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Cuando el deporte hace escuela

Las escuelas deportivas municipales que se imparten en los polideportivos retoman la actividad. Alumnado y personal cuentan sus impresiones en este nuevo curso.

Cuando el deporte hace escuela
Escuela municipal deportiva de pilates, en el polideportivo Cerro del Telégrafo. MARIO FERNÁNDEZ TREJO

Texto: Álvaro Mogollo

La incertidumbre no permite saber si viviremos pronto una normalidad como la que conocíamos hasta hace pocos meses, pero sí es posible recuperar hábitos saludables que teníamos en nuestras rutinas. Esa necesidad ha traído consigo el regreso de las escuelas deportivas municipales en los dos polideportivos públicos, permitiendo a la ciudadanía retomar el ejercicio en un momento en el que la actividad física es más beneficiosa que nunca.

Con un estricto protocolo de seguridad para prevenir el contagio, personas de todas las edades comienzan a ejercitarse en las instalaciones públicas. De momento son 6.008 las inscripciones activas en las escuelas adultas e infantiles, ya sea en clases dirigidas o en salas de musculación. Las personas mayores de 65 años vuelven a la actividad en noviembre: con 570 matrículas registradas al cierre de esta edición. A las personas de este último colectivo que no deseen incorporarse aún, por el motivo que sea, se les guarda su plaza durante toda la temporada por si quieren volver.

Con las modalidades de los polideportivos operativas ya, esta temporada la oferta cubre:  gimnasia rítmica, predeporte, tenis de mesa, mantenimiento, spinning, combifitness, pilates, salas de musculación, baloncesto, voleibol, patinaje, ajedrez, fit training, yudo, jiu jitsu y kárate (en pabellones); natación, buceo, aquafit y gimnasia en el agua para mayores (en piscinas); tenis, pádel, béisbol, sófbol, fútbol, atletismo, rugby, patinaje, hockey patines y baloncesto (pistas exteriores).

Un paseo vespertino por distintas clases de mayores y peques en el polideportivo municipal Cerro del Telégrafo permite apreciar los cambios en estos últimos meses. Pese a las variaciones, la mayoría coincide en que la práctica deportiva es necesaria y que les repercute positivamente en el desempeño de otras tareas.

DEPORTE INFANTIL: CONCIENCIACIÓN SÍ, MIEDO NO
Una clase de predeporte desprende energía desde el primer momento. En un tercio del pabellón cubierto del polideportivo, un grupo de niños y niñas de entre tres y cuatro años juega sin aparente preocupación tras lavarse las manos con gel hidroalcohólico y manteniendo ciertas distancias. El monitor de uno de los grupos, Quique Salinero López, describe cómo transcurren las primeras semanas: “Después del confinamiento venían con algo de vergüenza, que es normal en esas situaciones. Pero no tenían miedo, diría que menos que la gente adulta”. En esta clase se ha bajado la ratio y el grupo ahora es de diez, cuando anteriormente llegaba a 12.

Se sigue un protocolo para evitar contagios: lavado frecuente de manos, desinfección del material o distancia interpersonal. La mascarilla no es obligatoria para menores de seis años, aunque prácticamente toda la clase la lleva. “Intentamos que no se toquen o que no se hablen cerca, aunque es complicado porque no dejan de ser niños y niñas, y procuramos hacer juegos individuales”, cuenta.

Uno de los alumnos es Nicolás, de tres años. Su padre Antonio y su madre Giovanna inciden en la alegría de observar a su hijo haciendo deporte con cierta normalidad. “Está feliz de ver nuevamente a sus compañeros y compañeras”, dice su padre.

El hecho de llevar mascarilla para hacer deporte no supone un problema para el pequeño: “Lo toma con normalidad porque lo tiene muy interiorizado y no se queja absolutamente nada”, precisa Giovanna. Creen que las actividades se desarrollan en un entorno seguro: “Las instalaciones están bien preparadas y todo el mundo pone de su parte. Antes teníamos más miedo, algo que percibíamos más en las personas adultas que en los peques, pero ya estamos más tranquilos”.
Los deportes acuáticos también recobran vida tras unos meses de parón. Noa, de ocho años, llega ilusionada a la piscina para practicar natación. Comenta que se divierte mucho en las clases, a las que llega acompañada por su madre, Sonia Durán, que resume en una frase el regreso de su hija a la piscina: “Si al va al parque, ¿por qué no va a venir a natación?”.

“Al principio nos costó decidir que volviese, porque Noa tiene una cardiopatía, pero cuando vine a las instalaciones y vi cómo estaba todo preparado, me pareció bien”, comenta. Hacer deporte es beneficioso para su hija: “La piscina era necesaria para Noa. Su médico recomienda que haga vida normal, y no le afecta para hacer deporte, al contrario, le viene bien”.

Ella también opina que las madres y padres tienen más reparos: “La infancia se ha adaptado mejor que la gente adulta a la nueva situación, tiene menos miedo. Mi hija estaba deseando venir”. Sonia cree que en eso influye la labor pedagógica emprendida en los colegios: “Han hecho un gran trabajo para que lo interioricen, y se han concienciado”. Y finaliza con un mensaje de resistencia: “Vamos a ir yendo hacia delante hasta que todo esto pase”.

POBLACIÓN ADULTA: DEPORTE CON PRECAUCIÓN
Un simple vistazo a una de las salas de pilates sirve para comprender que el diseño de las clases ha sido estudiado concienzudamente. Varias colchonetas están situadas escrupulosamente sobre unas marcas trazadas en el suelo para que entre las mismas haya al menos un metro y medio de distancia y se alcancen los tres metros entre subgrupos.

Inmaculada Pérez Mateo es la profesora más veterana de las que imparten pilates y enumera las medidas y pautas seguidas: “Cada persona usuaria tiene que traer su propia toalla para colocarla encima de unas colchonetas que se desinfectan después de cada uso. La utilización de la mascarilla es obligatoria en todo momento: la lleva todo el mundo y no hay problema. El pilates es una actividad cómoda que no se ve tan afectada por el uso de la mascarilla, aunque una parte esencial es la respiración y no es lo mismo. Pero nos vamos acostumbrando”.

También se ha disminuido el número de personas por grupo, para reforzar la seguridad: “Antes de la pandemia teníamos grupos de 17, ahora 12. Más no puede ser porque no cabemos manteniendo la distancia”. Además, se han establecido turnos de entradas y salidas para evitar aglomeraciones. La docente percibe que parte de su alumnado aún prefiere esperar antes de volver a clase: “Hay personas que todavía están aguardando a que haya algo más de normalidad. Como son las primeras semanas, hay gente con algo de miedo. También lo notaba en las primeras alumnas que han retomado la actividad, pero ellas mismas han visto que el protocolo es exhaustivo y pueden hacer pilates de forma segura y cómoda”.

El deporte es parte importante de la salud, incide Inmaculada: “Hay que tener mucha precaución, pero el ejercicio es esencial en la vida. Muchas personas han estado meses paradas durante el confinamiento y ahora teletrabajan y no salen de casa apenas. Y eso físicamente se nota, porque la falta de actividad hace mella”.

También en el plano mental: “Algunas están algo tocadas porque lo que estamos viviendo es duro. Pero cuando vienen aquí cambian la rutina, se ejercitan y hablan con otras personas. Volver a las actividades deportivas es muy positivo y le hace mucho bien a la gente”. En las sesiones de pilates participan personas que han pasado el virus: “Las secuelas les han dejado mermados físicamente. Aquí trabajamos ese aspecto y también se hace una labor de corrección que les ayuda a descargar la tensión y el dolor muscular que les deja el virus. Poco a poco se van encontrando mejor”.

“La gente está contenta porque ve que las cosas funcionan. Nos tenemos que acostumbrar a esto porque no sabemos cuánto durará”, concluye la profesora.

INSTALACIONES: ADAPTADAS A LOS TIEMPOS
Ana María Vázquez Pascual es la coordinadora de las escuelas deportivas en la Concejalía de Deportes, y guía durante esta visita a las distintas clases en el polideportivo. Su labor es frenética y se cerciora de que todo va saliendo según lo previsto. “En la piscina se han bajado las ratios [aforo máximo de diez en el vaso infantil] y hemos ajustado horarios para que se puedan escalonar los grupos y que coincida el menor número de personas posible”, explica.

En las actividades no acuáticas, las precauciones no difieren demasiado de las recomendadas en cualquier otra situación: lavado de manos con gel hidroalcohólico, uso de mascarilla, distancia interpersonal y no compartir material de trabajo, entre otras.

La piscina cuenta con algunas medidas suplementarias por sus peculiaridades: “Las duchas y las taquillas no pueden usarse y cada persona guarda su material en una bolsa de basura. Hay que llevar la mascarilla hasta el momento previo de entrar al agua y no se pueden utilizar secadores para no esparcir aerosoles”. También hay personal de apoyo en los vestuarios para que se respeten las normas de convivencia.

Ana María cuenta que ha bajado algo la demanda, sobre todo en el caso de personas mayores de 60 años: “Es normal porque hay algo de incertidumbre, pero a quien aún no quiera venir, se le guarda la plaza. Algunas personas no querían esperar a noviembre, que es el mes en el que se retoman las actividades para mayores, y ya están viniendo a hacer deporte”.

Y concluye animando a seguir disfrutando de la práctica deportiva: “Recomiendo que hagan deporte porque es seguro y se están tomando las medidas necesarias para evitar riesgos”.

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