JORNADA: ‘VIOLENCIAS MACHISTAS E IDENTIDADES’
Martes 22 noviembre / 16.30-20.30.
Ayuntamiento: sala Pedro Zerolo.
Inscripción: sensi.igualdad@rivasciudad.es
La socióloga y consultora Helia Isabel del Rosario participa en la jornada ‘Violencias machistas e identidades’ abordando el eje del racismo, dentro de la campaña municipal que, este año, analiza el cruce del racismo, edadismo y estándares corporales con las violencias de género. Socióloga y experta en migración, género y derechos humanos, Del Rosario forma parte de la asociación de mujeres latinoamericanas Amalgama.
Cuando una mujer migrante se enfrenta a una situación de violencia machista, ¿cuáles son los condicionantes que incrementan su vulnerabilidad?
Uno de los elementos que resaltamos es que no solo la mujer enfrenta la violencia por el hecho de ser mujer. En el caso de las migrantes, un factor condicionante y casi determinante es la situación de irregularidad administrativa, que se suma al origen étnico y nacional, al desconocimiento del idioma, a ser joven o mayor o a tener dependencia económica del marido. Por eso la interseccionalidad es un concepto clave, porque rompe la idea de que el género es el factor determinante. Se han dado grandes avances, pero hay otro tipo de violencias que confrontan las mujeres migrantes que son prejuicios o percepciones que hay sobre una mujer extranjera.
Situaciones que se agravan con el desconocimiento sobre los mecanismos de ayuda de las instituciones ante las violencias machistas.
Y no solo desconocimiento, también se evidencia la necesaria formación de agentes sociales que trabajan en la intervención social cuando una mujer denuncia: trabajadores sociales, personal sanitario, jueces o abogados de oficio. Hemos tenido casos como en el de una chica que puso una denuncia tras asistir a una fiesta. Estaba en los tres meses del visado de turismo y la policía le dijo que tenía que regresar a su país. Muchas mujeres, cuando van a denunciar, lo primero que sale es su situación de irregularidad administrativa. Eso ha ido cambiando y se han incorporado apoyos en muchos servicios de atención a víctimas de violencia de género en distintas comunidades autónomas para situaciones de emergencia o violencia explícita.
¿Estas mujeres llegan a pensar que se les puede expulsar del país o esa percepción va cambiando?
Tienen miedo, pero eso va cambiando, aunque depende de los casos. Por ejemplo, una mujer que recibe acoso sexual en el trabajo puede recibir apoyo, pero ¿denunciará al maltratador cuando depende de él? Ellas vienen con la expectativa de que les van a hacer un contrato, pero aunque el empleador quiera no puede porque no tiene la residencia. Y así se entra en el círculo vicioso de la espera de tres años para el arraigo social. Tres años que vives con miedo, asustada porque te puede parar la policía en la calle. Le pasó a una mujer que ayudamos. La detuvieron en el metro de Aluche y se la llevaron al CIE [centro de internamiento de extranjeros] . Permaneció una noche internada y, cuando llamó a la familia con la que llevaba dos años trabajando, el señor le dijo que no lo nombrara, que no diera ninguna referencia de ellos. Tenemos otro caso de una chica que trabajaba en un chalé en Pozuelo de Alarcón, un sitio con recursos, y el hombre la empezó a acosar. Ella aguantó porque le habían ofrecido un contrato, pero durante uno de esos tocamientos se resistió, y el hombre le pegó cuatro gritos. Ella tuvo que salir por la puerta, no aguantó más.
¿Contar con un trabajo digno es determinante?
Tener un trabajo estable y un salario digno es determinante. La violencia de género en el caso de las mujeres migrantes también se vincula a una violencia estructural e institucional. No contar con una situación administrativa regular refuerza la situación de vulnerabilidad y se convierte en un condicionante. Y se añade otro elemento cuando hay hijos o tu pareja es de otro país.
¿Al final estas situaciones derivan en desconfianza hacia las instituciones?
Hay grandes avances en materia de ayudas, están los institutos de la mujer, los recursos de apoyo en los municipios, servicios de emergencia… No quiero decir que no existen recursos, pues muchos de ellos ayudan a las mujeres de origen extranjero. Lo que quiero poner de manifiesto es que no nos damos cuenta de los otros condicionantes que tienen ellas y que son muy determinantes. Por eso hay que darles confianza. Pensemos en todo lo que implica una denuncia tras años de relación y con hijos. Las mujeres pasan por las mismas situaciones de presión y de necesidad de apoyos en su proceso de confrontación de las violencias. Y en el caso de las mujeres migrantes, ha sido clave contar con redes de apoyo que les den información de recursos y las puedan acompañar, por ejemplo, al juicio.