A punto de cumplirse 20 años desde su inauguración, un diciembre de 2002, el polideportivo municipal Parque del Sureste se ha convertido en la casa deportiva de miles de vecinas y vecinos que cada mes tonifican su salud en unas instalaciones que suman más de 16.800 m2. Dos décadas de vida para el que en su día fue el primer polideportivo público del país en albergar un spa, un lujo entonces solo al alcance de las clases pudientes que Rivas universalizaba para que toda su población pudiera darse un baño de sensaciones a un precio asequible.
Hoy, el segundo corazón deportivo de la ciudad (el otro es el Cerro del Telégrafo) late con fuerza y bombea hasta 32 actividades mensuales solo en escuelas deportivas municipales, que disfrutan más de 2.500 personas usuarias. A esta cantidad se añaden centenares de vecinas y vecinos que acuden diariamente por su cuenta y deportistas que entrenan o compiten en su piscina climatizada (natación y waterpolo), pabellón (baloncesto, voleibol o fútbol sala), pistas exteriores (frontenis, tenis y pádel) y salas deportivas (billar, ajedrez, kárate o yudo).
En el límite de la ciudad, justo en la frontera donde acaban las casas de Rivas y comienzan los acantilados que se asoman a la laguna de El Campillo, se despliega este pequeño gigante deportivo. Un recorrido matutino por sus instalaciones permite conocer mejor sus rincones y a quienes los utilizan.
Es un miércoles por la mañana. Pero no es un día cualquiera. Hoy, 20 de abril, y 700 días después, España dice adiós a las mascarillas, cuyo uso deja de ser obligatorio en espacios interiores. El cubrebocas se ha convertido en la prenda inseparable que ha acompañado durante este último año a cualquier deportista que se ejercitara en un recinto interior. En la clase de pilates lo celebran: «Me acaban de comunicar que el uso de la mascarilla no es obligatorio ya», traslada la profesora al alumnado, que deja de contorsionarse en sus colchonetas individuales y prodiga una pequeña melodía de aplausos.
A partir de ahora, cada cual decide si sigue con mascarilla o se la quita. En este primer día de retiro, la inmensa mayoría continuará usándola durante la realización de este reportaje.
Quien no la usa en el agua, obviamente, es el grupo de gestantes que acuden tres días a la semana, de 9.50 a 10.40, a clases de natación para embarazadas. En la pileta de 25 metros de largo y ocho calles de ancho, nada Sonsoles Martín, de 35 años y vecina desde año y medio. Lleva dos meses chapoteando. Concluye un largo y hace una pausa: “Daré a luz en julio y espero estar aquí hasta junio, cuando acaban las clases. Será mi primera hija. Con la natación duermo mucho mejor. Es muy relajante. Tania, la profe, nos indica ejercicios para abrir cadera y pelvis, y trabajamos muchos músculos que intervienen luego en el parto”, explica sumergida.
“Estas clase mes las recomendó una amiga mamá. Me hablaba de lo placentero que es flotar cuando se tiene más barriguita y se deja de sentir su peso en el agua”, prosigue.
La profe, como la llama Sonsoles, es Tania Amor Pérez, monitora en Rivas desde 2013. Imparte clases desde edades infantiles (bebés de seis meses) hasta personas mayores de 85 años: “La natación ayuda a ganar flexibilidad, tonicidad, capacidad pulmonar y equilibrio. Es uno de los deportes más completos”. En el caso de las embarazadas: “Cuando tienes sobrecarga por el peso, ayuda a liberar tensiones, permite coger tono muscular y fuerza y contribuye a evitar dolores musculares. Favorece el descanso y quita estrés. Y a nivel social, reciben sus clases y hablan con otras embarazadas de sus problemas”.
Los ejercicios, en este caso, son más específicos, enfocados al estado gestante. “Aquí no se trata de perfeccionar estilos, sino de desarrollar prácticas que las benefician por el estado en el que se encuentran”.
EN LA PILETA PEQUEÑA
En la piscina pequeña, la que no cubre, transcurre una clase de aquagym. Todo mujeres menos un hombre. Luisa María García Santero es una de las alumnas. A sus 57 años, detalla su recorrido deportivo: “Me enteré de estas clases por mi hija, que venía a natación. En mi caso, primero me apunté a pilates, donde continúo, luego a natación y finalmente conseguí plaza en aquagym”.
¿Beneficios que nota? “Trabajamos todo el músculo esquelético. Funciona muy bien para personas con problemas de salud. No cargamos peso sobre el agua y movemos todas las articulaciones. Además, conoces gente. Y el profesor es un encanto: muy comprensivo, se involucra mucho y está muy pendiente”.
Solo las nueve modalidades de clases relacionadas con el agua acogen actualmente a casi 850 practicantes (natación infantil, para adultos, para mayores y para embarazadas, aquasalud, aprender a nadar, aquafit, aquafit tercera edad, gimnasia en el agua tercera edad y buceo). Es la disciplina más numerosa, seguida de musculación.
En la misma planta de la piscina, se encuentra el spa público. A esta hora, sin usuarios aún. María Barriga Abad, de 24 años y en atención al público, describe las instalaciones: una piscina de agua fría y otra de agua caliente, donde manan potentes chorros cascada que tonifican espalda y cuello; un pediluvio para un baño relajante de pies; una sauna con temperaturas de 80-90 grados y un baño turco: “Como la sauna pero en húmedo y a 40-50 grados”, aclara.
GIMNASIA PARA MAYORES
Y de la zona húmeda a la seca. De la piscina climatizada y del spa al pabellón. Por la tarde bajarán las canastas, se meterán goles en las porterías de fútbol sala y se colocarán las redes de voleibol. Pero ahora, a eso de las diez y media de la mañana, quien ocupa el pabellón es un grupo de gimnasia de mantenimiento para personas mayores.
Desplegados en un círculo amplísimo de casi 20 metros de diámetro, una veintena de vecinas y vecinos ejecutan, acompasados por una música relajante, los movimientos que indica la monitora, Sandra Caraballo Chalvachúa, de 37 años y cuatro temporadas de docencia deportiva en Rivas. A estas clases acuden semanalmente por turnos 70 ripenses mayores de 60 años.
La monitora describe: “Es una actividad ideal para mantenerse activo, para que huesos, músculos y articulaciones estén al día y se mantengan hábitos de vida saludable. Movimiento y ejercicio que les dan alegría. Basta con mirarles. Y en el caso de la clase matutina, empiezas el día con vitalidad y energía”. Y como sucede en muchas disciplinas que se practican en el polideportivo, “hacen piña socialmente, se relacionan entre ellos. Beneficios para cuerpo y mente: equilibrio y salud”.
Elisa Cuevas González, de 72 años y vecina desde hace una década, acude a estas clases desde hace seis temporadas. “Me apunté para ganar agilidad, hacer amistades y estar entretenida. Me aporta muchos beneficios”. Acude dos días a la semana, de 10.00 a 11.00. Y a pilates, otro par de jornadas: de 12.00 a 13.00. Y, de nuevo, asoma el componente social de la práctica deportiva: “Además de hacer ejercicio, compartes tiempo con gente de tu edad y tu entorno. Resulta muy beneficioso para la salud física y emocional, especialmente para las personas mayores que vivimos solas”.
PILATES Y CICLO INDOOR
Subimos ahora al primer piso del polideportivo, donde se despliegan las salas interiores de ciclo indoor y pilates. Nuria Fernández Albacete, de 49 años y ripense desde hace 23, pedaleó por primera vez sobre una bici estática hace 12 cursos. “Empecé por curiosidad, me gustó y no he parado. Me aporta mucho, me relaja física y psicológicamente”. ¿Le resulta duro el ciclo indoor? “Se suda, se suda. Hay días que el profe nos mete caña, otros vamos más suaves. Aquí vengo lunes y miércoles. Y también practico natación y pilates otros dos días por semana”. Sergio Sorribe es el monitor que regula la intensidad a la que alude Nuria. Docentes desde hace cinco temporadas (tiene 27 años), asegura que el ciclo indoor es “un actividad muy entretenida. El trabajo cardiovascular es bastante importante y lo combinamos con trabajos de fuerza, especialmente del tren inferior”. Como en gimnasia de mantenimiento, la música acompaña. Actualmente hay 88 personas inscritas a estas clases (40 de ellas mujeres), en mañana y tarde.
Sergio aclara: “No hay que tener un nivel mínimo para empezar. Cuando llegas, te hacemos una prueba sobre la propia bici y cada aparato se adapta al nivel del usuario”.
En una sala cercana, pilates: donde celebraban, al principio de este reportaje, la retirada de la mascarilla. Todas mujeres, menos un hombre: Manuel Tamayo Murillo, de 56 años, que reside cerca del polideportivo y acumula 17 años de residencia en la localidad: “Tenía apuntada esta actividad en la recámara. Este año es el primero. Practico deporte con frecuencia: piscina, bicicleta y correr. Pensé que pilates me aportaría elasticidad y me quitaría un poco el óxido”.
¿Y lo ha conseguido? “Lo estoy notando para bien. Es un poco más fuerte de lo que imaginaba, especialmente en tema de abdominales. Creía que sería más suave. Y me gusta. Ahora trabajamos mucho la elasticidad y lo noto en mis articulaciones. En ejercicios físicos que hago en casa, ahora me cuesta menos levantarme del suelo, por ejemplo. Y el ambiente es muy relajado y muy llevadero”.
Sandra Caraballo, que a primera hora impartía clases de mantenimiento a la tercera edad, desdobla horario y también tutela en pilates. Señala al alumnado: “Ahora mismo están ejecutando un puente. Eso implica activar la musculatura perianal, el glúteo y el abdomen para sostener la espalda arriba”. Y detalla: “Pilates es una disciplina cuerpo-mente. Tu mente está en el aquí y en el ahora, no pensando qué tengo que hacer después, cuando salga de clase”.
Dice que exige concentración en el método, en el ejercicio, en la postura adecuada: no permite distracciones. “Requiere esfuerzo físico que ayuda a que nuestra espalda esté mejor y se nos quiten bastantes dolores lumbares, dorsales o cervicales. Gente que viene con patologías suele experimentar cierta mejora”.
GIMNASIO
Quien también acude al polideportivo para sentirse mejor es la joven Paula San Juan Campos, de 21 años. Estudiantes universitaria de ingeniería bioquímica, suele acudir al gimnasio cuatro días a la semana con su hermano, de 17. Pero hoy está sola: “Vengo porque es la alternativa más fácil y asequible para hacer ejercicio. Meterse en un equipo deportivo requiere más compromiso [ella nadó en un club durante bastantes temporadas]. Abierto a cualquier hora, te acercas cuando tienes tiempo. Y a diferencia de otros gimnasios, no está masificado”. Esa tranquilidad supone una ventaja para ella: “La maquinaria está bien. En algunos gimnasios puede haber más variedad, pero aquí se compensa porque hay menos gente y no toca esperar a coger una”.
En las tres salas municipales de musculación figuran inscritas casi 1.900 personas, que pueden acudir a la que quieran: una de ellas es esta, la del Parque del Sureste [las otras se ubican en el polideportivo Cerro del Telégrafo y el edificio Atrio].
Es casi mediodía. Afuera llueve. Y el silencio gobierna las pistas de tenis, pádel, patinaje y frontón. Con tres aparcamientos gratuitos, y donde la ciudad pierde su nombre, el polideportivo Parque del Sureste mantiene el vigor con el que empezó a animar las vidas de la ciudadanía hace 20 años. Su nombre evoca el espacio natural que se desenrolla en su costado sur. Naturaleza y deporte: la esencia más pura de Rivas.
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Más de 10.600 ripenses disfrutan del abono deporte
El abono deporte recupera poco a poco los ritmos de prepandemia. En abril de 2022, 10.627 personas se beneficiaban de este servicio, que permite descuentos en el uso de clases e instalaciones municipales. Se trata de una cifra relevante: supone que casi un 11% de la población ripense disfruta de esta tarjeta, lo que revela la afición por el deporte que existe en la localidad. 2.260 personas se agrupaban en el abono familiar, y 1.629 en el de familia numerosa.