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Oyirum: “Soy orgullosamente tullida, gorda y bisexual”

La humorista actúa en el festival Coñumor con su monólogo ‘Una silla de ruedas para conquistarlos a todos' (sábado 15 octubre).

Oyirum: “Soy orgullosamente tullida, gorda y bisexual”
Oyirum hace humor irreverente con el que visibiliza a las personas con discapacidad.

SÁBADO 15 /21.00
Carpa Arribas Circo. Entrada libre.

‘Orgullo tullido’ es su lema y las redes sociales son su medio. Su nombre se hizo viral cuando en un programa televisivo de citas dijo que no le iban los eufemismos con los que nombramos la discapacidad porque en ella “no hay nada que tapar”. A Oyirum (Tarragona, 1997) nada le frena su verbo rápido ni su capacidad para hilvanar ideas que dejan poso. Usa el humor ácido como lubricante que facilita la inserción de mensajes con valores feministas, anticapacitistas y bodypositive. Actúa dentro del Coñumor el sábado 15, con su monólogo ‘Una silla de ruedas para gobernarlos a todos’. Siga leyendo para conocer más de esta cautivadora representante de la generación centenial.

¿Quién es Oyirum?

Una chica de 25 años, recién graduada en ciencias biomédicas, que es parcialmente científica pero, a tiempo completo, orgullosamente tullida, gorda y bisexual.

¿Qué es el capacitismo?

Es la opresión que sufrimos las personas discapacitadas por el hecho de serlo. Llevamos 60 años de estudios sociológicos y no hay una definición ni un modelo en el que haya consenso para definir o nombrar la discapacidad, por lo que genera más confusión y somos excluidos de la sociedad de forma sistemática. Y el capacitismo es el nombre que se le da a este sufrimiento, a esta opresión que vivimos por estar en los márgenes de lo que se considera un cuerpo capaz.

Sin embargo, el humor capacitista sí les incluye en sus chistes.

Se tira mucho del humor ácido para meterse con los discapacitados. Lo hacen incluso conocidos que se posicionan de izquierdas y no hacen chistes machistas ni homófobos, como David Broncano, del que fui fan en ‘La vida moderna’, pero enseguida algo me empezó a chirriar. Es una apropiación de nuestras bromas y de nuestro discurso, y es un humor que utilizamos para reapropiarnos de algo que ha sido tremendamente doloroso y reconciliarnos con eso y darnos visibilidad. Así como identificamos bien que alguien de fuera del colectivo LGTBI está siendo homófobo, esto con la discapacidad no sucede. Parece que nos tenemos que reír, como el que es gordo, que si no se ríe va a sufrir más. Bueno, pues a lo mejor estamos sufriendo por algo. Y deja a los gordos los chistes de gordos.

Es una forma de usurpar sus voces.

Nacho Varela dice que “el humor, hacia dentro y hacia arriba, si no es opresión”. Si lo haces hacia un colectivo marginalizado estás metiendo más estigma. Se dice que nos reímos por normalizar y que hay gente discapacitada que le parece bien, y es que ser discapacitado no te da el título de anticapacitista igual que ser mujer no te da el de no ser misógina.

¿Cuándo empieza a reírse de su discapacidad?

Es algo que me viene desde siempre. En mi casa lo tomamos con mucha naturalidad y humor. Yo soy muy bromista y eso me ha valido para reconciliarme conmigo o sobresalir en situaciones en las que la gente me ha incomodado por mi discapacidad. Es algo que formaba parte de mi día a día y lo involucré en mi forma de hacer activismo y en mis redes sociales.

¿Llega mejor el mensaje con el humor?

Es compleja la relación que tienes sobre todo en Tik Tok, que es maravilloso por la difusión que te da, pero llegas a gente que a lo mejor solo ve un vídeo tuyo. Por lo que es un equilibrio entre hacer reír y recordar que este humor es conscientemente activista y que lo hago yo porque soy del colectivo. Es una herramienta que hay que construir con cuidado.

Una sociedad que todo lo hipersexualiza, con las personas con discapacidad hace todo lo contrario.

Se nos desexualiza. Yo antes decía que se nos asexualiza hasta que una asociación  de asexuales me contactó por Instagram para indicarme que la palabra correcta es esa, desexualizar, no es algo voluntario. Y sí, hemos pasado de no hablar y de ser un tabú a que sea un estatus el tener una vida sexual activa. Pero en el caso de los discapacitados, nuestro cuerpo no se desea, no está en el imaginario popular. Se ha utilizado para dar miedo en películas, y se nos ve como a niños pequeños, se nos infantiliza y eso es una bomba para percibirnos como personas sin deseo sexual ni capacidad de atracción. Es un trabajo de fondo y complejo.

¿Qué no le hace nada de gracia? Casi todo me hace reír un poquito, pero lo que menos gracia me hace es cuando siento que me están agrediendo con los chistes gordofóbicos. Creo que me duelen más estos que los capacitistas .

¿Por qué?

Porque soy muy consciente que lo que me hace más vulnerable es la discapacidad, pero con lo que más ha sufrido mi autoestima a lo largo de mi vida es con la gordura. Eso es lo que más me ha avergonzado y, además, soy consciente del daño que hace. A ninguna persona gorda le hacen gracia los chistas de gordos. Los siento más violentos, aunque es algo personal.

¿Un mensaje para el público ripense?

Ya solo por el nombre, Coñumor, hay que ir. Estamos apoyando a mujeres en el humor mientras nos divertimos. Y si lo hacemos en un entorno lúdico y nos reímos, ya es una fantasía.

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