«Según». Con ese adverbio de contingencia sobre lo que puede ser o no ser, responde a sus 14 años el campeón de la Olimpiada Matemática Júnior de Madrid cuando se le pregunta si le gustan las matemáticas. “Según”, dice encogiéndose de hombros Lautaro Affonso Busnadiego, en un aula del instituto público Profesor Julio Pérez, una mañana después de clase: “Las matemáticas que implican resolver el clásico problema con fórmulas, no. Me parecen un poco tediosas. Pero si se plantea como un problema de lógica, me gustan, porque supone enfrentarte a un desafío”.
Ripense de toda la vida, de madre y padre argentinos que se dedican a la comunicación y al diseño gráfico y llegaron a España en 2003 y a Rivas en 2005, Lautaro quedó entre los diez finalistas de la prueba que cada año organiza la Sociedad Madrileña de Profesores de Matemáticas. Hay dos convocatorias: para 6º de primaria y para 2º de la ESO. En esta última concursaron Lautaro y 404 estudiantes más. 57 pasaron a la final. Y diez resultaron ganadores [no se quiere jerarquizar los puestos]. Y dos de ellos, se supone que los más destacados –Lautaro y Carlos Cascos González, del colegio Amanecer, de Alcorcón- fueron seleccionados para representar a Madrid en la final nacional, que se celebró del 25 al 28 de junio en Albacete.
A pesar de su mente brillante para el cálculo, a Lautaro le entretiene más Física y Química, Plástica o Tecnología. “Estudiaré ciencias, pero aún no sé a qué quiero dedicarme en esta vida”, comenta este lector entusiasta del género fantástico, que cita a Harry Potter, la valenciana Laura Gallego -sus libros ‘Memorias de Idhun’ y ‘El valle de los lobos’- o la chilena Isabel Allende, con su incursión en las novelas de aventuras (la saga ‘Crónica del águila y el jaguar’).
“Siempre le gustaron los juegos de lógica”, le retrata la madre, “pero no es especialmente aficionado a las matemáticas, de hecho es más de escribir. Desde muy pequeñito le gustaban los museos, ir al teatro. Era un niño que pedía a los Reyes Magos ir al Museo de Ciencias Naturales. No pedía juguetes. Nunca pidió una Play”. Y añade el padre: “Diseñaba juegos de mesa materiales, con cartones”.
«Siempre le gustaron los juegos de lógica», le retrata la madre, «pero no es especialmente aficionado a las matemáticas, de hecho es más de escribir. Desde muy pequeñito le gustaban los museos, ir al teatro»
El profe de mates de Lautaro es José Luis Muñoz, de 49 años, ripense desde 2021 y nominado este año a los Premios al Compromiso Educativo Profesor Julio Pérez. Docente desde 2002, aterrizó en el Julio Pérez en 2023. Y es el responsable de movilizar al alumnado para que concurra a la Olimpiada Matemática. Es un maestro creativo, que diseña cachivaches que utiliza en el aula para facilitar el aprendizaje del alumnado.
Cuando se le pregunta por la importancia de las matemáticas en esta vida, relata con pedagogía: “La principal utilidad es desarrollar las capacidades de pensamiento crítico y abstracción y de pensamiento inductivo y deductivo, para utilizarlas en la vida diaria. Nadie va haciendo polinomios y ecuaciones por la calle. Pero los procesos mentales para entender esas ecuaciones y polinomios hacen que desarrolles una capacidad de análisis muy útil para resolver problemas y desarrollar un pensamiento crítico”.
¿Y por qué, generalmente, cuesta aprenderlas? “Tradicionalmente se han enseñado unas matemáticas de cálculo y fórmulas obviando que lo importante es desarrollar esas habilidades mentales para resolver problemas o situaciones en la vida real”.
Lautaro, con su profesor de Matemáticas, José Luis Muñoz. PACO MARISCAL
Por eso, en la Olimpiada Matemática, los ejercicios se plantean en clave práctica. “No suelen ser problemas que se ven en el colegio. Son más de pensar para aplicar lo que sabes, con lo que la dificultad es mayor”, explica José Luis. Prueben si quieren a solucionar este enunciado que destejió Lautaro: ‘Me he comprado un cuentakilómetros para la bici que consta de cuatro dígitos. Pero me he dado cuenta de que es defectuoso, porque en los cuatro dígitos pasa del 3 al 5, sin pasar por el 4. Hoy marca 2.005 kilómetros. ¿Cuántos kilómetros he recorrido en realidad?’.
¿Y cómo es el Lautaro alumno? “Tiene una mente muy creativa matemáticamente hablando. Ve relaciones matemáticas que otros no ven”, le describe el profesor. Sus altas capacidades también tienen miga: “Me puedo distraer, literalmente, con el vuelo de una mosca. Tal cual dice el dicho. Estoy estudiando y, de repente, me doy cuenta de que estoy mirando una mosca volar. Así como lo cuento. Y me pasa con muchas cosas. En clase tienes que prestar atención a un tema. Pues a veces me distraigo pensando en que tengo que prestar atención. Me digo: ‘Presta atención, tienes que prestar atención, y cuando me centro ya me he perdido lo que ha dicho la profe”. “Te pasó toda la vida”, tercia la madre entre risas.
¿Y cómo es el Lautaro alumno? «Tiene una mente muy creativa matemáticamente hablando. Ve relaciones matemáticas que otros no ven», le describe el profesor
La preparación para la prueba no fue muy ardua: “Quedábamos de vez en cuando en los recreos para proponer retos y problemas. Y enseñarles estrategias de resolución de problemas”, repasa el maestro. A la Olimpiada pueden acudir tres estudiantes por centro: “Los nuestros llegaron con algo de nervios, sobre todo por el ambiente de estar en un espacio con más de 400 participantes”.
En la Olimpiada se participa primero en una fase individual (tres problemas a resolver en hora y media) y luego otra fase en grupo de tres (otros tres problemas y otra hora y media). “Acabas un poco quemado, tanto tiempo pensando”, se sincera Lautaro.
¿Y le parecieron difíciles los problemas? “A primera vista sí, pero luego me ponía a plantearlos y sabía cómo resolverlos. Pero también era consciente de que me iba a costar mucho. Tenía claro lo que había que hacer, pero sabía que eran un montón de pasos”.
¿Y cómo recibieron sus compañeras y compañeros de clase el éxito olímpico? “Cuando se supo el resultado, el profesor pidió un aplauso. Y la clase aplaudió”, rememora. ¿Y aplaudieron de corazón? “No sé si de corazón, pero aplaudieron con ganas”, replica con guasa.
Cuando se publique este reportaje, Lautaro ya estará disfrutando de las vacaciones estivales. Viajará a Pirineos o Picos de Europa, donde sus padres, ella de la Patagonia y él de la provincia de Buenos Aires y aficionados al senderismo, han encontrado sus Andes chiquitos
De Rivas le gusta “la amplitud de sus calles y que es muy verde, cada dos pasos tienes un parque. Y vivimos al lado de un parque natural. Mola empezar a caminar y llegar a un bosque. Tomé conciencia de ello tras mi último viaje a Argentina”.
LOS ANDES ESPAÑOLES
Cuando se publique este reportaje, Lautaro ya estará disfrutando de las vacaciones estivales. Viajará a Pirineos o Picos de Europa, donde sus padres, ella de la Patagonia y él de la provincia de Buenos Aires y aficionados al senderismo, han encontrado sus Andes chiquitos: los 3.000 metros de las cordilleras ibéricas se quedan menguantes frente a los 6.000 del país austral.
Pero como también son hermosas las cimas astures y pirenaicas, pondrán rumbo al norte. Coche, mochilas y saco de dormir para recorrer senderos de valles y montañas. “Acuérdate de calcular la superficie de la tela de la tienda de campaña”, le reta con ironía su profesor. Matemáticas en plena naturaleza.
