Texto: Álvaro Mogollo
Tras la llegada de la nueva normalidad, la población fue recuperando poco a poco sus hábitos, sin olvidar que el virus aún sigue latente y hay que tomar las medidas oportunas. Una cuestión innegociable para muchas personas es el deporte, como así lo atestiguan aquellas que lo prácticamente frecuentemente. Nada es igual a como lo era hace un año, pero toca adaptarse para llevar a cabo una actividad sinónima de salud.
1. Deporte tras la jubilación
David Mateo Thomas, de 55 años, explica cómo está viviendo el hecho de entrenar con las nuevas restricciones: “Mi experiencia está siendo buena desde que acabó el confinamiento. He adquirido el hábito de hacer deporte en los horarios en los que estaba permitido durante el estado de alarma, muy temprano o al final de la tarde”.
Jubilado por una enfermedad, practica diferentes modalidades como ciclismo, pádel, carrera continua o entrenamiento en gimnasio. Reconoce que realizar deporte aeróbico con mascarilla le resulta algo incómodo, aunque adapta su entrenamiento a ello.
“Al principio, se podía hacer deporte cardiovascular sin mascarilla y musculación con ella. Ahora hay que llevarla siempre. Para levantar pesas no tengo problema, pero no puedo prolongar más de 20 minutos de aeróbico, me cuesta y trato de variar”, apunta este usuario de la sala municipal Atrio.
Durante el confinamiento siguió activo en casa, entrenando con con vídeos de Youtube, andando por su domicilio y repitiendo tablas de ejercicios para mantener la forma.
Aun así, no era como lo acostumbrado: “Noté muchísima diferencia el primer día que salí a la calle a correr pensando que iría bien. Por la noche me costaba hasta andar, y tuve que estar tres días parado”. Ahora ya sigue su rutina habitual y practica deporte varios días en semana.
2. “Entrenando me libero de todas las restricciones”
La fisioterapeuta Nuria Metola López es una consumada deportista de élite que, a sus 43 años, ha sido campeona de España de ciclismo en varias modalidades y bronce en un campeonato de Europa. Pese a ello, las restricciones actuales también le afectan, aunque debido a su invidencia, las mayores dificultes se presentan en el día a día más que en el desarrollo deportivo.
“Soy una persona resuelta, pero para las personas con visibilidad reducida, las restricciones son muy molestas porque nos cuenta más controlar la distancia social. Al llevar mascarilla no nos da el aire en la cara y es más difícil orientarse. Voy con una sensación de que hay cosas que no llego a controlar”, afirma.
Practica de forma muy regular el ciclismo y la natación, y ocasionalmente también corre. En el tándem [bici de dos: ella necesita guía visual] apenas encuentra variaciones respecto a tiempos precovid: “En la bici hacemos rutas por carretera y no llevamos mascarilla, con lo cual ahora no hay mucha diferencia. A mí me genera una sensación de libertad, porque me quito todas las restricciones que tengo que cumplir por la calle”.
Para los entrenamientos de natación también se despoja de la mascarilla, aunque sí la lleva dentro del recinto hasta llegar a la piscina. Tras el parón parón por el confinamiento, los largos en el agua se le hacían muy largos: “Cuando nos desconfinaron, nadaba en una piscina comunitaria, algo más corta. Luego, al volver a la de siempre, me costaba más, no iba fluida. Pero cada vez me voy encontrando mejor”.
Sin embargo, ha renunciado a hacer otros quehaceres diarios que antes sí que llevaba a cabo, como hacer la compra. “Ahora no voy al supermercado porque normalmente me ayuda alguien, pero no quiero que tengan que estar cerca de mí y así ponernos ambas personas en riesgo”, argumenta. En estos meses compra por internet o se la pide a alguna persona de su círculo cercano. El deporte, eso sí, es esencial para ella.
3. “Volver a hacer ejercicio viendo a mis compañeras ya es un lujo”
La juventud ripense empieza de nuevo la práctica de deportes colectivos, con escrupulosos protocolos de prevención que se respeta a rajatabla. Susana Meneses Quero, del Club Rítmica Rivas, es una de ellas. Se muestra ilusionada después de duros meses en los que la situación actual se veía tan lejana. “La sensación de hacer deporte siguiendo las medidas sanitarias es rara, pero al menos ya entrenamos viéndonos las unas a las otras, aunque sea a distancia”, cuenta.
Utilizan gel hidroalcohólico a su llegada al pabellón, se cambian las zapatillas que traen de la calle por unas chanclas y guardan al menos un metro y medio de distancia entre ellas. “Cada gimnasta tiene sus propios aparatos y no podemos tocar los de las demás. Cada una tiene su toalla y nos lavamos las manos varias veces por sesión”, añade esta joven de 14 años.
“Llevamos en todo momento la mascarilla, así que no podemos ejecutar todos los ejercicios completos. Ensayamos partes de ellos, de forma individual, para mejorar la técnica y la flexibilidad”, dice. Durante el confinamiento entrenaron con sesiones online desde casa, aunque considera que lo virtual no es equiparable a las posibilidades que ofrece el polideportivo: “Aquí podemos practicar otros ejercicios, con tapiz y al menos viendo a las compañeras. Es un lujo volver a la gimnasia en el pabellón”.
Aunque la gente joven tiene mayor dificultad para mantener la distancia física por su inherente energía, cumplen con las normas y siguen los planes establecidos: “Trabajamos en grupos de cinco o seis, sin permanecer en contacto y sin hacer uso de los vestuarios”. “Estamos muy contentas de volver a entrenar y deseando que esto mejore para poder seguir dando pasos adelante”, finaliza.
4. “El deporte ofrece salud, algo esencial en estos días”
Sergio Sorribe Sánchez, de 26 años, es monitor de la sala de musculación del edificio Atrio, uno de los tres gimnasios municipales de Rivas [los otros dos, en los polideportivos Parque del Sureste y Cerro del Telégrafo]. Se trata de un espacio que en los últimos meses ha experimentado modificaciones en diversos aspectos: “El proceder ha cambiado bastante. Aquí todo el mundo se conoce, pero ya no se puede entablar conversación de igual forma que antes o compartir máquinas. Aún así, la gente se está portando muy bien”. La sala cuenta con un escrupuloso glosario de directrices: “Hay que entrar con zapatillas diferentes [a las que se traen de la calle], te cambias en el vestuario, mascarilla puesta en todo momento, toalla propia y desinfección de mancuernas y máquinas después de casa uso”.
En los vestuarios también se facilita la distancia entre personas: “Las taquillas se pueden usar, pero de cada cuatro, dos están cerradas para que generar espacio de seguridad”.
La sala cuenta con un servicio de limpieza, reforzado para garantizar la seguridad. De 15.00 a 16.00 se cierra para su desinfección, y mientras permanece abierta se limpian máquinas, suelos y vestuarios. Las personas usuarias ponen de su parte: “Me sorprende lo bien que se ha adaptado todo el mundo a las nuevas obligaciones. Respetan las medidas y desinfectan el material que utilizan”.
“Hacer deporte con la mascarilla resulta raro. Yo también lo practico y es cierto que no respiras igual, pero te vas acostumbrando y no presenta mayor problema”, comenta Sergio.
Afirma que tras el confinamiento se produjo un descenso notable en la asistencia, pero ahora se experimenta un repunte a un gimnasio en el que no se han detectado positivos. Por último, lanza un mensaje a la ciudadanía indecisa en su vuelta al deporte: “Personalmente, lo recomiendo porque es salud. Si una persona no tiene patologías y se quita de algo que mejora su vida, el resultado es perjudicial”.
