A sus 9 años, Bruno Solás tiene muy claro que los conflictos que son habituales en el aula o en el patio del colegio se tienen que resolver entre iguales. Es por eso que no dudó en apuntarse a los equipos de convivencia de su colegio, el CEIP El Parque. Bueno, por eso y “porque mi hermano, de 12 años, se apuntó y se lo pasaba muy bien. Yo quería saber cómo es y me gustó bastante”, confiesa Bruno en conversación con ‘Rivas al Día’.
Los equipos de convivencia son un instrumento de mediación y están conformados por el propio alumnado de cada centro. Una persona representa a cada clase y a cada curso. Las reuniones se celebran cada dos semanas y en ellas “se hablan los problemas que hay en el cole, las peleas… se hacen eventos escolares y los problemas se intentan solucionar”, explica Bruno, que participa en estos equipos desde el primer curso de Primaria.
Los problemas que detectan suelen ser los mismos “casi siempre”, dice Bruno, que apunta a las discusiones y riñas entre niños y niñas como conflicto común a resolver.
“Cuando hay un problema, lo hablamos primero en convivencia y después el monitor se lo pasa al equipo de dirección y ellos toman medidas. Pero primero hablamos en convivencia sobre qué creemos que ha podido pasar para que eso ocurra”, relata Bruno, que valora muy positivamente el trabajo que realizan en estas unidades de trabajo en equipo.
“Son importantes porque la mayoría de problemas se suelen solucionar y eso en los colegios vale bastante”, apunta, incidiendo en que “en un colegio donde la gente no se pelee y no se hable gritando, se puede aprender mucho mejor”.
ENTERARSE DE LOS PROBLEMAS
¿Cómo se enteran de los problemas? En la convivencia diaria. “Los vemos”, señala Bruno, que echa en falta que sean sus propios compañeros y compañeras quienes se acerquen a comentarles los problemas con que se encuentran en clase, en el recreo o la entrada y salida del cole. “Los tenemos que ver nosotros porque no suele haber gente que nos diga sus problemas”, insiste.
Las personas integrantes de los equipos de convivencia se ayudan entre sí y suponen un apoyo importante en la tarea de generar un buen clima en el centro.
En este curso que arrancó en septiembre aún no ha habido reuniones, pero durante el curso pasado “había una clase con una compañera que nunca la respetaban y lo hablamos e intentamos solucionarlo”. Lo hicieron con humildad, compromiso y empatía. “Hablamos con esa clase y al final se solucionó”, comenta orgulloso Bruno.