Texto incluido en el reportaje ‘Crecer entre afectos seguros’.
Daibel tenía 7 meses cuando sus padres recibieron el diagnóstico. Había nacido con unas alteraciones físicas y kilo y medio de peso, por lo que permaneció ingresado sus primeras ocho semanas de vida. Se trataba de una enfermedad rara infantil, y ya nada volvería a ser lo mismo.
Ana Isabel Íñigo es la madre de Daibel, una mujer convencida de la crianza respetuosa. «Durante el embarazo leí muchas cosas para que mi lactancia fuese exitosa o sobre el parto respetado. Quería practicar esta crianza», explica sobre unas intenciones que parecían truncarse en un primer momento.
«Fue frustrante para mí; estábamos separados porque él pasaba allí las noches, y poco a poco con el paso de las semanas y meses me di cuenta que todas las recomendaciones que había leído no las podía aplicar tal cual, pero sí las podía adaptar». Así, Ana Isabel ideó formas para portear a Daibel, incluso con las dos máquinas y los cables que necesita para respirar.
«Adaptando ciertas cosas, puedo practicar la crianza respetuosa», asegura. Para ello, tuvo que ponerle mucha imaginación, ya que Internet no respondió a esa necesidad de información. Fue precisamente esta razón la que motivó a esta ripense de 31 años a abrir su web crianzamagica.com, donde vierte cada dato práctico que le va sirviendo de ayuda.
«Si yo lo había echado en falta, habría familias que también estarían pasando por lo mismo», pensó entonces. Al principio compartía todo lo que descubría en sus redes sociales, y el pasado 20 de diciembre publicó la nueva web. Ahora, su meta es dar a conocer este recurso en centros de atención temprana y encontrar otras familias en la misma situación.
VÍNCULO AFECTIVO
Una mezcla de imaginación, creatividad, supervivencia y asesoramiento fue lo que llevó a Ana Isabel a idear el modo de acoplar sus conocimientos sobre crianza a la demanda de su hijo. Todo, con el objetivo de lograr un buen vínculo afectivo. «Tenía miedo de no estar estableciéndolo. Visto desde ahora, hacía las cosas bien, porque aunque me separaba de Daibel por las noches, por el día estábamos juntos, piel con piel, con el método canguro y, al salir del hospital, le porteaba y dormíamos en la misma habitación».
Ana Isabel había superado así todas las pruebas del tipo de crianza que siempre quiso practicar. Ahora Daibel, que lleva el nombre de su tatarabuelo, tiene dos años, no camina pero su madre ha sabido desarrollar el porteo. «Le llevo delante con un foulard elástico o bandolera, según el día, y una mochila a la espalda con sus bombonas de oxigenoterapia», detalla sobre su hábito más frecuente. Ana Isabel es profesora universitaria. Estudió Periodismo, e impartía clases en la titulación de Comunicación hasta verse en el paro, poco antes de quedarse embarazada.
«Desde que nació no puedo trabajar; no hay ningún empleo de ocho horas que aguante el ritmo que llevamos», se sincera. Tres terapeutas atienden a Daibel cinco veces por semana, y 21 médicos especialistas le ven al menos dos veces al año. Ahora, los padres de Daibel esperan recibir las ayudas de Dependencia que, después de un largo proceso burocrático, no terminan de llegar.
Con todo, Ana Isabel mantiene un mensaje optimista para otras madres en situaciones parecidas. «Se puede, y es necesario. Cuanto más natural tratemos a estos niños muchísimo mejor», resuelve.