En casa de la familia Pérez Méndez se vive con vértigo el proceso de escolarización. Este año afrontan un cambio, el paso del colegio al instituto de la menor de las dos hijas, Candela, de 11 años. Como residentes de la zona centro de la ciudad, el itinerario natural debería ser del centro de infantil y primaria Dulce Chacón al instituto de secundaria Profesor Julio Pérez. En ambos casos, instalaciones educativas del barrio.
La hermana mayor, Aitana, de 13 años, logró plaza el curso pasado en este último, lo que conlleva mayor puntuación para la escolarización de Candela en el mismo centro. Pero situaciones como la saturación o el criterio de zona única, que permite escoger cualquier instalación educativa del municipio, podrían amenazar la continuidad de los estudios en el barrio.
«A un compañero de mi hija mayor le dieron plaza en el instituto Duque de Rivas, en la otra punta de la ciudad, con lo que suponen estos desplazamientos», lamenta Diana Pérez, madre de ambas niñas.
Otros factores, como el bilingüismo, pueden interferir en la elección del centro más próximo al domicilio. El alumnado que acaba en un colegio bilingüe tiene adscripción directa a un instituto de enseñanza en inglés. Algo que no se da en el resto de centros, por lo que en ausencia de esa medida, a las familias de colegios no bilingües pueden adjudicarles cualquier instituto.
«Podrían darnos plaza en otra zona de la ciudad, y el término municipal es muy alargado, con desplazamientos que en autobús pueden tardar una hora, y se trata de niñas y niños muy pequeños, algunos de 11 años», explica Diana sobre situaciones conocidas para muchas familias y que generan «angustia y estrés» en su organización diaria.
Sin embargo, para Diana, profesional de la educación, actual directora de la escuela infantil Patas Arriba, todas estas dificultades tienen fácil solución: «Esto se resuelve construyendo más institutos públicos que respondan a las necesidades de la población».
DIEZ MIL MÁS CADA 5 AÑOS
La ciudad contaba con 93.350 habitantes a fecha de 27 de enero de 2020, más del triple que hace dos décadas, y con un aumento de unas 10.000 personas cada cinco años desde 2010, cuando la cifra de residentes era de 70.840 (y 81.473 en 2015).
Respecto a la población escolar, 16.000 menores estudian en Rivas en el curso 2019-2020: 9.662 en infantil y primaria, 3.985 en ESO y 1.360 en bachillerato. Y 993 niñas y niños en escuelas infantiles. Entre las instalaciones públicas, la ciudad cuenta con cinco institutos de enseñanza secundaria obligatoria y bachillerato y 15 colegios, todos ya sobre ratio. Además de otros tres centros sostenidos con fondos públicos y uno privado.
En los últimos cinco años, en la ciudad sólo se ha construido un colegio, el centro de educación infantil, primaria y secundaria (CEIPSO) La Luna. Y fue posible gracias al dinero adelantado por el Ayuntamiento de Rivas Vaciamadrid para su construcción, siendo así la ciudad la única de la región en levantar con medios propios un centro educativo en 2017. Tal y como ocurrió entre 1990 y 2010 con otros diez colegios ripenses, volvió a ser el Consistorio, y no la Comunidad, quien tuvo que avanzar la financiación para cubrir un servicio público de primera necesidad.
Hoy, la previsión de crecimiento poblacional es evidente a tenor de las nuevas construcciones de viviendas en la zona centro. Y el Consejo Municipal de Educación, órgano de participación con representación de las asociaciones de madres y padres, centros educativos y Ayuntamiento, denunció la situación en el Pleno del pasado enero con una moción en la que indicaban que «en este comienzo de curso los centros de educación infantil y primaria públicos soportan 37 unidades más de las que deberían, y los institutos de enseñanza secundaria hasta un total de tres», datos que ponen sobre alerta el próximo proceso de escolarización previsto para abril.
#LALUNAENTERA Y MÁS
Así, en la comunidad escolar ripense llueve sobre mojado, lo que deriva en múltiples protestas de las familias, ampas y de la Federación de Asociaciones de Padres y Madres (FAPA) de Rivas que, junto al Ayuntamiento, reclaman para el próximo curso la construcción de la segunda fase y del gimnasio del colegio La Luna y un nuevo instituto y centro de infantil y primaria en el barrio centro.
Para facilitar la llegada de estas instalaciones, el Consistorio de Rivas cedió a la Comunidad de Madrid, administración competente en la materia, dos parcelas en esta zona de la ciudad.
El Ejecutivo regional licitó en mayo del año pasado tres proyectos: uno para concluir La Luna y otros dos para levantar el nuevo instituto y colegio. En el caso del centro de secundaria y de La Luna quedaron desiertos, y tras una reunión de responsables del Ayuntamiento con el director general de Infraestructuras de la consejería de Educación, Ignacio García Rodríguez, el pasado noviembre, trascendió que el Ejecutivo regional carecía de presupuesto para levantar el que sería el sexto instituto y el decimosexto colegio comprometidos.
En respuesta, el alcalde de la ciudad, Pedro del Cura, remitió a mediados del pasado enero una misiva al consejero madrileño de Educación, Enrique Ossorio, pidiéndole soluciones ante la inminente situación de «emergencia educativa», según calificó Del Cura en su carta, que se avecina en las aulas de la ciudad para el curso 2020¿2021.
En este contexto, la última protesta de la comunidad educativa tuvo lugar el pasado 20 de enero en el colegio La Luna. Más de un centenar de personas acudieron a la merienda informativa convocada por la FAPA ripense y el ampa del centro, y a la posterior concentración a las puertas del recinto.
Con cobertura también en redes sociales, pidieron que se finalice la construcción de este CEIPSO bajo el lema #LaLunaEntera, y que las otras dos infraestructuras prometidas para el barrio centro sean una realidad.
«La Luna está ya saturada y el próximo curso no hay aulas. Los menores pueden acabar en barracones, recibiendo clases en pasillos o aulas tabicadas o desplazados», lamentan desde la FAPA de Rivas.
«El municipio no para de crecer en población, con un aumento por nacimientos y nuevas viviendas. Los colegios tienen ya más de 800 niños y niñas de exceso respecto a su capacidad. Hay dos parcelas para construir un colegio y un instituto y la Comunidad de Madrid no reacciona», deploran.
‘SARDINAS EN LATA’
Un tipo de solución que encara la Consejería madrileña de Educación para aliviar la concentración es la apertura de nuevas líneas por curso, es decir, más aulas de las que se establecieron cuando abrió el colegio o instituto.
Esto conlleva que otros espacios de los centros que no estaban destinados para aulas ordinarias, como salas de estudios, de psicomotricidad o bibliotecas, sean cedidos, perdiendo así el servicio que daban. Contra estas medidas, que se repiten cada año ¿ este curso escolar se abrieron nuevas líneas en La Luna, José Saramago y José Iturzaeta-, la comunidad educativa de Rivas también se rebela.
El pasado verano, las familias de La Luna protagonizaron una protesta por la situación de «masificación» que conlleva seguir abriendo aulas por encima de la capacidad que tienen los centros. Tres meses antes, el colegio Dulce Chacón también capitaneó otra movilización contra la apertura de aulas no previstas. Colocaron pancartas y recogieron 400 quejas de familias que después presentaron por registro a la Comunidad de Madrid.
«También hicimos el vídeo reivindicativo ‘No más líneas’; y así estamos las familias luchando para que nos hagan caso y nos escuchen siempre, no sólo cuando hay elecciones de por medio», reclama Diana Pérez.
Precisamente, el Gobierno madrileño licitó los concursos para la construcción de un nuevo instituto en Rivas y la terminación del colegio La Luna el 8 de mayo, dos semanas antes de la convocatoria de elecciones locales y autonómicas del pasado 26 de mayo de 2019. «Parece que ya no tienen prisa. No sé cuándo se van a dar cuenta los políticos que la sanidad y la educación públicas son inversiones de futuro, y que no se hace negocio con ellas», insiste Diana.
Con todo, el Ayuntamiento de Rivas sigue reclamando a la Comunidad de Madrid el incremento de unos servicios públicos acordes con el aumento poblacional.
Una de las últimas posibles medidas, explicada por el alcalde de Rivas Vaciamadrid en rueda de prensa el pasado 23 de enero, contempla el bloqueo de la construcción de nuevos pisos en los terrenos del Consorcio Urbanístico de Rivas, en la zona del auditorio Miguel Ríos (barrio centro). «Sería irresponsable autorizar un crecimiento que podemos evitar mientras no haya por parte de la Comunidad la inversión en infraestructuras vitales para la ciudad y que no se están realizando», señaló.
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El problema de la apertura de aulas no previstas en origen
Quienes fueron escolares durante la antigua Educación General Básica (EGB) recordarán algunas de las aulas singulares que tenían sus centros: dibujo, informática, laboratorio, biblioteca…
Hoy, en Rivas, la saturación ha cambiado el paisaje arquitectónico educativo, y aquellos colegios e institutos públicos que contaban con espacios especiales los han ido perdiendo, reconvirtiéndolos en aulas para acoger a más alumnado bajo sus techos. Es lo que se conoce como ‘apertura de líneas’ por encima de las previstas en el proyecto original del centro, y es de momento la única solución que ofrece la Comunidad de Madrid ante la falta de nuevas instalaciones.
«La postura del Ayuntamiento, como la del Consejo Municipal de Educación, es contraria a la apertura de líneas adicionales. Los espacios exteriores de colegios e institutos se diseñaron en función de las líneas previstas en origen, con un margen mínimo, y la apertura de nuevas aulas conlleva, además de la pérdida del uso original de las mismas, la masificación en los recreos», denuncian desde la Concejalía de Educación.