«Me han llegado a gritar ‘Quítate la ropa’ en una actuación»
Entrevista: Nacho Abad Andújar
Nació en el pueblecito petrolero de Lagunillas, a orillas del lago Maracaibo. en Venezuela. Y coincidencia o no, hace gala de un humor negro. Vive en España desde hace seis años, donde pisó un escenario como monologuista por primera vez en 2015. En mayo de 2019 estrenó, junto a la guineana Asaari Bibang y la rumana Bianca Kovacs, el espectáculo ‘Foráneas, humor de otro mundo’, donde hacen comedia desde su condición de mujeres migrantes. Actúan en el festival Coñumor el sábado 14 de diciembre (19.30, La Casa+Grande, +16 años, entrada libre).
A Rivas viene con Bianca Kovac (Rumanía) y Asaari Bibang (Guinea) para representar ‘Foráneas, humor de otro mundo’. ¿Cómo son esos humores de otro mundo?
Abordamos temas diferentes a los de la comedia generalista. Tenemos una vida y condiciones diferentes: somos mujeres de origen extranjero. Asaari es africana, aunque vive desde los seis años en España. Por su descendencia y color de piel vive situaciones de racismo, problemas que a lo mejor un español blanco no se enfrenta. En su comedia, el tema del racismo está bastante presente. Bianca es cómica rumana, con más de diez años en este país, muy integrada en la cultura española: cuenta mucho sobre la adaptación para vivir en una sociedad diferente. Algo que me pasa a mí como latinoamericana, que llevo seis años. Yo cuento lo difícil que es integrarse como inmigrante y mujer indocumentada. Por eso decimos que es un humor de otro mundo. Y a pesar de nuestras geografías, tenemos cosas más en común que lejanas.
Mujer e inmigrante, ¿doble dificultad?
Tenemos que superar una doble barrera. Siendo mujer ya es complicado, pero añadirle lo de inmigrante lo complica todo más. Cuando empecé, no conseguía actuaciones, salvo los micros abiertos. Decidí crear mis propios escenarios e hice el primer show de comedia latinoamericana: ‘Si saben cómo nos ponemos, para qué nos conquistan’. Nos juntamos los cómicos latinoamericanos que estábamos en la misma condición. Así empecé a crecer como cómica, por la necesidad de no tener las mismas oportunidades.
¿Difiere mucho el humor que hacen las cómicas en Venezuela del que hacen en España?
Ahí no puedo responder con claridad. Aprendí a hacer humor en España. Visité Venezuela hace tres años y probé a hacer comedia. Me llamó la atención el número de cómicas que había, con mucha más paridad que en España. Y allá, las mujeres allá se atreven a hablar con mucha naturalidad.
¿De qué se ríe el humor feminista?
Nos tenemos que reír de todo. Hablamos de nuestra condición como mujer. Yo hago mucha comedia sobre la maternidad, cómo nos ven a la mujer latina… El humor hace de vitrina de lo que sucede en la sociedad, riéndose de ello.
Hasta ahora nos hemos reído con los códigos masculinos, ya es hora de hacerlo con los femeninos.
Difiero de que haya un humor femenino y masculino. Simplemente hay humor. Al haber más cómicos se imponen los códigos masculinos. Pero puedes hacer humor de todo. Y la gente se va acostumbrando al humor hecho por mujeres. Ahora hay mayor aceptación a ver a una mujer en el escenario. Antes era más duro. Subía un compañero y yo veía al público muy relajado con él. Pero saltaba yo a escena y percibía tensión. Algunos cruzaban los brazos con cierta predisposición: a ver qué me va a decir esta. Pero ahora sucede cada vez menos, con todo el movimiento feminista vivido en España. Y eso tranquiliza mucho, porque yo iba, siempre voy, con tensión a un bolo, porque me han gritado cosas.
¿Ha vivido agresiones sobre el escenario?
Me han llegado a gritar ‘Tú no deberías opinar siendo mujer y extranjera’ o ‘Quítate la ropa’. Me ha tocado vivir situaciones duras. Y, al final, tienes que plantarte y dar una respuesta. Ante estas situaciones puede que te asustes y hundas o repelas el ataque porque eres quien tiene el micrófono. Cuando me dijeron ‘Vete a tu país’, quedé completamente impactada.
¿El público no reaccionó?
Sí, fue el propio público quien echó de allí al personaje y le armó la bulla.
Humor, ¿para qué?
Para no gastar en el psicólogo. El humor desviste las verdades y problemas. Con humor, las palabras entran más fácil. Se hace pensar más a las persona desde la gracia que con mala hostia. Me volví humorista por culpa del machismo. Llegué a España muy deprimida. Allá, mis amistades y la sociedad que me rodeaba me decían que hacía mal dejando a una persona que me había sido infiel, que tenía que aceptarlo y casarme con ella. También me intentaron violar. Y me dije: no tengo por qué soportas estas cosas, me voy a una sociedad [España] donde, aunque haya machismo, se han superado ciertas cosas. Y así fue como llegué aquí. Y decidí hacer algo que siempre había deseado en mi vida. El humor fue la forma de escapar de la realidad y reírme un poco de ella. Fue mi salvación.