Como la habitación propia que reclamaba Virginia Woolf, Rivas ya cuenta con un espacio exclusivo para las mujeres de la ciudad. Un lugar donde tejer alianzas, encontrarse y organizar actividades. Esa es la filosofía que evoca la nueva Casa Feminista de la localidad, situada en la calle del Crisol, 3 (junto al Centro de Iniciativas Empresariales).
Abrió sus puertas este verano y se ha convertido en una de las escasas instalaciones en todo el país que, creadas desde el ámbito municipal, apuestan por un modelo de cogestión donde sus inquilinas deciden qué se hace y cómo. Desde el Ayuntamiento se presta apoyo y acompañamiento poniendo en marcha también actividades con perspectiva feminista. Hay otros referentes previos en Madrid (Eskalera Karakola), Barcelona (Francesca Bonnemaison), Donostia (Emakumeen Etxea) o Pamplona, pero poco más. En ese sentido, Rivas vuelve a situarse en la vanguardia estatal de las políticas públicas; esta vez, en materia de feminismos.
Poco a poco, la casa coge empuje y se llena de vida y de historias. Ya se han constituido cuatro grupos que la vitalizan. Es un lunes por la mañana y el grupo terapéutico está reunido en una de las dos salas de la casa. Además de este, existen otros tres grupos más: cinefórum -donde se proyectan películas y se debate posteriormente-, narración oral y un club de lectura.
María Teresa López Alonso, psicóloga y vecina ripense, interviene como dinamizadora en el primero y en el último: “El grupo terapéutico [titulado ‘De lo personal a lo político’] se ha creado para compartir situaciones que nos pasan cotidianamente relacionadas con el hecho de ser mujeres y de haber sido socializadas como tales”. ¿Por ejemplo? “Que te des cuenta como madre de que algo pasa con tu peque y tu pareja no perciba nada. ¿Solo me pasa a mí, que solo me preocupo yo? Y no, no es casualidad: otras mujeres también viven situaciones parecidas”. Otro caso: “Que vayas por la calle y un hombre te hable, te violente y te quedes paralizada. Esa sensación de miedo, y de rabia luego por no haber contestado o defendido, viene de algún sitio. Y eso lo comentamos entre todas”. Por eso lo del apellido ‘terapéutico’: “Implica que unas a otras nos ayudemos, nos empoderemos y nos demos tácticas”.
De la sesión sale Camino Mateos García, vecina con 38 años de residencia de Rivas. “Este taller [también está apuntada al de dinamización] nos ayuda a compartir experiencias y comprobar situaciones que pasan desapercibidas pero nos suceden diariamente”. Es integrante de la asamblea feminista 8M Rivas, el colectivo que propuso la idea de crear la Casa Feminista presentándola al Presupuesto Participativo de 2018. Al convertirse una de las propuestas más votadas por la ciudadanía, su ejecución se ha materializado.
“Me estoy encontrando con mujeres muy valiosas, que te ayudan en todo. La Casa Feminista tiene que seguir creciendo como proyecto, se vislumbran muchas posibilidades. Nos encontramos muy a gusto y siempre acompañadas. Hay muchas mujeres en Rivas que vivimos solas, y este espacio contribuye a encontrarte con compañeras que luego se hacen amigas”, observa Camino.
Rocío Lleó Fernández ha aparcado una bicicleta municipal en el exterior del edificio y entra al interior. Es la jefa de Departamento de la Concejalía de Feminismos y Diversidad. Ella y el equipo municipal se coordinan con la asamblea de mujeres de la casa para insuflarle vida. Cuando se le pregunta la esencia de un espacio como este traza una arquitectura de conceptos: “Una Casa Feminista es un espacio de empoderamiento de las mujeres a través del intercambio, de la participación, de la formación, del conocimiento y de la expresión de tus propios malestares, de las desigualdades que sufres y de las herramientas que tienes para enfrentarte a ellas”.
Aunque cerca de 200 mujeres figuran en el grupo de guasap de la Casa, las más activas alcanzan la treintena por ahora.
SIMONE DE BEAUVOIR
El grupo de lectura reúne ya a una decena de participantes. Hasta abril abordan una obra clave en la historia feminista, ‘El segundo sexo’, escrito en 1949 por la filósofa y profesora francesa Simone de Beauvoir. María Teresa López, una de las participantes, detalla el ambiente de las sesiones: “Al grupo de lectura vienen algunas mujeres mayores que ya se leyeron ‘El segundo sexo’ en los años 70, hace cuatro décadas. Con su experiencia y perspectiva, se genera un espacio de reflexión de lo más nutritivo. Lo más satisfactorio de un espacio como este es encontrar a otras mujeres queriendo lo mismo que tú, mujeres que quieren juntarse, participar, crear y aprender”. Y resalta la importancia del aprendizaje: “Lo que más me gusta es poder acercarse al feminismo aprendiendo de otras mujeres: de las que estamos ahora aquí y de las escritoras y filósofas que aportaron tanto a esta lucha”.
Gracias al grupo de cinefórum, en noviembre se proyectó y conversó sobre la película ‘Una joven prometedora’, con plazas agotadas. En diciembre se pasa el documental ‘La imposición de la belleza’, de Nadia Martín (viernes 17, 19.00).
Como muchos comienzos, el camino no siempre es un cómodo llaneo. Se deben sortear retos, como consolidar la participación y mantener los proyectos en el tiempo. “Hay muchas ideas, pero luego el número de mujeres que pueden sostenerlas se reduce: por falta de tiempo o por el empoderamiento de sentir que pueden llevarlas a cabo. Estamos detectando un margen entre las necesidades apreciadas en un primer momento y las propuestas que finalmente se ejecutan”, describe Rocío Lleó.
DIVERSIDAD
Otro desafío, la heterogeneidad: que el perfil de las participantes sea diverso. “Algo que aún no está sucediendo tanto como deseamos”, se sincera la trabajadora municipal. “Nos gustaría que vinieran más mujeres jóvenes y también con diversidad de etnia. Sabemos que en Rivas viven muchas vecinas marroquíes que pueden hacer suya la casa, para reunirse entre ellas o para participar en el resto de actividades, fomentando el intercambio cultural”.
El emplazamiento de la instalación, entre el centro municipal de formación Marcelino Camacho y el Centro de Iniciativas Empresariales, en una calle del polígono industrial, puede dificultar el acceso a mujeres sin vehículo propio. “Si hace falta, organizamos partidas de coches para juntarnos unas con otras”, apunta María Teresa, la dinamizadora de talleres.
Avanza la mañana y las participantes del grupo terapéutico se despiden hasta el próximo lunes. “Te llevo en coche”, le dice una a otra. Poco a poco, la Casa Feminista de Rivas va tejiendo su sueño. El de cultivar la sororidad y los afectos desde los feminismos. Valgan las palabras de la teórica italiana Silvia Federici: “El feminismo no es solamente mejorar la situación de las mujeres, es crear un mundo sin desigualdad”. Como advierten las habitantes de la casa: quien se opone a tal pretensión es porque defiende privilegios muy poco naturales.