Texto incluido en el reportaje ‘Crecer entre afectos seguros’.
Texto: Patricia Campelo
Tras la crianza llega el momento de empezar a educar, y ahí surgen las dudas entre las familias que han desarrollado esta forma de relacionarse con los bebés.
Fruto de esta preocupación comentada entre un grupo de madres y padres que coincidieron el año pasado en la pequeteca del Bhima Sangha ha surgido un proyecto que busca establecer un espacio de juego libre, en esta instalación municipal, desde la óptica de la educación alternativa.
Aún en fase de trabajo previo, esta iniciativa proporcionará a grupos de ocho a diez niñas y niños de 3 a 6 años un lugar de juego con la compañía de una persona adulta, profesional de este tipo de métodos pedagógicos.
«Hay que resaltar que no es una alternativa al colegio ni a la guardería; queremos un recurso educativo para nuestros hijos, que sea un espacio libre de juego, no dirigido, en el que se puedan desarrollar y donde reciban el acompañamiento emocional que merecen, aprendiendo a dar nombre a sus emociones», explica Sonia Dabalsa (41 años), una de las madres impulsoras de la iniciativa.
«La educación que queremos está basada en el juego y sobre todo en el respeto de los ritmos que necesite cada niño; que nada sea impuesto», subraya Sonia sobre esta metodología en la que el adulto desempeña un papel de «observación» y «acompañante». Otra característica es que niños y niñas de distintas edades convivirán en el mismo espacio. «Creemos que enriquece mucho y ayuda al aprendizaje; el mayor ayuda al pequeño, y el pequeño se siente ayudado», resalta.
Los materiales que utilizarán en estas sesiones irán en la línea de pedagogías alternativas como las de Montessori o Waldorf. «Para nosotros es principal que jueguen, que estén al aire libre, que experimenten, se equivoquen y no haya prisa por entrar a un aula y sentarse en una mesa», defiende Sonia.