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- Texto: José Luis Corretjé Foto: Luis García Craus
Ana, Iria y Yolanda, cuando eran pequeñas, estudiaron en centros públicos. Ahora que son madres, rememoran aquella buena experiencia y han decidido, junto a sus parejas, que sus hijos sigan sus pasos. Así, desde que nacieron estos pequeños han sido alumnos de Rayuela, una de las tres escuelas infantiles municipales (junto a Platero y Luna Lunera) que funcionan en Rivas.
Yolanda Llorente, tiene dos hijos y ambos han tenido su primer contacto con la educación en una escuela infantil pública. «Es donde mejor proyecto hay. Al mayor le tuve cinco meses en la privada y en ese tiempo tuvo cuatro profesoras. A mí me importa mucho que se garantice una mínima estabilidad a los niños», dice, denunciando el hecho de que en la privada los bajos sueldos que reciben las educadores les lleva a menudo a cambiar de trabajo con asiduidad.
Iria Alonso, madre de otro alumno de Rayuela, defiende la calidad frente a posibles rebajas en la cuota: «El esfuerzo económico es similar. Pero aunque fuera más caro, no puedes olvidar qué es lo que se juega tu hijo en estos años. Todo lo que gastas en educación es una inversión en el futuro».
La Comunidad de Madrid prima a las familias que optan por una escuela privada
Todas las personas que hemos entrevistado en este reportaje subrayan la importancia que tiene para un niño o una niña recibir en este periodo una educación cualificada. Rosa Rubio, directora de Platero: «Esta es la etapa en la que se asientan las bases de la personalidad del niño. Parece que no se enteran de nada, pero aquí, además de adquirir algunas habilidades básicas, es dónde aprenden a ser autónomos, a resolver sus conflictos. En definitiva a ser personas».
Ana Pérez, madre de dos hijos que estudian en Rayuela, sostiene esta misma opinión: «Es el periodo más importante de la educación en valores. Ahora es cuando se consolidan no tanto los contenidos sino más bien las actitudes. La formación de las profesionales que tenemos en las escuelas públicas de Rivas es muy sólida. Aquí se les enseñan los primeros pasos en la socialización y en sus clases aprenden a compartir».
ESCUELAS O GUARDERÍAS
«No es lo mismo una guardería que una escuela infantil. Es verdad que en las privadas tienen más flexibilidad horaria, pero esto no se puede comparar con la atención personalizada y profesional que dan a tus hijos aquí con lo que reciben en una privada», afirma Chus Martínez, madre de tres pequeños, dos de los cuáles han estudiado en Platero.
El tercero acaba de nacer y según sus padres, también seguirá el camino de sus hermanos. Marisol Marín, directora de Luna Lunera: «Cuando una familia escolariza a su hijo o hija no son muy conscientes de lo que diferencia a la privada de la pública. Lo que se busca en un principio es que su hijo esté bien atendido. Una vez en el centro, se empiezan a dar cuenta de la responsabilidad que supone educar y se convencen de que es lo mejor que pueden hacer».
Una guardería no tiene nada que ver con una escuela infantil pública
Los elementos que diferencian a una escuela pública de una privada son numerosos y de gran importancia. Todos los centros públicos municipales, igual que las otras cinco escuelas públicas de Rivas, cuentan con instalaciones adecuadas para las necesidades de los peques: disponen de salas de usos múltiples y espacios abiertos en el interior de sus recintos. Las guarderías privadas se suelen ubicar, por el contrario, en edificios cerrados. «Aquí tenemos talleres de huerto, naturaleza, psicomotricidad, plástica y biblioteca», enumera la directora de Rayuela, refiriéndose a actividades que no suelen recoger los centros privados.
Otro aspecto que distingue a las escuelas públicas es que disponen de un equipo de atención temprana, servicio que depende de la Comunidad de Madrid, que atiende (una vez a la semana) a los niños con necesidades educativas especiales. Además, dan apoyo pedagógico a las educadoras.
«En las escuelas públicas tenemos un contacto diario y permanente con los pequeños que nos permite la detección precoz de necesidades. En ese instante nos ponemos en contacto con el equipo de orientación», relata Marisol Martín, directora del Luna Lunera, otra de las escuelas municipales.
Pero lo más importante es el equipo humano que se ocupa, desde la profesionalidad y la vocación, de darles a los pequeños una educación cuidadosa. Estas educadoras, que se organizan en cooperativas, reciben formación continua, elaboran colectivamente el proyecto educativo que desarrollan y experimentan con nuevas líneas pedagógicas. «Con nosotras trabaja un perfil de profesional que opta por venir a estos centros porque cree en el trabajo en equipo, que está dispuesta a innovar, a formarse.», señala una de las directoras consultadas.
AVANCES PEDAGÓGICOS
Un ejemplo de la nueva pedagogía, que se aplica en las tres escuelas públicas municipales, es la que propone la doctora Emmi Pikler, quien propugna el acompañamiento al desarrollo evolutivo del niño desde el respeto y la actividad autónoma, asegurándole un entorno seguro y adaptado a sus necesidades.
La Comunidad de Madrid, la administración responsable de la competencia de educación pública, prima económicamente (se les da un cheque-guardería de 100 euros mensuales) a quienes optan por un centro privado. «Hay que denunciar que en los últimos seis años la administración regional, gobernada por el PP, ha diseñado un plan para cargarse la red pública de escuelas infantiles», denuncia Fausto Fernández, concejal de Educación de Rivas.
«Empezaron en 2008 subiendo las ratios de alumnos por clase. Luego han recortado progresivamente hasta dejar bajo mínimos los convenios con los que subvencionaban parte de los gastos de las escuelas infantiles municipales. Ahora, grandes empresas de servicios que sólo buscan el lucro económico se han hecho con la gestión de gran parte de las escuelas públicas de la Comunidad de Madrid gracias a concursos en los que se prima el ahorro frente a la calidad educativa», se lamenta Fernández.
Las escuelas de Rivas cuentan con proyectos educativos avanzados
Rayuela se abrió en 1982, en un local de Pablo Iglesias. Es la más antiguas de las tres escuelas infantiles de gestión municipal de Rivas. Desde hace cuatro años ocupa unas modernas instalaciones ubicadas en la plaza Ecópolis. Su directora, Pilar Díaz, ha desarrollado toda su carrera en este centro. Por ella ha visto pasar, en estos 32 años, a miles de niños y niñas. «Antiguos alumnos del centro traen aquí ahora a sus hijos e hijas. Por algo será», añade.
Las tres escuelas infantiles municipales, al igual que las otras cuatro públicas de Rivas, cuentan además con la cercanía de CEIP (centros públicos de educación infantil y primaria), un elemento que favorece la conciliación de familias con varios hijos; así como la continuidad en el trabajo que se hace en el primer ciclo de infantil. Gema Bejarano tiene tres hijos. La mayor, que empezó en Luna Lunera, estudia ahora en el colegio público Rafael Alberti, que comparte valla con la escuela municipal en la que estudia su segundo hijo. «Es muy práctico que estén tan cerca porque nos facilitan la conciliación familiar. Además coinciden en las horas de salida al patio y se comunican, a diario, a través de la valla», dice satisfecha.
Además, estudiar en la pública ofrece otras ventajas. José Manuel Castro es presidente del AMPA de Platero, centro en el que han estudiado sus dos hijas: «La mayor, que ahora está haciendo educación infantil en un cole público, ha aprendido a leer antes que muchas niñas y niños de su clase. Y eso ha sucedido porque ha seguido un proceso que se inició en Platero», dice. Hay que recordar que en las escuelas públicas ripenses los servicios de biblioteca tienen mucha actividad, están organizados por las asociaciones de padres y madres, y permiten a los pequeños acercarse a la lectura desde muy temprana edad.
PADRES Y MADRES CON VOZ
«Siempre ofrecemos a las familias la posibilidad de implicarse», dice la directora de Luna Lunera. Y prosigue: «Tenemos reuniones con las familias, como las que se hacen en los colegios, y les facilitamos informes trimestrales sobre la evolución de sus pequeños. A los padres les sorprende que se tengan que implicar ya desde tan pronto en la educación de sus hijos e hijas», puntualiza. Pero no a todos. Ana Pérez, presidenta del AMPA de Rayuela, valora que se les de cancha a los progenitores: «Estamos en un municipio en el que tienes un poder, como padre/madre, para opinar en las decisiones que se toman respecto a la educación de tus hijos».
Gema Bejarano, presidenta del AMPA de Luna Lunera y miembro varios años del Consejo Escolar, se queja en cambio de la falta de implicación de los padres y madres: «En las escuelas infantiles, a veces las familias se olvidan de que hay un proceso educativo al que deben acompañar. De todas maneras aquí puedes participar, algo que no se puede hacer en un centro privado». Y termina lanzando un mensaje que llama a la participación: «Animaría a las familias a que se apunten a las AMPAS. Creemos que nos va a ocupar mucho tiempo y no es así. Es una actividad muy gratificante».
La directora de Rayuela ejerce desde hace 32 años como educadora, siempre en esta escuela municipal. Pilar fue una de las fundadoras de aquella cooperativa de maestras que se creó «con mucha ilusión y muy poco dinero». Para ella no se puede entender el día a día de las escuelas públicas ripenses sin unirla a la vida de la ciudad: «En Rivas, como hay mucha participación ciudadana, la escuela no puede ser un ente aislado. Por eso intervenimos en eventos como la carrera de la discapacidad de Aspadir o en la Cabalgata de los Reyes. También nos disfrazamos en Carnaval y apoyamos campañas de solidaridad de algunas ONG», explica.
