Dos grupos integrados cada uno por cinco niñas ripenses de entre 8 y 11 años han participado este año en el concurso internacional Technovation Girls, que «inspira» a niñas y mujeres jóvenes de todo el mundo para que se acerquen «con naturalidad» a las tecnologías digitales, según sus promotores. Una profesión donde la brecha de género se hunde en una sima profunda: tanto en España como en la Unión Europea, solo el 19% de los puestos de trabajo están ocupados por mujeres, según el último Informe sobre Brecha Digital de Género 2023, del Observatorio Nacional de Tecnología y Sociedad (ONTSI).
Según ese estudio, en 2020 había 12,3 graduadas en STEM (acrónimo en inglés de ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas) por cada mil habitantes, frente a 29,2 graduados. Para cerrar esa grieta que separa a mujeres y hombres, es imprescindible actuar en edades tempranas, como la etapa escolar. Y estas diez niñas de Rivas han comprobado que iniciativas como Technovation Girls contribuyen a alentarlas, no solo en materia de innovación, sino también en emprendimiento y pensamiento.
Pilar Tejero García, de 11 años y una de las participantes, sintetiza esa enseñanza: “Con este concurso aprendes que no hay profesiones ni de chicos ni de chicas. Que si eres chica y te gusta la programación y la tecnología, puedes hacerlo. Las chicas también podemos hacer carreras tecnológicas, donde son mayoría los chicos”.
De los 251 equipos de todo el país que completaron su proyecto este 2024 (959 chicas de 8 a 18 años), dos, ya se ha dicho, eran de Rivas: las Chaconeras Girls [los nombres los eligen ellas], un quinteto de alumnas del colegio público Dulce Chacón, y las Stelar Girls, otras cinco jóvenes de centros educativos diferentes. Ambos se inscribieron en la categoría de principiantes [beginners, en inglés: 8-11 años; también hay júnior (12-15 años) y sénior (16-18)].
El desafío que plantea Technovation Girls a sus participantes implica diseñar una aplicación (app) o inteligencia artificial (IA) que mejore un problema detectado en el entorno donde viven. Como se trata de programar y realizar trabajo de campo, junto con un plan de marketing y de negocio para asegurar la viabilidad de la idea (investigación + emprendimiento), cada grupo cuenta con la ayuda de dos mentoras adultas especializadas en la materia, que acompañan y asesoran a las niñas.
“No hay profesiones ni de chicos ni de chicas. Si eres chica y te gusta la programación y la tecnología, puedes hacerlo”, dice una de las participantes en el concurso internacional Technovation Girls
Durante cinco meses, de enero a mayo, los grupos investigan y desarrollan su proyecto, que luego exponen ante un jurado en la gran cita final donde concurren todos los equipos del país. La evaluación fue el 25 de mayo, en el campus de Leganés de la Universidad Carlos III. Y aunque los dos equipos ripenses no consiguieron clasificarse para la semifinal europea (9 de julio), que precede a la final mundial de otoño en San Francisco (EEUU), “la experiencia vivida ha supuesto un inmenso crecimiento personal”, coinciden sus participantes.
En un alarde de ingenio, perseverancia y consenso, estas tecnochicas han sido capaces de desarrollar dos proyectos de gran utilidad social: uno relacionado con el ahorro energético en frigoríficos (Chaconeras Girls) y otro pensado para mejorar la vida digital de las personas mayores (Stelar Girls).
Otra constatación en este tiempo de aprendizajes es que el viaje trasciende la dimensión tecnológica para adentrarse en la perspectiva social. Technovation Girls requiere pararse a pensar, detectar un problema donde se reside y proyectar una solución. Observar, analizar, investigar y proponer.
Cuando el jurado preguntó qué habían aprendido en este proceso, Yara Tamim El Aqqad, de ocho años, respondió para asombro de quienes evaluaban: “Hemos aprendido a ponernos de acuerdo”. Porque para investigar en grupo hay que alcanzar consensos, renunciando a veces a ideas individuales. Y de eso también va Technovation Girls, de conciliar y acordar. “No solo han aprendido a programar o entrevistar a gente, también a desarrollar competencias para ser emprendedoras y llegar a acuerdos. Aprenden que lo importante no es tu idea, sino construir una idea común. Y han tenido una evolución brutal”, describe una de las dos mentoras del grupo Stelar Girls, Patricia Acosta.
Chaconeras Girls
App Combi: la nevera y el cambio climático
Participantes: Nora Pozuelo de la Fuente, Pilar Tejero García, Julia Fernández Benito, Lucía Berniz Alarcón y Sara Berniz Alarcón. Todas de 11 años, menos Sara, que tiene 9. Alumnas del colegio público Dulce Chacón de 6º de primaria, menos Sara, de 4º.
Mentoras: Sara de la Fuente, profesional de desarrollo tecnológico en un banco, y Sonia Carmona, desarrolladora de app en un banco (reside en Móstoles).
La nevera es el electrodoméstico más usado en el mundo. Por eso lo eligieron las cinco Chaconeras, tras descartar otras posibilidades anteriormente. “Es el electrodoméstico más presente en nuestras vidas. Nunca se apaga. Los alimentos están en ella día y noche. No es como un microondas, que lo enciendes y apagas. O una lavadora. La nevera funciona todo el rato”, introduce Pilar Tejero García, integrante, además, como otras tres componentes del grupo del Foro Infantil, el espacio municipal donde se enseña a la infancia a pensar y expresar el mundo que quiere y que este 2024 celebra su 20 aniversario.
¿Pero tenemos la nevera siempre a la temperatura idónea para no incurrir en derroche energético? El equipo del colegio Dulce Chacón ha desarrollado una app real, a la que han llamado Combi (nombre muy apropiado), que informa de la temperatura a la que debería enfriar en función del porcentaje de ocupación y de la frecuencia de aperturas (momentos en los que pierde frío). “No la usamos con la misma frecuencia si nos vamos un fin de semana de casa que si celebramos una fiesta”, ejemplifica una de las mentoras, Sara de la Fuente, madre, además de una de las niñas.
“Nuestra app sirve para calcular los grados a los que tienes que poner tu nevera, minimizando tu consumo de energía y garantizando la frescura de los alimentos”, detalla Lucía Berniz Alarcón.
¿Y cómo funciona? “Para hacerlo más fácil y que a la gente no le dé pereza, haces con tu móvil o tableta, que llevan incrustados una IA, una foto del interior de tu nevera. Le dices a la app si la vas a abrir poco, mucho o normal. Y la app calcula los grados idóneos. Si ahorramos un poco de energía, entre todos ayudamos al planeta”, relata la benjamín del grupo, Sara Berniz, de 9 años.
En España y la UE, solo el 19% de los puestos de trabajo en tecnología digital están ocupados por mujeres. La brecha de género en este ámbito profesional aún es muy profundo
Es el primer sábado de junio de las vacaciones escolares. En la cocina del comedor del colegio Dulce Chacón las niñas muestran el funcionamiento de la app. Los frigoríficos están apagados, menos uno vacío sin nada en su interior. El termómetro del refrigerador marca 2º. Las Chaconeras, tableta en mano, fotografían su interior. La imagen pasa a la IA. Como ya estamos en vacaciones escolares, la frecuencia de apertura de la puerta seleccionada es ‘poca’. La app registra la información y dictamina: la temperatura óptima desde un punto de vista medioambiental sería 9 grados, siete más de los que marca.
El poso intelectual que queda es profundo. “Si quieres aprender a programar es una oportunidad única, muy chula y divertida. Y lo puedes hacer con tus amigas, te puedes apuntar con quien quieras. No es lo mismo programar sola que estar con amigas y programar hablando”, expone Lucía Berniz.
“Compruebas que si te pones, puedes. Nosotras no teníamos ni idea y hemos conseguido hacerlo. Y aunque no hemos ganado, nos llevamos la experiencia”, remata Julia.
El trabajo de campo fue intenso, recuerda la mentora Sara de la Fuente. Primero preguntaron en su entorno más inmediato. “¿Cambias los grados de tu nevera cuando te vas de vacaciones? ¿La dejas con la misma temperatura? Realizaron una encuesta en tres colegios (Las Cigüeñas, Dulce Chacón e Iturzaeta) y en casi todos los bares del bulevar de la avenida de Aurelio Álvarez: cuántas neveras tienen en el local, cuántas se autorregulan…”. Uno de los establecimiento funciona, por ejemplo, con 16 neveras. “Para ellas era un puntazo reducir el consumo de 16 neveras en un solo establecimiento”, dice la mentora.
Las cinco chaconeras quieren repetir el año que viene. De momento, su idea es volver con el mismo proyecto mejorado, algo que permite el concurso. Su app por ahora solo sirve para la parte de la nevera, pero no para el congelador. Si en el camino no se cruza otra idea más estimulante, insistirán con su aplicación Combi.
Además de mostrar a las niñas que pueden ser lo que quieran y feminizar el desarrollo de las tecnologías digitales, a la mentora Sara de la Fuente le han sorprendido las “diferentes realidades que se viven en el mundo con este concurso. Este concurso amplía la mirada del mundo. Ver a jóvenes nigerianas presentando una app sobre las ablaciones es algo que nos sobrepasa en España. Nuestra realidad, por decirlo de alguna manera, es el reciclaje, cómo mejorar el planeta para combatir la crisis climática. Pero allí también están luchando por combatir una práctica de mutilación genital”.
Y cita otro ejemplo: un equipo ucraniano empezó a trabajar su proyecto, pero en febrero de 2022 estalló la guerra tras la invasión de Rusia y cambiaron a una app que, ante un bombardeo, busca el refugio más cercano a tu casa. Esa app sigue funcionando hoy en su barrio”.
Stelar Girls
App DiverAyuda: pensando en las personas mayores
Participantes: Paula Santos García de Marina, 8 años y 4º de primaria en el colegio Jarama; Vega Quirós Bernal, 9 años y 4º de primaria en el colegio Victoria Kent; Naiara Cortés Rodríguez, 11 años y 6º de primaria en el colegio Santa Mónica; María Hernán Lanza, 9 años y 4º de primaria en el colegio José Saramago; Yara Tamim El Aqqad, 8 años y 3º de primaria en el colegio Luyfe Rivas.
Mentoras: Patricia Acosta Soler, economista y experta en telecomunicaciones (residente en Madrid) y Raquel Alventosa Simó, investigadora para el diseño de productos digitales (residente en Barcelona).
El grupo Stelar Girls, cuyas integrantes pertenecen a centros educativos diferentes, ha desarrollado una app pensando en las personas mayores. De nuevo, la mirada social. “Sirve para que utilicen la tecnología de una manera más accesible y se puedan relacionar mejor entre ellas y con las personas de su entorno”, explica Vega Quirós Bernal, de 9 años. “Nos dimos cuenta de que muchas personas mayores no son capaces de usar bien internet. E hicimos la aplicación pensando en ellas”, remata María Hernán Lanza, de 9 años.
DiverAyuda sintetiza en su título su objetivo: la aplicación incluye contactos familiares y de personas afines, un calendario donde pueden recordar las medicinas que han de tomar, un puzle lúdico para aprenden más sobre internet jugando o un diario de anotaciones.
Uno de los primeros retos fue acudir a una residencia de mayores de Rivas y entrevistarse con sus inquilinos. Para detectar necesidades. En su caso, el grupo se reunía telemáticamente todos los lunes, de 18.00 a 20.00. “En las primeras sesiones hablamos del desarrollo sostenible [Technovation Girls se liga a la Agenda para el Desarrollo Sostenible de la ONU] para que vieran los retos de la humanidad. Y pensaron en las personas mayores y lo difícil que es para ellas enfrentarse a las nuevas tecnologías”, recuerda la mentora Patricia Acosta.
“Las niñas que tienen intereses en programación suelen encontrarse con grupos mayoritariamente de niños”. Solo un 2% de la inversión que se realiza en Europa em proyectos tecnológicos recae en start-up lideradas o fundadas por mujeres
La mentora aporta más datos como experta: “Solo un 2% de la inversión que se hace en Europa en proyectos tecnológicos y científicos recae en start-up (empresas emergentes que presentan grandes posibilidades de crecimiento) lideradas o fundadas por mujeres. Esa es una de las brechas más dolorosas. Y es solo el final. Si retrocedes y ves dónde se caen las mujeres, llegas a los ocho años con, por ejemplo, la agresividad que despliegan los videojuegos, que desincentiva a las pocas niñas que les apetece jugar”.
El trabajo de una mentora, aclara Patricia Acosta, consiste en “acompañar e ilusionar para que las niñas liberen su potencial y se sientan capaces de superar cualquier reto. Solo dos niñas habían programado antes alguna vez. Y la mayoría ni se había planteado la posibilidad. Esto les ayuda a vivir la experiencia de ser capaces y que entiendan que el mundo digital no solo es la programación, sino que aborda problemas que hay en la sociedad. Requiere contacto humano con tu entorno y las personas de ese entorno”.
“Si el grupo ha funcionado tan bien, ha sido gracias también a las dos mentoras. No te puedes imaginar la dedicación que han tenido con ellas y el trabajazo hecho”, agradece una de las madres, Natalia Lanza. “El esfuerzo de las niñas es admirable, se han enfrentado a muchos retos y han gestionado situaciones incómodas al trabajar en equipo, aportando soluciones creativas y cariñosas. El programa en sí es un camino de crecimiento tanto para ellas como para las mentoras”, añade la otra mentora, Raquel Alventosa.
Suad El Aqqad de la Fuente, traductora, periodista y ahora funcionaria estatal, es madre de la más pequeña del grupo, Yara, de ocho años: “Nos decantamos por este proyecto porque las niñas que tienen intereses en programación suelen encontrarse con grupos mayoritariamente de niños. Esta experiencia es importante para interactuar con niñas con los mismos intereses y tener, a su vez, referentes profesionales y de éxito. Nos ha sorprendido gratamente la magnitud del proyecto”.
Además de la tecnología, el certamen “aporta muchas habilidades a las niñas para su desarrollo académico y personal”, prosigue Suad. Ese enriquecimiento pasa por “establecer necesidades, reunir datos, entrevistar a personas, elaborar herramientas online tanto para el trabajo colaborativo como para la programación en sí, consensuar decisiones e ideas, decidir colectivamente por dónde seguir o aprender a hacer una presentación”.
“Este proyecto me ha ayudado a trabajar en equipo”, resume la más pequeña del grupo, Paula, con ocho primaveras. “Me ha parecido una experiencia inolvidable. Me ha servido para aprender a programar y hacer nuevas amistades”, agradece Naiara, la mayor, con 11 años. En 2025 repetirán: ya están pensando en plantaciones de luffa, sustitutiva de los estropajos sintéticos.