Texto: Nacho Abad Andújar
Bronce individual en el campeonato de España de doma clásica en categoría alevín. Es la nueva medalla que Carmen Prado Gómez-Jarabo, ripense de 11 años, incorpora a su vitrina de trofeos, donde abundan los títulos. Ya depositó en la estantería de su habitación el mismo metal el año pasado. Y lleva coronándose como la mejor amazona de la Comunidad de Madrid desde hace tres temporadas. Con la selección madrileña también alzó el oro nacional por equipos en 2019.
Exalumna del colegio José Hierro (hoy estudia en un centro educativo de Madrid), Beba, como le gusta que le llamen, ama el arte ecuestre desde muy pequeña. Compite desde los seis años a nivel territorial y desde en nacional. Su madre, que también se llama Carmen, dirige su propio centro hípico en Arganda del Rey: Centro Ecuestre Montuenga, una pequeña factoría donde se forma la juventud del
sureste madrileño. La familia Prado Gómez-Jarabo reside en Rivas desde hace 30 otoños.
Beba se anudó la medalla de bronce el pasado 6 de septiembre, en las instalaciones Las Cadenas, situadas en Camarma de Esteruelas, localidad próxima a Alcalá de Henares. Allí compitieron 28 jinetes de todo el país (chicos y chicas), una cifra inferior a la de la pasada campaña, cuando concurrieron 41 participantes: los efectos menguantes del coronavirus. En individual, completaron el podio la catalana Jeanette Vallvé (oro) y el andaluz Marcos Legarre (plata). Por equipos, cabalgando montura por la Comunidad de Madrid, la escuadra autonómica obtuvo una 13ª posición, lejos del primer puesto de 2019.
En los tres primeros ejercicios que ejecutó con su caballo Nano III, Beba quedó cuarta el jueves y segunda el sábado y domingo. Promedio final: tercera. “Las dos primeras pruebas son iguales: alevines por equipos; la tercera, individual. Todos hacen los mismos ejercicios, no hay figuras libres a esas edades”, explica su madre dos días después de la competición.
¿Y cómo le ha sentado la medalla de bronce? “Se siente fenomenal. Quería haber ganado, pero está muy feliz y contenta”, relata la madre. Beba monta cinco veces por semana: algo más de dos horas cada jornada, tiempo que le da para subirse a la montura de dos o tres caballos. A su corta edad, ya es deportista de alto rendimiento. ¿Su sueño? Bailar con su caballo sobre la arena en unos Juegos Olímpicos.
¿Y qué cualidades destacan de la joven amazona? Sigue hablando su progenitora: “La constancia. Tiene una gran capacidad de concentración. Siempre sale con una gran sonrisa a la pista y lo disfruta mucho. Le gustan los animales y ama los caballos, conecta muy bien con ellos. Y en la pista lo da todo. Tenemos un caballo interesante, Nano III, un ejemplar de pura raza español, de 13 años, muy correcto; se compenetran estupendamente”.
VÍNCULOS
Ella y su hija ya fueron protagonistas de un reportaje en esta revista municipal en diciembre de 2018. Como entonces, la madre no duda cuando se le pregunta por las virtudes de la hípica como deporte para la infancia: “Se genera un vínculo muy especial con el animal. Las niñas y niños tienen que cuidarlo, cepillarlo, llevarle zanahorias… Y entenderse sin palabras, pues el caballo ha de interpretar lo que está ocurriendo cuando lo montas en un ejercicio de doma. Además, físicamente te hace trabajar bastante y te ayuda a estar en forma”. Y prosigue: “Montar aporta mucho desde el punto de vista físico: realizas una gimnasia pasiva con la que mueves músculos que conscientemente no moverías. Se mejora el equilibrio y la coordinación. Y te permite estar al aire libre. Es un deporte muy completo”.
Pero, además, “la equitación es sentimiento. Puedes amar el ciclismo, por ejemplo, pero no quieres a una bici como a un caballo. No solo lo entrenas, creas una relación afectiva. Y transmite unos valores de respeto a los animales. En definitiva, es un deporte de equipo, donde somos dos: caballo y jinete. Y eso es lo que valoran los jueces cuando evalúan una prueba, que te entiendas con tu caballo”.