Texto: Patricia Campelo
En un aula iluminada por la luz que se colaba por unos amplios ventanales jugaba distraído David, un niño de 3 años, el pasado 7 de septiembre, durante la jornada de puertas abiertas del centro de educación infantil, primaria y secundaria (CEIPSO) La Luna.
Los últimos seis meses, su madre y su padre le han explicado que esas obras en la parcela de enfrente de casa levantaban su nuevo colegio, en el que pasará los próximos años de su vida estudiantil. Y, un día antes de comenzar las clases, la familia visitaba las instalaciones del único centro construido este año en la región por un ayuntamiento.
Bajo la atenta mirada de su madre, Amanda Maturana, de 34 años, David, junto a su primo Mikel, escudriñaba cada detalle del aula, tocando las mesas y sentándose en sus pequeñas sillas.
«Está contento y con ganas. Le decíamos ‘este es tu cole’, y al entrar hoy estaba emocionado», describe Amanda, educadora infantil de profesión. Ella y su pareja, Sergio Martín, han apostado por un centro cerca de su vivienda, en la calle María Moliner, del barrio de La Luna. «Queremos que el día de mañana pueda venir andando solo y haga aquí amigos. Antes estaba en una escuela infantil en Madrid, y aquí no conoce a nadie», señala.
Otro de los aspectos positivos relativos a la cercanía identificados por esta vecina tiene que ver con la implicación de las familias. «Si tienes el colegio cerca te puedes enterar mejor de todo y colaborar más». Amanda anhela asimismo que David realice todos los ciclos que permite La Luna, hasta secundaria. «También hemos elegido este cole por eso, para que no se tenga que ir en sexto de primaria [10-11 años] al instituto, sino en 4º de la ESO, que ya será más mayor».
El nuevo CEIPSO viene a dar respuesta a la problemática de saturación que padecen algunos centros del municipio, pese a que ha comenzado tímidamente, abriendo seis de las 15 aulas preparadas, y sólo en el segundo ciclo de educación infantil (3 a 5 años).
«El colegio está terminado, pero el aulario de primaria, en la planta de arriba, no se abre porque la Comunidad de Madrid no permitió la escolarización habiendo demanda», lamentó el alcalde de Rivas, Pedro del Cura, durante la visita de las familias y ciudadanía.
COCINA Y PISTAS DEPORTIVAS
En una parcela de 20.860 metros cuadrados en la avenida de La Tierra se erige la nueva construcción: un rectángulo a dos alturas, ladrillo claro y amplios ventanales que dominan las fachadas exteriores.
Dentro, un vestíbulo de enormes dimensiones da la bienvenida, aún con las paredes desnudas de carteles o dibujos, y conecta con el comedor [con cocina propia a diferencia de la mayoría de los centros educativos de la región a los que proveen la comida servicios de catering] y con un pasillo de muros amarillos. Las aulas, flanqueadas por ventanas que filtran la luz tanto del exterior como del pasillo. Y en el patio, areneros que, durante la jornada de visitas, coparon la atención de niños y niñas que hundían sus manitas en la tierra a estrenar, al lado de una pista deportiva de suelo azul, bordeada con canastas y porterías.
La instalación ha sido construida en un tiempo récord: seis meses. Y se trata del primer colegio público que se edifica en Rivas desde hace siete años gracias al dinero anticipado por el Ayuntamiento, en este caso, 5 millones de euros. El centro Mario Benedetti fue la primera dotación construida por este sistema, en 1996.
Le siguieron el Rafael Alberti, los institutos de educación secundaria Europa y Lázaro Carreter [hoy, Profesor Julio Pérez] y la escuela infantil Luna Lunera. En el año 2000, el Ayuntamiento avanzó el presupuesto para los pabellones deportivos de El Parque y Las Cigüeñas. En el caso de este último, también se ejecutó ese año la ampliación de las aulas de educación infantil.
Entre 2002 y 2010, el Consistorio adelantó más de 30 millones de euros para la edificación de distintas dotaciones educativas. Se ampliaron dos aulas del instituto Las Lagunas, se levantaron las instalaciones del José Saramago, Dulce Chacón, José Hierro y Hans Christian Andersen, el instituto Antares y se erigieron los pabellones deportivos de La Escuela y del Victoria Kent y la cubierta de la pista del instituto Duque de Rivas. También, se levantaron entre esos años el Centro de Educación y Recursos para Personas Adultas (CERPA), el espacio municipal para la infancia Rayuela y la escuela infantil El Arlequín.
Mientras, la población ripense ha crecido de forma exponencial. De las 22.620 personas en 1996, cuando se edificó el Mario Benedetti, a las 86.000 de la actualidad.
AMPLIACIÓN DE LA LUNA
El CEIPSO La Luna está dotado con seis aulas de infantil, que se ampliarán a nueve en una segunda fase de construcción, nueve de primaria (18 en el futuro), un espacio de acogida y usos múltiples, dos aulas específicas, comedor, cocina y patios para infantil y actividades deportivas.
«Ahora vamos a negociar con la Comunidad de Madrid para alcanzar un acuerdo con el que construir un pabellón deportivo que sirva para el colegio y para el barrio», avanza el regidor ripense. La segunda parte de la edificación debe contemplar, además de nuevas aulas de infantil, un edificio para las nueve clases de primaria restantes, doce de secundaria y un pabellón deportivo cubierto.
Este curso, la administración regional permitió 150 plazas de escolarización, de las que se han completado 142 en los tres niveles de infancia: 75 niños y niñas de 3 años; 42 de 4 años y 25 de 5. Libertad Díez, profesora y madre de un alumno de La Luna de 4 años, destaca la confianza de madres y padres en que la instalación educativa abriera a tiempo sus puertas.
«Algunas familias se echaron atrás por miedo a que no se terminara a tiempo y, al final, lo que ha tenido mayor peso es que hubiera demanda. Apuntarnos ha hecho que se haya concluido. Si todos hubiésemos pensado que no iba a estar, y hubiésemos pedido otros coles, igual ahora éste no estaba terminado», razona.
Esta ripense desde hace 20 años apostaba por una escuela pública en su barrio. «Queríamos a los niños cerca, y tenemos derecho a una enseñanza pública. Creo que es la mejor que podemos dar a los niños», defiende, según Libertad, «como madre y como maestra». «Lucho por mi labor, que es la educación», afirma.
Interrogada durante su visita a La Luna sobre las sensaciones acerca del nuevo equipamiento, Libertad transmite: «Es muy emocionante porque es un lugar que estrenan ellos, y eso hace ilusión a cualquier niño. Aquí se forman como personitas, es donde más tiempo pasan, así que tenemos mucha ilusión».
FRUTO DE LA REIVINDICACIÓN
25 familias de niños y niñas de tres años que habían apostado por La Luna el curso pasado tuvieron que ser trasladados a La Escuela. Ahora que el edificio es una realidad, que esperaban desde hacía tiempo, recalan con la sensación de haber ganado una batalla.
«Hemos luchado mucho. El barrio necesita este centro y por fin estamos aquí. La educación es muy importante», resumía Diana de Dios, una de las madres del AMPA de La Luna, y de esas 25 familias pioneras, durante la visita a las instalaciones. Diana defiende también lo significativo de vivir cerca del colegio de enseñanza «por desplazamientos o por los amigos que harán el día de mañana».
Para la Federación de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (FAPA) de Rivas, la nueva instalación supone la consecución de un logro «tan esperado y demandado» por la comunidad educativa ripense. «Esta ciudad es joven y está en crecimiento constante, y necesitaba un colegio público desde hacía tiempo», alega Iván Pérez, miembro de la FAPA.
Este colectivo insiste, también, en que el problema de plazas continúa, puesto que esta dotación «ya se necesitaba hace seis años». «Los institutos ya están muy saturados, en la zona centro falta otro más, el Profesor Julio Pérez, que es no bilingüe, ya no da abasto. Y otra reivindicación histórica es un centro de especialidades de ciclos medios y superiores, que no tenemos», enumera.
Por ello, la FAPA plantea «seguir demandando que se abra la zona de secundaria» del CEIPSO La Luna, algo que ayudaría a «descongestionar la situación de secundaria en Rivas».
Con todo, el pasado 8 de septiembre, 142 niños y niñas estrenaron el curso escolar con olor a nuevo. El día antes, el concejal ripense de Educación, les daba la bienvenida: «Inauguráis un colegio que va a estar muy integrado en la vida del barrio, y allí vais a hacer amigos, a compartir experiencias y, sobre todo, a generar un recuerdo que llevaréis el resto de vuestras vidas».·