Empezar la temporada perdiendo el primer partido y acabarla como campeones de España y Madrid. Pasado el frío invierno, llegaron el calor, los abrazos y la alegría de un doblete histórico. Yarda a yarda, el equipo cadete de Osos de Rivas se ha entronizado como el mejor del país. Las dos medallas, la nacional y la autonómica, ya duermen en las habitaciones de los jugadores. “Las mías cuelgan cada una de las esquinas de un mismo cuadro de la pared”, detalla Carlos Horcajo, quarterback del equipo con apenas 15 años (se enfrenta a rivales de 17).
“No esperábamos llegar tan alto”, confiesa el capitán, Álvaro López, que a punto de cumplir 17 veranos vuela al equipo júnior la próxima campaña. Con un físico imponente de 190 cm y 90 kg de peso, este linebacker (apoyador) confiesa que el equipo se ha quitado una espinita: “La pasada temporada íbamos invictos en la Liga Madrileña, llegó el coronavirus y todo se suspendió. Nos quedamos con las ganas”.
Pero la espera ha merecido la pena. “El trabajo de los chavales ha sido fantástico”, sentencia el entrenador, Juan Antonio Escobar, al que todos llaman Chiapas, por el estado mexicano donde nació. A sus 30 años, y con cuatro de estancia en España, cumple su segunda temporada en Rivas, donde llegó procedente de Camioneros de Coslada [en 2016 ya estuvo con Osos seis meses]. Además de ser el entrenador principal (head coach) de los equipos masculinos cadete y júnior y del sénior femenino, también juega en el equipo sénior.
Es la primera vez que un equipo cadete del club consigue sendos campeonatos desde que se creara la sección en la campaña 2009-2010. En júnior, la entidad se alzó con el título estatal en 2013 y materializó dos subcampeonatos en 2014 y 2015. El sénior conquistó la liga nacional en los orígenes del fútbol americano en Rivas, en 2001, la misma temporada que el club se mudó a la hierba del estadio del polideportivo Cerro del Telégrafo [septiembre de 2000], tras fundarse en 1989 en la capital, con el nombre de Madrid Bears. Y se ha colgado la plata en 1999, 2002 y 2012, siendo campeón de la Copa de España en 2001, 2002, 2003, 2007 y 2009.
“Siempre se nos dio bien la Copa porque se juega sin extranjeros, y nuestra plantilla nacional ha sido siempre de las mejores. En la liga entran los fichajes americanos, y ahí nunca hemos tenido presupuesto para fichar al mismo nivel que otros equipos”, explica el presidente, Enrique Martín. El club cuenta con cinco equipos actualmente: cuatro masculinos (sénior, júnior sub 19, cadete sub 17 y sub 15) y un sénior femenino.
UNA VEINTENA DE JUGADORES
La plantilla cadete campeona la han integrado este curso 20 jugadores, 13 de ellos ripenses. Y el resto, aunque foráneos del municipio, casi todos formados en la cantera osezna. Andy Xia, running back (corredor) de procedencia china, de 16 años y hoy vecino ripense, ha sido nombrado mejor jugador de la fase final nacional, que disputaron los dos mejores equipos madrileños (Osos y Las Rozas Black Demons) y catalanes (el barcelonés Argentona Bocs, anfitrión, y el gerundense Ducs Castell d’Aro).
“Lo mejor de este equipo es el trabajo continuo que han tenido los jugadores, un grupo que no faltaba a entrenar nunca. Han dado un salto de calidad tremendo. Alrededor del 50% llegó por primera vez a esta categoría este año. Eso fue un reto, pero se hizo mucha piña”, comenta Chiapas. Y añade: “Este año los equipos eran más grandes en tamaño que nosotros. Y ahí entra la estrategia. Y el club está haciendo un esfuerzo para mejorar, fichando a coaches experimentados como Herber Gamboa”, californiano que juega en Japón y ha asesorado a Osos este año cuando finalizó la temporada nipona.
MÁS BANQUILLO
En cadete, saltan al campo siete jugadores (en júnior y sénior se pasa a 11, y mientras en cadete el partido puede durar una hora, a partir de júnior y sénior se alarga hasta las dos horas y media). A pesar de la veintena de fichas, Chiapas cree que se necesita más banquillo, pues las rotaciones (roster) son el pan de cada día ante el despliegue físico que exige este deporte.
Esa severidad la ratifica el quarterback, Carlos Horcajo: “Yo, cada partido, acabo cansadísimo. Me cuesta moverme y me duele todo durante dos días. Pero luego recuperas y como nuevo. A mí no me dan tanto como en otras posiciones, pero cuando te contactan eres de los que más sufres, porque no estás tan acostumbrado”.
El quarterback, cerebro del equipo y mariscal de campo, inicia cada jugada ofensiva y decide dónde va la pelota ovalada: “Lo importante es tener paciencia en ese medio segundo que tienes antes de que te plaquen, saber a quién vas a pasar la pelota o si vas a correr tú inicialmente con ella”. Tipo humilde y con un tono de humor muy maduro a sus 15 años, confiesa: “No me considero bueno, pero tampoco malo. Solo llevo tres años en esto. A veces me pongo nervioso si vienen a pegarme, y prefiero tirar el balón fuera antes que retroceder”.
Uno de los bisontes hermanos que protegen a Carlos es Álvaro, el capitán: “En ataque, mi misión es parar a los rivales que quieren llegar hasta el quarterback. Nos toca ir al choque para que Carlos pueda ejecutar un buen pase o iniciar otro tipo de jugada”. Y en defensa, placar la carrera del contrario que avanza con la pelota.
COMPAÑERISMO
A pesar de la rudeza, ambos jugadores, estudiantes del instituto público Las Lagunas, destacan el compañerismo que se vive: “Es un deporte de equipo que enseña muchos valores. El único deporte en el que te pegas para proteger a un compañero que lleva la bola. Y te lo pasas muy bien”, describe Álvaro. Carlos, que procede del fútbol 11, admite que la camaradería que se vive en una plantilla de fútbol americano no la sintió nunca antes. “Este deporte te permite mejorar físicamente y técnicamente. Y se hacen amistades. Hay contacto, sí, pero se te prepara para evitar lesiones y se entrena para no meter mal el casco o el hombro”, precisa el entrenador.
DIVERTIDO Y ALEGRE
“Es un deporte divertido y alegre. Recibes golpes, sí, pero te fortalece”, agrega Carlos. Y aunque para la mirada de un neófito parezca lento, sobre la hierba se exuda adrenalina: “Tienes que estar leyendo constantemente el partido. Hay que pensar tanto que, aunque se pare entre jugada y jugada, se pasa rápido”, comenta Álvaro.
Y eso es lo que tienen ahora: tiempo. Tiempo para pensar en todo lo vivido y ganado esta temporada: la mejor de un equipo cadete en la historia del club. El rugido de los oseznos atravesará el cielo azul de los días de verano hasta que empiece la próxima liga en otoño.
