Texto: Álvaro Mogollo
La COVID-19 ha generado situaciones poco comunes, algunas incluso inéditas, en todos los ámbitos sociales y profesionales. Un sector clave como el de la educación no ha sido ajeno a ello y ha visto todos sus planes trastocados en una parte del año que suele ser decisiva. Los equipos docentes se vieron obligados a adecuarse a la adversidad del confinamiento para poder mantener la enseñanza desde sus domicilios.
Ante una coyuntura imprevista e impredecible, profesoras y profesores se han encontrado con un sistema que no contaba con herramientas actualizadas y han tenido que improvisar acciones que les permitiesen llevar a cabo procesos didácticos adecuados. La experiencia, en líneas generales, les deja vivencias positivas, aunque tienen claro que el factor socializador de las clases presenciales es imprescindible e insustituible. También piden previsión para futuras eventualidades que permitan gozar de una educación de calidad a distancia.
PREDISPOSICIÓN
Para este reportaje, se ha contactado con Margarita Grande, Ana María Pérez y Zainab Mustafá, tres docentes que desarrollan su trabajo con un alumnado ripense de edades muy dispares, de ciclos de infantil, primaria y ESO, respectivamente. Destacan la buena predisposición de las chicas y chicos, que han sabido adaptarse a este proceso complicado en el que han estado tantas semanas sin salir de casa, y la función de las familias como apoyo en todo momento.
Ana María Pérez López, nacida en Puertollano (Ciudad Real) hace 47 años, define como extraña la sensación de dar clases durante el confinamiento. Es especialista en inglés y este año ha impartido clases en segundo de primaria en el CEIP José Iturzaeta, donde es tutora de uno de los grupos. “No teníamos preparada una programación para llevarla a cabo desde la distancia y a través de medios telemáticos”, asegura. Al ver que la situación tenía visos de prolongarse en el tiempo, decidió con sus compañeras de nivel reprogramar el resto de contenidos hasta final de curso: “La meta era llegar a los objetivos propuestos, de una forma en la que nuestros niños y niñas nos sintieran cerca”.
LECCIONES VIRTUALES
La mayoría de las lecciones se han facilitado al alumnado de forma virtual, a través de plataformas educativas o correo electrónico, sin faltar la clásica videollamada grupal que tan de moda ha estado en los últimos meses, tanto en el ámbito privado como en el profesional o lectivo. El fin de estas llamadas también tenía una parte socializadora, buscando que las personas volviesen a verse otra vez, aunque fuera a través de una pantalla.
Zainab Mustafá Ávila es una profesora valenciana de 50 años que imparte clases de lengua en el IES Las Lagunas. A ella la enseñanza a distancia no termina de llenarle: “Es muy impersonal, hay cosas que es difícil enseñarlas así”. El contacto humano con los chicos y chicas es primordial para esta docente de Lenguaje en distintos cursos de la ESO. “Al no verles la cara, porque cuando hacíamos videollamadas algunas personas no podían conectarse, la sensación es fría”.
Para todas ellas, el factor emocional durante un periodo duro y desconocido, primaba por encima de las propias asignaturas. “Las materias tenían su importancia, claro, pero lo esencial ha sido que estuvieran con buen ánimo, e intentamos conseguir que se sintieran bien realizando las tareas escolares, como repaso de lo ya aprendido en clase”, incide Ana María. En la misma línea se expresa Zainab: “En esas circunstancias, es más importante reforzar repasando lo aprendido, por el factor normalizador que se da”.
INFANCIA DE MENOR EDAD
Precisamente, esa normalización es muy importante en la infancia de menor edad, que aprenden cuestiones que van más allá de asignaturas concretas. A ello se dedica Margarita Grande López, que trabaja en la escuela pública Rayuela con peques de entre 1 y 2 años. Las características del momento y las particularidades de esta enseñanza han hecho que elaboraran programas alternativos para que fuesen aplicados en casa: “Hemos intentado que fuesen formatos abiertos para que las familias los utilizaran cuando les viniese mejor”.
En estas semanas atípicas han conseguido estrechar lazos entre docentes y familias en el caso de las niñas y niños de corta edad: “Para nosotras, por mi experiencia y la de mis compañeras, ha sido algo inolvidable, y me costa que también para las familias. Nos ha unido mucho”. “Las madres y los padres nos han dicho que la alegría de sus peques al vernos en los vídeos que les hemos grabado ha sido inmensa”, cuenta Margarita.
Todas ellas destacan la fortaleza mental de su alumnado, que ha sobrellevado bien la tesitura y, en la mayoría de casos, han mantenido alto el ánimo a pesar del tedio de tanta semana en confinamiento. “Los niños y las niñas nos han demostrado que son muy fuertes. A pesar de algunas pérdidas de familiares y otras situaciones avenidas por la crisis de la COVID-19, han hecho sus actividades en casa con la mejor de sus sonrisas”, destaca Ana María Pérez.
Además, resalta el papel jugado por las familias en estos casos: “En algunas de ellas había personal sanitario o de otros sectores que trabajaban fuera de casa, e incluso han sufrido pérdidas de familiares, y aun así han atendido a sus hijas e hijos para que siguiesen adelante”. La propia docente ha sufrido la pérdida de su padre por la COVID-19 y ha seguido ejerciendo su labor diariamente, algo que ejemplifica el esfuerzo encomiable del profesorado durante el confinamiento, volcado en atender a su alumnado.
Zainab Mustafá cree que sería un buen momento para replantear algunas cuestiones del sistema educativo actual, como la cantidad de materia que se imparte en las asignaturas: “En momentos así, te das cuenta aún más de que se enseñan demasiadas cosas, lo dice incluso la ministra de Educación. Habría que recortar contenidos y quedarse con algunos menos, los esenciales”. Y agrega una reflexión que piensa que ahora valora más su alumnado: “Estos meses nos dejan una gran enseñanza para el desarrollo de todas las personas: la importancia de aprender conjuntamente”.
El proceso ha sido especialmente importante para los padres y madres de menores de 1 y 2 años, como apunta Margarita: “Les hemos facilitado documentos para que pudiesen seguir las pautas que solíamos hacer en la escuela. A las niñas y niños lo que más les llamaba la atención era ver a su profe contándoles un cuento, pero a las madres y padres les interesaba mucho conocer y aprender métodos que utilizamos en el día a día para aplicarlos a la crianza de sus peques”.
VOLVER A LAS AULAS
Lo que señalan las tres docentes con mayor fervor es la necesidad de volver a las aulas, tan pronto como la seguridad lo permita, como dice Ana María Pérez: “Es muy importante la socialización, la interacción, el trabajo en equipo y colaborativo. Esperemos que todo vaya bien, y en septiembre alumnado y profesorado estemos en el lugar que nos corresponde, llenando las aulas de los centros educativos”.
Margarita Grande opina lo mismo en el caso de las escuelas infantiles: “A esas edades el contacto es fundamental. Tendremos que seguir todas las normas de seguridad, pero es necesario que vuelva la normalidad y en forma presencial. El contacto es la base para la infancia”. Y, según explica Zainab Mustafa, es también una demanda del propio alumnado: “Los chicos y chicas me han dicho que echaban mucho de menos volver a las clases. Necesitan ver a sus amistades y al profesorado que les da clase”.
