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Carlos Maciá: un artista de trazo abstracto

Abrió en Rivas, hace cuatro años, el estudio donde da vida, a través de series artísticas, a las pinturas con las que expresa su forma de ver el mundo.

Carlos Maciá: un artista de trazo abstracto

Texto: Patricia Campelo

Bajo la idea de acercar el arte contemporáneo a la gente, poniendo en contacto directo al público y a los artistas, se convocó en octubre la cuarta edición de Open Studio, unas jornadas de puertas abiertas a 35 galerías de arte y estudios de Madrid, a los que se sumó uno de Rivas: el de Carlos Maciá.

Este pintor contemporáneo, nacido en Lugo en 1977, trasladó su residencia a Madrid en 2002, y hace cuatro años abrió su último estudio en Rivas, en la calle del Electrodo, en una nave «grande pero con un punto acogedor», según describe. Y por este estudio desfilaron, el pasado 2 de octubre, comisarios y críticos internacionales, otro artista de una nave cercana y un par de galerías. La asignatura pendiente: la afluencia de público, una carencia que Carlos explica por la lejanía respecto a los circuitos madrileños habituales.

La intensa trayectoria de trabajos, premios y exposiciones que ilustra el currículo de Carlos fue el mejor argumento para su inclusión en esta iniciativa en cuyo comité de selección participan representantes del museo Reina Sofía, de la Casa Encendida, del Ayuntamiento de Madrid y del Ministerio de Cultura. 92 artistas participaron este año en esta plataforma de promoción y apoyo a jóvenes artistas.

PROFESIÓN VOCACIONAL

Carlos empezó a poder vivir de su arte hace más de una década. La clave: centrar tiempo y esfuerzo en una dedicación vocacional. «Primero estudié una carrera pero no era lo mío, no iba bien. Desde pequeño, en Galicia, mi familia tenía afición por el arte; en casa había una pequeña colección, y a mí se me daba bien pintar, la fotografía y demás cosas creativas», explica Carlos sobre el punto de partida de su vocación. «Al final decidí dedicarme a algo que me entusiasmara; en tercero de carrera ya tenía galería y empecé a exponer formalmente», apunta.

Ahora, a sus 38 años, asegura animar a sus sobrinos mayores a que sigan el camino de la vocación. «Dedicarte a algo que a priori no tiene muchas salidas o con lo que parece imposible ganar dinero, si realmente te mueves y le dedicas tiempo e ilusión, al final logras ganarte la vida. Creo que se puede sobresalir y vivir de ello. Es complicado pero se puede hacer», considera.

Su caso, con exposiciones de trabajos cada año desde 2003 en diferentes lugares, es un ejemplo de este planteamiento vital. Su currículo da cuenta de 75 muestras individuales y colectivas en los últimos doce años -dos de ellas en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo (ARCO)- con las que ha recorrido numerosas ciudades españolas y extranjeras. Por todos estos escenarios ha exhibido su forma de entender la vida. Para ello se sirve del trazo, a veces grafitero, elíptico e infinito, de la luz y del color, rasgos ya comunes en su obra.

«Utilizo el arte como terapia. Igual suena egoísta pero es una forma de comunicarte con los demás y de expresar cómo ves tú las cosas, el mundo y tu posición en él. Y para mí, la forma de comunicarlo es a través del arte», se sincera.

Licenciado en Bellas Artes por la Universidad Politécnica de Valencia y doctorado por la facultad de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid, Carlos Maciá ya tiene un sello propio en el arte contemporáneo, reto logrado a base de observar y cumplir las reglas del juego de esta disciplina.

«El arte contemporáneo tiene sus propias normas; tienes que hacer por verte. Pero no puedes llamar a ningún sitio. Tu trabajo debe sobresalir, estar presente, pero no debes entrarle nunca a nadie. Se trata de que desde las instituciones o desde las galerías te llamen a ti. Es un poco extraño, pero funciona así», resuelve. «Yo empecé con concursos de pintura, pequeñas exposiciones y, poco a poco, fueron surgiendo los proyectos. Ahora hay un mundo con las redes sociales, campañas por mail y todo el marketing que acompaña a la profesión y que también es un trabajo importante que desarrollan muchas galerías. Al final es como vender cualquier tipo de producto, aunque a un mercado muy especializado y concreto como es el arte», señala.

ARTE URBANO

Ensanchar los márgenes de los escaparates habituales que ofrecen arte es uno de los pretextos con los que se convoca Open Studio y que conecta, además, con la filosofía del arte urbano, la disciplina que extrae la idea del artista de los lienzos convencionales para entregarla a la calle, en diversos formatos. Desde esa perspectiva, a Carlos Maciá le resulta «fantástico» todo aquello que sirva para «acercar el arte a la gente».

«El principal problema que existe es la falta de educación en torno al arte y al arte contemporáneo, por lo que estas iniciativas son una forma atractiva de dar a la gente una primera aproximación», apunta.

Este gallego afincado en Madrid y con su trabajo en Rivas se define como «pintor» que trabaja para dar «vigencia a la pintura a través de la ampliación de sus medios; usando materiales no habituales en el arte contemporáneo y aplicándolos de forma diferente para darles frescura». Se refiere el artista a elementos en formatos audiovisuales, como vídeos o fotografías, que mezcla con sus pinturas.

«Puedes estar hablando de pintura desde un vídeo pero que conceptualmente sea una pintura. O llevarla contra la arquitectura y hacer que sea una pintura muy invasiva y que nos hable de otras cuestiones no tan ceñidas a lo que es el rectángulo cuadrado», defiende.

www.carlosmacia.com

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