siempre adaptado a su edad, aunque después, como la creatividad del breaking es infinita, ya depende de la personalidad de los chicos encontrar sus propios movimientos”, comenta.

Lucas (13 años) es uno de los alumnos de Fernando y empezó a bailar a los 8 años después de ver vídeos de breaking en internet. Lo que más le gusta de este deporte es que al bailar solo piensa en sus movimientos y en los sentimientos que le llevan a hacerlo. Dice que bailar le ayuda en sus estudios, “porque me sirve para despejarme y organizarme.” En las competiciones a las que ha acudido con el equipo local ha conocido a gente de toda España, y eso “es una experiencia inolvidable, más allá del baile”.

Este joven ripense comenta, además, que en su grupo “estamos dando el 100% para conseguir nuestros objetivos, y llegar a competir olímpicamente sería un honor”. Sin duda, cuando Fernando, su profesor, comenzó a bailar hace 18 años, lograr el reconocimiento que el baile tiene ahora, era un sueño.

“Aquí no había profesionales ni medios. Nos reuníamos en la calle para compartir con los demás, y yo tuve la suerte de poder ir a Estados Unidos a aprender lo que se hacía allí”. Fernando destaca que la gente de su generación se dedica al breaking por pasión (él trabaja habitualmente en la construcción). Por eso enseñan a la juventud los valores de la cultura hip hop, además de los movimientos propio de esta disciplina. “Los mentores intentamos acabar con el desconocimiento de las familias, mostrando a los chicos el mensaje correcto. Y, en ese sentido, con los padres y madres de Rivas, mi experiencia está siendo muy buena”, aclara.

Ángela Medina (27 años), alumna de Fernando en uno de sus grupos de Madrid, también aprendió a bailar en la calle y, a pesar de que primero comenzó en una escuela a los 15 años, en seguida que se dio cuenta de que el verdadero aprendizaje estaba fuera. “Las generaciones anteriores de mujeres en el breaking solían venir de la gimnasia deportiva, y estaban acostumbradas a hacer un gran esfuerzo físico que al final es lo que marca si sigues adelante o lo abandonas, porque cada vez te pide más”, explica.

Para Ángela, además, “el hip hop está presente en el día a día, desde ver un documental en Netflix, a poner la radio y que suene Rosalía, es una auténtica cultura y debe respetarse”.

La palabra respeto también se encuentra en el discurso de Fernando cuando habla de aprender a bailar breaking. “Yo nunca les obligo a competir, lo primordial es divertirse, por eso animo a toda la gente de Rivas a que venga a conocernos. No hay que tener una condición física especial, no se trata de demostrar nada, solo venir a pasarlo en grande”.

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