La soledad de la contrarrelojista, a veces, depara alegrías. Como la que se ha llevado la ripense Esmeralda Racionero, de 18 años, tras ganar la medalla de bronce en el último campeonato de España júnior de ciclismo contrarreloj. Fue en Avilés. Con el centro cultural internacional Nyemeyer como testigo, donde se ubicaba la salida y meta. Un pedaleo brillante para completar en 27 min y 26 seg un circuito urbano de 19,5 kilómetros por el polígono industrial y la ría de la ciudad asturiana.
Entre una treintena de participantes, el oro se lo adjudicó la favorita, la navarra Paula Ostiz (25 min y 23 seg), que también se proclamó vencedora del campeonato de España de ruta en línea, donde Esmeralda concluyó octava. Meritoria plaza entre las diez primeras en un pelotón de 70 corredoras. “El campeonato en línea fue una etapa muy dura de 83 kilómetros con 1.300 metros de desnivel”, recuerda la ripense una semana después de la gesta.
En la crono, Esmeralda -ya varias veces internacional con la selección española, buena rodadora y fuerte en media montaña-, sacó su mejor repertorio a lomos de la cabra, como le dicen en el argot ciclista a la bicicleta de contrarreloj.
Había entrenado duro las semanas previas, chupando asfalto por los municipios del suroeste ripense: San Martín de la Vega, Ciempozuelos o Titulcia. “Llegué con expectativas de hacerlo bien, creyendo que tenía opciones de medalla. Preparé el campeonato realizando series con la cabra”, rememora.
Ella entrena seis días a la semana. Una media de dos horas diarias, que se estiran a tres o más los fines de semana. Siempre por carreteras secundarias al sur de la ciudad donde vive desde que nació.
Ese metal esconde mucho esfuerzo y sacrificio. La brecha de género aún horada el ciclismo. En toda la Comunidad de Madrid no hay ni un solo equipo femenino en categorías júnior (la de Esmeralda) y sub 23
La medalla llegó con incertidumbre: “Cuando crucé la meta, ya marqué el tercer mejor tiempo, pero quedaban cuatro ciclistas por finalizar, todas muy buenas. La espera se hizo larga, a pesar de que apenas fueron cuatro minutos. Me quedé expectante, pensando: ‘Por favor, que no me pasen’. Mientras me dirigía a la carpa oficial, ya solo faltaba una corredora. Una vez en la carpa, mi padre me confirmó la medalla. ‘¿Seguro cien por cien?’, insistí yo. ‘Que sí, que sí’, refrendó. Fue muy emocionante”.
Ese metal esconde mucho esfuerzo y sacrificio. La brecha de género aún horada el ciclismo. En toda la Comunidad de Madrid no hay ni un solo equipo femenino en categorías júnior (la de Esmeralda) y sub 23. Forzada por ese páramo, Esmeralda compite con el equipo navarro Beratxa Sen Ecológicos, tras enfundarse en 2023 el maillot del murciano Valverde Team y correr dos temporadas antes como cadete en el madrileño Sanse (San Sebastián de los Reyes). “Nos pilla más cerca Tafaya (Navarra, sede de su equipo) que Murcia para los desplazamientos de las carreras de equipo. Y como hay más ciclistas madrileñas en el Beratxa, compartimos gastos”, explica esta joven que se inició en el pedaleo a los ocho años, practicando triatlón en el club Diablillos de Rivas.
DEL TRIATLÓN AL CICLISMO
Pero tras el confinamiento por la pandemia y la larga espera en casa sin ejercitarse, al retomar la actividad descubrió que lo que echaba de menos era el ciclismo, y no tanto nadar y correr. Y decidió dedicarse exclusivamente a las dos ruedas. Cuatro temporadas acumula sobre el asfalto. También practicó ciclismo en pista, pero los desplazamientos en días lectivos de una hora o más hasta Galapagar (ida y vuelta), donde se levanta el único velódromo madrileño con medidas olímpicas, la disuadieron a ella y la familia de seguir con la práctica.
Porque la familia, a estas edades y en estos deportes, juega un papel crucial. La familia de Esmeralda tiene que afrontar, por ejemplo, un importante desembolso económico cada temporada. Las dos bicicletas (en línea y de contrarreloj) son muy caras. Añadan equipamiento (calzado, guantes, cascos, prendas y otros materiales), desplazamientos y alojamientos cuando se participa en competición. De vez en cuando, se requiere recuperar el tono muscular en fisioterapia, un tratamiento imprescindible en estos niveles y que ella no se puede permitir todas las semanas, lo que sería ideal. Tampoco cuenta con nutricionista.
«Si continúa progresando, podría ser profesional. Es de las corredoras más disciplinadas. Sacrificio no le falta. Motor tiene. Es muy raro que se salte un entrenamiento. Disfruta mucho montando en bici»
Y ante la soledad de entrenar sin equipo en Madrid, a Esmeralda le acompaña en carretera su padre: “Él salía los domingos con la bici de montaña, pero hace cuatro años, cuando le dije que quería dedicarme exclusivamente a la bici de carretera, se compró una y salimos juntos a entrenar. Se lo agradezco mucho”.
¿Y quién tira más? “Ahora ya, un poco más yo. Él sale con la eléctrica y se pone a rebufo. Yo tengo que seguir con disciplina los vatios que me marcan cada entrenamiento, según las series que toque completar”, comenta esta exalumna de la ciudad educativa municipal Hipatia y del instituto público Europa, que iniciará este otoño la carrera de Derecho en la Universidad Juan Carlos I. Una ciclista que no olvida su faceta educativa: ese afán por no descuidar la formación académica es una pauta más frecuente en las biografías de mujeres deportistas que en las masculinas.
PUEDE SER PROFESIONAL
“Esmeralda es muy buena chica. Y como ciclista, bastante completa. Se defiende bastante bien en la subida. Y tira como rodadora. Solo lleva cuatro años en ciclismo y ya está en un nivel internacional importante”, la retrata la seleccionadora nacional Gema Pascual, que dirige los equipos españoles júnior, sub 23 y élite.
¿Puntos a mejorar? “Como le digo a veces, tiene que dejarse a la Esmeralda buena en casa y tirar un poco más de picardía. Una contrarreloj, por ejemplo, es sobrevivir en el camino y trazar la vía más corta. Hay margen para seguir depurando la técnica en el curveo”, describe la seleccionadora, exciclista profesional especialista en modalidad de pista: séptima en los Juegos Olímpicos de Atenas 2004, bronce en el Mundial de 2006 y plata y bronce en dos Europeos.
“Es una ciclista bastante completa. Se defiende bien en la subida. Y tira como rodadora. Solo lleva cuatro años en ciclismo y ya está en un nivel internacional importante”, la retrata la seleccionadora nacional
Y aventura: “Si continúa progresando, podría ser profesional. Es de las corredoras más disciplinadas. Sacrificio no le falta. Motor tiene. Es muy raro que se salte un entrenamiento. Disfruta mucho montando en bici. Su seriedad y formalidad le dan para llegar lejos. Las dos próximas temporadas son claves, por los años que tiene y porque hay un vacío importante de equipos femeninos en esas edades que puede desmotivar y provocar abandonos”.
Esmeralda, seguidora de la neerlandesa Demi Vollering y la belga Lotte Potecky (en chicos, cita al esloveno Pogacar y al belga Van der Poel), ya ha participado en varias pruebas internacionales y en el campeonato de Europa júnior de 2023 en Drente (Países Bajos), en la modalidad en línea. “Fue una carrera muy nerviosa. De esas con pavés. Me vi implicada en tres caídas y no pude acabar”, se lamenta. Y ha sido convocada para el de 2024, que se corre en septiembre en Bélgica, donde el equipo español concurrirá con seis corredoras.
A ver si ese bronce nacional ganado en Avilés le permite seguir puliendo asfalto en el pelotón internacional.