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– Texto: Nacho Abad Andújar / Foto: Luis García Craus
Es el quinto centro educativo público de Rivas que alcanza los 25 años (los otros son La Escuela, El Olivar, Victoria Kent y el instituto Las Lagunas). El colegio Los Almendros, ubicado en la avenida homónima que le da nombre, celebró el pasado 18 de junio la efeméride con una fiesta a la que acudieron más de 400 personas (ver fotos de la celebración). Alumnado y profesorado de hoy y de ayer, madres y padres conmemoraron el aniversario, salpicado de actuaciones escénicas y musicales.
El año en que se venía abajo el muro de Berlín (1989), un colegio nuevo germinaba en Rivas, entonces habitada por 9.500 personas (hoy 81.000). «Ese primer año fue difícil. Pero teníamos mucha ilusión e ímpetu», recuerda Jorge González, profesor jubilado que integró el equipo docente inaugural. Impartió clases de Matemáticas, Lengua y Ciencias Naturales. «Cuando llegamos, esta zona era casi un desierto. Tuvimos mucho apoyo del Ayuntamiento. Y se generó una dinámica tan buena que aquel equipo inicial ha mantenido el contacto hasta hoy», rememora.
«Tenemos pizarras digitales en todas las aulas, abundantes recursos materiales en educación física y un pabellón deportivo que es un lujo»
«Somos un colegio bilingüe de línea 2 [dos aulas por curso], aunque el año que viene habrá línea 3 en el primer año de infantil y primero y sexto de primaria. Este curso hemos tenido 490 alumnos. El próximo subiremos a 550. Casi el 90% de los niños y niñas se quedan a comer, lo que genera un beneficio que repercute luego en las dotaciones escolares. Tenemos pizarras digitales en todas las aulas y abundantes recursos materiales en educación física», expone Vicente Campoamor, director del centro desde hace 14 cursos y profesor de Matemáticas en el mismo desde hace 19 años.
Los Almendros cuenta, además, con uno de los mejores pabellones deportivos cubiertos de la ciudad. Se trata de uno de esos recintos que se construyó gracias al dinero que el Consistorio adelantaba a la Comunidad de Madrid (administración responsable en materia educativa) para equipar mejor la red educativa pública municipal. «Ese pabellón [construido en 2000, año en que Vicente se estrenó en la dirección] supone un lujo que no sólo disfrutan los estudiantes, también los vecinos», remarca. Efectivamente: clubes deportivos y ciudadanía hacen uso de las instalaciones por las tardes y los fines de semana.
Si por algo despunta el centro es por la participación familiar en la vida del mismo. «Lo mejor de este colegio es el ambiente entre profesorado [29 docentes este curso], alumnado y familias, muy implicadas en el día a día. Para que esto funcione es imprescindible su apoyo, sin ellas estamos abocados al fracaso», prosigue Campoamor. «Es un colegio que ha hecho de la participación su bandera, facilitándola siempre con medidas como, por ejemplo, convocar los consejos escolares por las tardes», confirman en la Concejalía de Educación.
«Cuando se suprimió la EGB [Educación Genreal Básica, que establecía la enseñanza obligatoria hasta los 14 años en ocho cursos], el alumnado del tercer ciclo de primaria (entonces 7º y 8º de EGB) tenía derecho a participar en el consejo escolar. Nosotros siempre hemos mantenido esa participación con el alumnado de 5º y 6º de primaria. Y celebramos dos juntas de delegados [estudiantes] al trimestre», subraya Campoamor.
«Un colegio es como una gran familia. Todo se comparte. Que las familias nos involucremos activamente hace que todo funcione mejor. Y favorece la confianza recíproca entre familias y profesorado. Éste es muy cercano, no existen muros. Y el equipo directivo cuenta con nosotras para numerosas iniciativas», advierte Yolanda Cobollo, vicepresidente del AMPA y madre de un estudiante. Eso sí, la participación familiar es mayoritariamente femenina. «Habría que hacer un llamamiento a los padres [hombres] para que colaboren más», invoca Cobollo.
Otra piedra angular que sustenta el proyecto educativo almendrero es la innovación: «Innovamos no sólo en proyectos, sino en la organización del centro. En su día implantamos, por ejemplo, una estructura vertical de comisiones, cuando la organización del profesorado clásica era horizontal por ciclos (infantil por un lado; 1º y 2º de primaria por otro; 3º y 4º ; 5º y 6º). Con las comisiones verticales se potencia la relación entre todos los profesores de infantil y los tres ciclos de primaria, lo que repercute en un mejor seguimiento del alumnado y un desarrollo curricular más cohesionado».
CAMINOS ESCOLARES
Más innovación: los caminos escolares. Ha sido el primer colegio de Rivas en adoptar la iniciativa por la que el alumnado acude al centro cada mañana y regresa a sus casas en grupos, según itinerarios establecidos por zonas de residencia, y acompañados sólo por una madre [no se ha apuntado ningún padre]. Se trata de un proyecto que favorece la autonomía infantil y la socialización de las niñas y niños que comparten camino, además de combatir el sedentarismo escolar y reducir el tráfico motorizado en la puerta y entorno de los coles.
«Es un proyecto que se empezó a trabajar hace cuatro años con el Ayuntamiento. Tuvimos reuniones con el equipo que lleva el proyecto en Barcelona [ciudad pionera en este ámbito]. Y, por fin, se ha concretado este curso. Empezamos en Semana Santa y ya se han apuntado 30 niñas y niños de 3º a 6º de primaria, que vienen cada mañana identificados con sus chalecos. Ahora queremos implantarlo progresivamente hasta que la mayoría de nuestros estudiantes acudan al centro bajo la tutela del camino escolar», explica Campoamor.
Pero si hay un proyecto «emblemático» para el director es el denominado Armonía. «Con él trabajamos en valores desde 1998, a través de distintas campañas y actuaciones que reúnen a profesores, alumnado y familias. De él ha surgido una hoja informativa mensual coordinada por madres y padres, ‘La hoja del almendruco’, que ya lleva 140 números», comenta Campoamor.
Ya se ha dicho que Los Almendros es bilingüe. «Cuando yo llegué, hace seis años, el cien por cien de la enseñanza se impartía en español. Ahora, el 50 por ciento se da en inglés. Y el año que viene ya abarcará a todos los cursos de primaria», describe María Charles, tutora y profesora de inglés.
DE TODOS PARA TODOS
Ni María Charles ni el resto de profesores con los que se habla olvidan el difícil momento que está viviendo la educación pública por los recortes. Marisa Rodríguez, otra de las docentes pioneras que puso en marcha el colegio en 1989 [llevaba la secretaría y daba clases de Matemáticas y Sociales; ahora enseña en un centro de Moratalaz] lo tiene claro: «Escuela pública sí porque es la que da cabida a todo el mundo, no discrimina y es de todos y para todos. Y en el caso de Rivas, sus colegios públicos no tienen nada que envidiar a los de pago».
