VIERNES 7 FEBRERO / 20.30 / Salón de actos del centro cultural García Lorca / Entradas: 5 euros. / Venta: mismo día de la función desde una hora antes.
En 2011 se celebró el centenario del nacimiento del poeta guipuzcoano Gabriel Celaya (Hernani, 1911-Madrid, 1991), uno de los grandes exponentes de la poesía social española. Quizá porque la memoria no es el punto fuerte de este país, ni la sociedad ni el mundo de la cultura rindieron excesivos homenajes a un poeta que murió casi en la indigencia y que legó a la lírica española poemas imprescindibles como ‘España en marcha’ o ‘La poesía es un arma cargada de futuro’.
Una de las pocas compañías teatrales que reivindicó entonces la figura del bardo fue Trotea, que puso en pie ‘Cantata para Gabriel Celaya’. «Es un recuerdo a Celaya, que en el centenario de su nacimiento recibió muy pocos homenajes. Así como a Miguel Hernández [1910-1942] sí se le hicieron [el mismo grupo Trotea creó en 2011 ‘Heridas de vida, amor y muerte’], a Celaya se le abandonó», explica Enrique Patiño, presidente de la compañía, director y responsable además de la dramaturgia de una obra que ahora llega al centro cultural García Lorca el viernes 7 de febrero (20.30; entrada: 5 euros).
«Es un espectáculo variado», aclara Patiño, «un recorrido por la vida y obra» de un vate que muchos no descubrieron hasta que no lo escucharon en la voz de Paco Ibáñez en 1972. La función se estructura como una cantata. Arranca con un preludio musical al piano interpretado por Elena Rodríguez Rico. Luego se recrea un diálogo, compuesto con los versos del autor, entre Celaya (interpretado por Carlos Patiño en su edad madura y por Fernando Cabrera en su juventud ) y su compañera sentimental Amparo Gastón (Silvia Vivó). Una entrevista real y filmada a Gabriel Celaya, en la que recorre los principales momentos de su biografía como hombre y poeta, sirve como nexo argumental a lo largo de la función.
En su tramo final, el espectáculo se transforma en un cuadro semicantado, con la banda Jazz Son Six actuando de fondo y en directo (integrada por un baterista, un saxofonista que toca también el piano, dos guitarristas y una cantante). Su presencia no es casual: a Celaya le apasionaba el jazz, afición que plasmó en su poemario ‘Música de baile’ (1967). «La escenografía recrea un café antiguo en el que se reúnen los dos protagonistas: el poeta y su mujer. Es un montaje que transmite mucha emoción y sentimiento», comenta el director.
«Obviamente hemos incluido versos conocidos como los de ‘Porque vivimos a golpe / porque apenas si nos dejan decir que somos quien somos (…)’, pero también otros más desconocidos, más de la vida cotidiana y que transmiten las emociones de sus diferentes épocas vitales», prosigue el responsable de una compañía que en 2013 ha cumplido diez años y que ya ha representado más de una veintena de montajes, con textos de Ibsen, Genet, Wilde o Marsillach [el anterior de Miguel Hernández también pasó por el García Lorca en 2011].
SENSIBILIDAD
«Celaya es un poeta que excede lo social, tiene una gran sensibilidad y una temática muy amplia», recuerda Patiño, con 26 años de experiencia en la docencia teatral. «Es injusto el tratamiento que se le ha dado en este país. Por eso ideamos este montaje, un tributo a su memoria». La cantata (80 minutos) se estrenó en el Ateneo de Madrid en octubre de 2011.