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Entrevista: Álvaro Mogollo
Gerardo Echeita es profesor del Departamento Interfacultativo de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidad Autónoma de Madrid. Experto en políticas de inclusión educativa y con una acreditada trayectoria docente e investigadora, ha trabajado en el Ministerio de Educación y Ciencia y como consultor en organismos internacionales como la UNESCO o UNICEF. Además, participó en la Declaración de Salamanca, documento de 1994 que sentó las bases sobre la educación para personas con necesidades especiales.
El lunes 30 de noviembre imparte en Rivas la ponencia ‘Educación inclusiva y derecho a la educación’ (17.00-19.00), enmarcada en las actividades que organiza el Ayuntamiento para conmemorar la Declaración de los Derechos de la Infancia (20 de noviembre de 1959) y el Día de las Ciudades Educadoras (cada 30 de noviembre).
¿En qué consiste la Declaración de Salamanca?
Es el documento que se generó en una conferencia internacional que promovió la UNESCO y se desarrolló en España en 1994. Se trata del inicio simbólico de los trabajos que remarcan la necesidad de enfocar los sistemas educativos de cara a que sean inclusivos. Está muy bien fundamentado, con coherencia y sigue actuando como referente en lo que se entiende como educación inclusiva. Marca por dónde deben ir los ámbitos de actuación para transformar y mejorar los sistemas educativos. Es el punto de partida hacia ese horizonte.
¿Cómo ha cambiado la educación inclusiva en esos más de 25 años?
Ha avanzado de forma que los países, o los Estados parte como se suele decir en estas reuniones, han ido tomando conciencia de que, en efecto, los sistemas educativos se deben reformar para que todo el mundo tenga cabida. En ese sentido, la Declaración de Salamanca se motiva fundamentalmente por el conjunto de alumnos y alumnas con necesidades educativas especiales. Se actúa para que tengan mayor compromiso, capacidad y responsabilidad en educar conjuntamente a todo el alumnado, tenga las necesidades educativas que tenga. Con el paso de los años, se ha asentado la idea de que una educación inclusiva no afecta únicamente a lo que hay que hacer con el alumnado que tenga necesidades especiales, sino con la totalidad, aunque haya que focalizar con mayor ahínco en esas personas que están más expuestas a segregación, marginación o exclusión. Y en ese sentido, en estos 25 años se ha establecido de manera muy sustantiva cómo los sistemas deben responder a la diversidad, que es la seña de identidad del género humano.
¿Qué situaciones de exclusión se siguen dando?
Hay muchas situaciones potenciales de exclusión en la escuela. Algunas tienen que ver, por ejemplo, con el hecho de que todavía un porcentaje del alumnado considerado con necesidades educativas especiales, aun teniendo pleno derecho a ello, no está en la escuela ordinaria, pues, en efecto, aunque la mayoría de ese alumnado está escolarizado en centros ordinarios todavía un 20% aproximadamente del mismo (con variaciones significativas en función de la comunidad autónoma de la que habláramos) está escolarizado en colegios de educación especial. Esta segregación escolar, al igual que ocurre con la segregación por razones económicas o sociales, es una clara y objetiva situación de discriminación y, en ese sentido, una de las múltiples caras que tiene la exclusión. Otras caras tienen que ver, por ejemplo, con las situaciones de marginación, menosprecio o maltrato que muchas alumnas y alumnos, con o sin necesidades especiales viven, lamentablemente, de forma cotidiana en sus escuelas o institutos. Finalmente, los altos índices de fracaso o abandono escolar temprano son otro de los lamentables rostros de tan polifacético proceso. Además, dentro de las aulas, muchos alumnos y alumnas que, aparentemente no presentan necesidades, también son víctimas de maltrato o marginación por parte de otras personas. Las situaciones de exclusión son muy frecuentes, muy variadas y distintas en función del alumnado. Hay gente que las vive todas, desgraciadamente. La exclusión es una realidad y aún estamos lejos de alcanzar esa aspiración de paliarla.
¿Qué importancia tiene la labor del personal docente para evitar esas situaciones, más allá de la legislación?
El sistema es un engranaje, y todas las piezas son fundamentales. Si quitas un elemento, es difícil pensar que va a funcionar. Dicho eso, para que tengamos una visión global y no se achaque el avance o no a la labor del profesorado, también influye qué condiciones se les ofrece, qué formación se les ha dado, qué recursos tienen a su alcance, qué asesoramiento pueden recibir para enfrentarse a la difícil labor que tienen, etc. Pero puestos a señalar, es obvio que el profesorado finalmente es el artífice de todo esto. Las declaraciones están ahí, las leyes están ahí, pero quienes en último término entran en una clase, cierran la puerta y están con el alumnado, son los profesores y las profesoras. Y son esas personas las que, a partir de sus actitudes, valores, forma de pensar y cómo trabajan, tienen la última palabra de encarnar todo eso en una acción educativa. Juegan un papel fundamental.
CHARLA: ‘EDUCACIÓN INCLUSIVA Y DERECHO A LA EDUCACIÓN’
Lunes 30 de noviembre / 17.00-19.00. Ayuntamiento: salón de actos.
Con inscripción en la web inscripciones.rivasciudad.es