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Diana Fernández: “Junto a la psicológica, la violencia económica es de las menos percibidas”

Profesora de la Universidad Rey Juan Carlos, Diana Fernández Romero habla en la jornada del sobre la invisibilidad de estas violencias. Miércoles 22 noviembre, 17.30.

Diana Fernández: “Junto a la psicológica, la violencia económica es de las menos percibidas”
La profesora de la universidad Rey Juan Carlos Diana Fernández Romero. GEMA PASTOR ANDRÉS

Profesora titular de Periodismo en la universidad Rey Juan Carlos, y directora de proyectos de investigación sobre violencia de género, Diana Fernández Romero (Madrid, 1973), también, vecina de Rivas, abre las ponencias de la jornada ‘La invisibilidad de la violencia económica como forma de violencia machista’, el miércoles 22 de noviembre. Con un premio extraordinario de doctorado y otro de la Delegación del Gobierno a Tesis Doctorales sobre Violencia de Género, Fernández Romero analiza, entre otros, discursos digitales o los procesos de victimización.

¿Qué es la violencia económica dentro de las violencias machistas?

Es una dimensión de la violencia hacia las mujeres que se manifiesta de diversas formas para mermar su independencia económica y lograr su dominación. Se ejerce a través del control de sus gastos, la vigilancia de su gestión financiera u obstaculizando su desempeño laboral.

¿Afecta a cualquier mujer o se identifica más en aquellas más dependientes económicamente de sus parejas?

Cualquier mujer puede sufrir violencia económica. No obstante, hay ejes de desigualdad que pueden contribuir a generar un mayor grado de vulnerabilidad y dependencia. En ocasiones, el control económico es tal que pone en riesgo la salud e incluso la vida de las mujeres y la de sus criaturas. La falta de alternativas residenciales, por ejemplo, es un hándicap para separarse de quien maltrata y lograr autonomía económica.

¿Qué factores agravan la situación?

Puede haber factores vinculados a la procedencia, edad, orientación sexual o diversidad funcional. Es el caso de las mujeres migrantes, de las que sacan solas adelante a sus criaturas, de las que tienen dificultades para acceder al mercado laboral. También resulta fundamental el hecho de que nuestro ordenamiento jurídico no recoge ni define la violencia económica, más allá del impago de prestaciones económicas tras la separación o el divorcio, pero no vinculado a la violencia machista.

¿Qué indicios ayudan a situar si hay abuso financiero dentro de una relación de pareja?

Por ejemplo, el hecho de que las mujeres dejen de trabajar o de estudiar, que desconozcan los medios económicos de los que dispone la unidad familiar o que no tengan acceso a su cuenta bancaria. La detección de esta situaciones es compleja debido, entre otros factores, al aislamiento al que suelen ser sometidas.

¿Se suele camuflar en la forma tradicional de relacionarse con el dinero, sobre todo, mujeres de más edad que relegaban esta tarea en sus maridos?

Junto a otros tipos, como la violencia psicológica, la económica es una de las menos percibidas socialmente y más naturalizadas. Precisamente porque está asociada a la violencia simbólica: la que está basada en las normas sociales y los valores que durante mucho tiempo han asignado a las mujeres un rol vinculado a lo doméstico que implicaba la gestión de la economía familiar, pero bajo la subordinación de quien solía llevar el dinero a casa.

¿Son reconocidas estas víctimas dentro de la violencia machista?

El convenio de Estambul, ratificado por España en 2014, sí reconoce la violencia económica como tipo específico. La ‘Estrategia Estatal para combatir las violencias machistas 2022-2025’ contempla esta violencia como aquella que consiste en propiciar la dependencia financiera de otra persona, manteniendo para ello un total control de sus recursos, así como la prohibición de trabajar o de formarse. Sin embargo no está tipificada en el Código Penal como modalidad de violencia de género.

Tras haber concluido la relación de pareja, ¿de qué formas se puede seguir dando esta violencia?

Se ha demostrado que muchas mujeres se empobrecen en los procesos de separación y divorcio. Algunas temen perder la custodia de sus criaturas y por eso llegan a renunciar a un reparto equitativo de los bienes. Otros modos de ejercer violencia consisten en no pagar la pensión de alimentos o las cuotas hipotecarias, el cierre de cuentas bancarias o la ocultación de patrimonio por parte del maltratador. Son formas de seguir ejerciendo el control y la dominación.

¿Consideraría la renuncia laboral como una forma de violencia económica del sistema?

La renuncia laboral se vincula al trabajo reproductivo y de los cuidados, que carece de valor en la sociedad y es invisibilizado. Influye también el hecho de que el trabajo remunerado realizado por mujeres se infravalora, como demuestra la brecha salarial de género, que en España supera el 28%. Ello, sumado a las dificultades para la conciliación, entre otros motivos, por la escasez de servicios públicos, implica que son las mujeres las que en su mayoría se quedan en casa porque les resulta más rentable que pagar una escuela infantil o una residencia.

JORNADA: ‘INVISIBILIZACIÓN DE VIOLENCIA ECONÓMICA COMO FORMA DE VIOLENCIA MACHISTA’
Miércoles 22 noviembre / 17.30-21.00.
Sala Pedro Zerolo del Ayuntamiento.
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