Entrevista: Nacho Abad Andújar
Desde 2013, año en que España empezó a publicar cifras oficiales, 35 niñas y niños han sido asesinados víctimas de violencia machista y 281 han quedado en orfandad. El horror que vive la infancia en hogares con maltrato de género ha quedado retratado en la exposción ‘Crecer con miedo’. Se trata de una muestra con 60 dibujos pintados por menores que han pasado, desde 2003, por el proyecto de atención psicosocial de la Comisión para la Investigación de Malos Tratos a Mujeres, una organización que empezó a trabajar con mujeres víctimas de violencia machista cuando España transitaba de una dictadura a una democracia, en 1977, pero que se registró oficialmente en 1983 [antes no estaba permitida su inscripción].
La abogada Susana Martínez Novo (Madrid, 1967), en la comisión desde 1996 y presidenta desde 2010, cuenta cómo la pintura puede ayudar a la infancia a superar traumas y exteriorizar emociones y esperanzas. La exposición, que recorre el país, se puede ver del 20 de febrero al 6 de marzo, en el centro cultural García Lorca.
¿Cómo expresa una niña o niño el horror desde un dibujo?
Los menores, cuando sufren cualquier tipo de violencia, y máxime si es en su casa y en la relación entres sus padres, tienen una serie de emociones absolutamente bloqueadas, que no han podido interiorizar y asumir. El dibujo, el arte, es la expresión de todo lo que habita en su subconsciente y no se atreven o pueden verbalizar con palabras. Tienen acumulado sufrimiento, terror y conflicto de lealtades entre el padre y la madre, porque aunque él es el agresor, al fin y al cabo es su padre.
El dibujo como terapia.
Las terapias con dibujo que hacemos con las niñas y niños sirven para que manifiesten sus emociones, pero también para que vayan creando estructuras de pensamiento y roles sociales deseables. Cuando les invitas a que dibujen cómo les gustaría que fuesen sus familias, ves dibujos más agradables, con colores y calma. Pero si les dices qué animal sería cada miembro de su familia, dibujan al padre [maltratador] como un cocodrilo con dientes afilados o un orangután con manos abiertas. Dibujos que claramente están diciendo algo.
Ya lo decía Gloria Fuertes: “La patria no es una bandera ni una pistola. Es un niño que nos mira”.
Las niñas y niños son nuestro futuro, quienes van a conformar nuestra patria, la entendamos como un país, Europa o el mundo.
El Pacto de Estado Contra la Violencia de Género de 2017 reconoce a la infancia como víctima directa de violencia machista, ¿los poderes públicos están velando por el cumplimiento de ese principio?
En la dotación de recursos, en el ámbito de las administraciones, donde incluyo a la de justicia, no se llega a los principios que se requieren. Faltan recursos. Por ejemplo: menores que empiezan a ser tratados en recursos públicos, pasado un tiempo tienen que darles el alta porque se colapsa el servicio. En tribunales, en los procesos de separación y divorcio, cuando la madre pretende una ruptura de la relación de pareja para salir de las agresiones, los jueces y juezas a veces no se dan cuenta de que los hijos están viviendo esa situación y deben ser protegidos, y se dictan órdenes de protección o medidas provisionales respecto de la madre, pero dejando fuera a los hijos menores.
¿Cómo se escucha a la infancia en los juicios?
La prueba que se realiza para mayores de 12 años es una exploración judicial. Normalmente, si no hay ningún tipo de inconveniente, se les oye. Si son menores de 12 años, los tribunales emplean un informe psicosocial elaborado por equipo con profesionales en psicología y trabajo social. ¿Qué ocurre? Que esto se suele hacer a lo largo del proceso. Pero es muy difícil que se haga a la hora de tomar medidas urgentes provisionales sobre una orden de protección, porque el informe psicosocial requiere más tiempo. Y en muchos juzgados no se ha implantado la unidad forense integral. Y pueden pasar, entre esas primeras tomas de decisión y la tramitación del proceso, entre tres y seis meses. Y en juzgados de la periferia, hasta un año o año y medio. Esos tiempos de espera causan indefensión a los menores.
¿Los recursos para la infancia víctima de violencia de género carecen a veces de perspectiva de género?
De los recursos especializados existentes no diría tanto. Donde sí hemos escuchado quejas de las madres es en los puntos de encuentro, donde se da el desarrollo del régimen de visitas. Las madres lamentan que intentan motivarlas para llegar a mediaciones [con el agresor] sin valorar, con perspectiva de género suficiente, la situación de menor fuerza en la que se encuentran. Y hablo de mediación porque, en violencia de género, está prohibida, no lo permite la ley. Es decir, no se puede mediar cuando las fuerzas y la capacidad de negociación entre una parte y otra es tan diferente.
Un hombre que maltrata a su pareja, ¿puede ser un buen padre?
Nosotras tenemos claro que no. Un maltratador no puede ser un buen padre. El prototipo de relación de pareja que enseñas a tus hijos a través de la violencia no es el de una situación en igualdad. Y los niños o bien van a reproducir lo que están viviendo en la casa, con lo que el día de mañana pueden desarrollar relaciones de pareja dominantes y agresivas, o bien acaban normalizando la violencia. Niñas que, en el futuro, cuando ejerzan violencia sobre ellas, no la perciban como tal, porque la tienen normalizada. Una persona que resuelve los conflictos con violencia, y no con diálogo, no es la representación de una sociedad aceptable.
¿Cuál es el riesgo de que una víctima infantil reproduzca ese patrón de conducta en la edad adulta?
No hay datos oficiales, pero por nuestra experiencia observamos que se produce en un gran número de ocasiones, salvo que se adopte un tratamiento terapéutico a tiempo y vayas cambiando esos patrones de conducta. Entonces sí tenemos un porcentaje de éxito importante. Es fundamental la intervención a tiempo, no negar la realidad, no negar que se sufre violencia, no pensar que estamos adoctrinando, sino trabajando con las necesidades de una niña o niño. Cuando haya respeto e igualdad en las relaciones, no habrá violencia de género.
Ustedes proponen incluir una asignatura de igualdad en todas las etapas educativas.
La justicia, y lo dice una abogada, es el último escalón: actúa cuando el hecho ya ha sucedido. Para evitar que el hecho suceda, hay que intervenir desde la base. Y la base es la educación. Si no cambiamos esa perspectiva, no progresaremos. Y nos preocupa que entre la población joven estamos viendo conductas que suponen un retroceso. Desde ámbitos muy pequeños: chicas jóvenes que en Instagram publican historias y fotografías donde lo que se valora de una persona es la imagen, quién es más guapa, tiene mejor tipo o pesa menos kilos. Ahí evidencias un patrón de que se te va aceptar más o menos en función de tu imagen, y no por tu persona en sí u otras cualidades artísticas, intelectuales o sociales que puedas tener. Sin olvidarnos del control en pareja que se ejerce a través de móviles y redes sociales. O empezamos a educar para utilizar positivamente las nuevas tecnologías o pueden convertirse en un elemento perverso para la violencia de género.
¿Echa de menos más campañas de sensibilización dirigidas a quienes causan el maltrato, los hombres?
Se echa mucho en falta. Yo puedo cambiar la conducta de la víctima y decirle que denuncie, pero si no cambio la conducta de quien agrede o quienes rodean al que agrede, sean hombres o mujeres, si no aplicamos la tolerancia cero, no arreglamos el problema en su globalidad.
‘Ideología de género’, ‘pin [veto o censura] parental’… ¿Qué se esconde detrás de este rearme reaccionario?
Es el rearme de una ideología patriarcal que contraataca contra los avances sociales logrados. Bajo una apariencia de libertad de pensamiento, que no es tal, se esconde una imposición de una ideología machista.
