La música le da un toque diferente. Te anima y mola más”. Es martes por la tarde, y una decena de chicas de entre 12 y 15 años se ejercitan en la escuela municipal deportiva de combifitness juvenil. Quien habla es Clara Remón Esteban, de 13 años y alumna del instituto público Europa que sueña con ser, tal vez, abogada. Dos veces por semana acude a esta sala del polideportivo Cerro del Telégrafo para tonificar el cuerpo. “Me gustan las clases. La gente es muy maja. El deporte es bueno para la salud. Hacemos cosas divertidas que no había hecho antes”, dice refiriéndose al entrenamiento, después de alzar una barra con pesos.
Como recuerda José Pablo de la Torre, técnico municipal de la Concejalía de Deportes, el combifitness es la combinación de actividades físicas. Cristian Peña, el monitor, explica la rutina: “Realizamos ejercicios y movimientos que luego se pueden trasladar al día a día. La idea es coger fuerza y ganar en equilibrio y coordinación. Se trabaja todo el cuerpo y con distintos materiales específicos para cardio o fuerza, haciendo diferentes secuencias”. La variedad de elementos amenizan las sesiones de 60 minutos: se utilizan barras con discos, balones medicinales, fitball (pelota grande), steps (escalones), pelotas, sacos de golpeo para mejorar la coordinación…
Dependiendo del tipo de clase, la intensidad varía. “La idea es ir cogiendo fuerza y más nivel cardiomuscular. Un día toca cardio; el siguiente, fuerza. Siempre de forma dinámica y juntándolo todo con coordinación, tocando todos los parámetros posibles”, explica el profesor, vecino de Mejorada del Campo, de 27 años y con siete de experiencia docente ya, los últimos cuatro en Rivas.
Por ahora, en combifitness juvenil solo se ha activado este grupo, que se cita los martes y jueves, de 17.00 a 18.00. Pero la Concejalía de Deportes puede ampliar la oferta si se animan más jóvenes. Este curso, de momento todas son chicas.
Una de ellas es Nerea Blanco Blanco, de 12 años y alumna del instituto Antares. En el colegio practicó kárate. Y ahora, en secundaria, su madre le recomendó buscar alguna actividad física. “Vi esto y me pareció interesante. Así que probé. Y me gusta. Cada día hacemos cosas variadas. No hay monotonía, y conoces a gente. Lo que más me entretiene son las cintas de las espalderas. Con ellas puedes descolgarte haciendo flexiones. Son dos horas a la semana y no te quita mucho tiempo”.
Nerea ya ha sugerido a otras amigas que vengan y lo prueben. Y coincidencias de una ciudad de tipo mediano como Rivas, aquí se reencontró con una antigua vecina de su urbanización, a la que no veía desde hacía tiempo. Se llama Clara, pero hoy no ha podido venir a clase.
Otra alumna es María Fernández Céspedes, de 14 años y que estudia en el colegio de educación especial María Corredentora, en Madrid: “Aunque requiere esfuerzo, me gustan los ejercicios. Aguantaré todo el curso”. En su centro educativo también practica natación, baloncesto y psicomotricidad. A la salida de la clase, su madre cuenta que le apuntaron tras la recomendación de la terapeuta ocupacional que trata a su hija. “María es una niña que viene de un colegio de educación especial. Nuestro objetivo es que esté integrada todo lo posible. Estamos contentas. Aunque estamos empezando y es pronto para evaluar un resultado, María está satisfecha y le gusta. Y nos mueve que disfrute y lleve una vida sana”.
ACOMPAÑAMIENTO SONORO
Tras empezar la sesión de hoy con ejercicios individuales de alzamiento de barra, de pie y en colchoneta, el grupo ha disfrutado de ejercicios colectivos con balón: pases en círculo y luego por parejas. Y siempre con música estimulante: “Hoy suenan temas más activos, para acompasar mejor lo que pedimos en cada ejercicio. Pero podemos emplear canciones más relajadas”, explica el profesor. Eso sí, la música la elige él. La selección de la animación sonora no se somete a votación.
Claudia Herranz tiene 14 años primaveras y estudia en el instituto Las Lagunas. Una amiga le comentó que existían estas clases de combifitness: “Y decidí practicar deporte en buena compañía, con ella”. Al principio le costaba: “Me daban ganas de desapuntarme. Llevaba tiempo sin hacer deporte. Me cansaba y volvía a casa con agujetas. Pero según te acostumbras, sientes las ganas de venir. Ya noto el cambio. Todo cuesta menos y crecen las ganas. Incluso las clases se hacen cortas”. Revitalizada, Claudia incluso completa su puesta a punto personal con gimnasio y piscina.
Del centro educativo La Luna procede Isabel Álvarez Echeverri, de 13 años, veterana del grupo por antigüedad, con dos temporadas en la mochila. El resto de compañeras se han estrenado este otoño. Como cualquier escuela deportiva municipal ripense, donde hay apuntadas 9.000 personas para 36 modalidades, las clases empezaron en octubre y acaban a finales de mayo. “El ambiente es muy bueno. Me gusta la variedad de ejercicios. Algunas amigas habían venido antes. Probé el año pasado y me quedé”, describe Isabel. Es el combifitness juvenil de Rivas, abierto a nuevas incorporaciones. Cuerpos que se mueven al ritmo de la música.
